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La melancolía de Alierta

Carlos Espino

(Lector de eldiario.es) —

No es la primera vez que el presidente de Telefónica acusa a Google, nombrándole o no, de utilizar la red de las operadoras de telecomunicaciones sin pagarle por su uso, ni invertir en el desarrollo de esas infraestructuras. La última, de momento, ha sido en el Mobile World Congress.

De entrada Alierta oculta, pero lo sabe, que Google paga por su conexión. Desconozco el sistema, pero Google tiene forzosamente que pagar al operador que conecta sus servidores con la red y, en caso de ser operadora la propia Google, la relación entre las operadoras y la distribución de gastos e ingresos está perfectamente definida.

Otro caso, y debe ser a lo que se refiere Alierta, es que nosotros los usuarios utilizamos gran cantidad del ancho de banda que consumimos a disfrutar de productos de Google: Gmail, Youtube, Picasa, Google+, GooglePlay, Google Music...

Y sí, tiene razón: gran parte del ancho de banda que proporciona telefónica a sus usuarios se va en consumir productos de Google. Tiene toda la razón en eso, en que los usuarios utilizamos la autopista de pago de Telefónica para acudir al centro comercial Googlelandia.

Ha sido totalmente intencionado el uso de la metáfora de la autopista y el centro comercial, pues la queja de Alierta suena igual de inapropiada que la de concesionario de una autopista que se quejara de que la mayoría de sus usuarios la utilizaran para acceder a un determinado destino de carácter comercial.

¿Es lógico que Alierta se queje?. Según su interpretación, la existencia de proveedores de contenidos fuertemente demandados, como Google, provoca un incremento del tráfico que obliga a Telefónica (y otros operadores) a extender y mejorar sus redes.

Sin embargo, pareciera que la lectura real es otra: la apetencia de los usuarios de Telefónica por disfrutar de lo que Telefónica les promete (banda ancha con una determinada velocidad y un determinado volumen de descarga), obliga a Telefónica a invertir para poder cumplir con lo que ofrece.

¿Qué le importa a mi proveedor, a Telefónica, lo que yo haga con el ancho de banda que le compro mes a mes?. Es un derecho que adquiero como usuario y lo utilizo con Google o subiendo los megas que se me apetezcan a la nube, o descargando las últimas distros de gnu/linux.

Tal vez la realidad sea otra. Alierta, que acusa a Google de un monopolio virtual por su dominio en determinados tipos de contenidos y servicios, añora el quiero y no puedo en que se vio envuelta Telefónica con Terra. Tal vez haya quedado en el ADN de la compañía la melancolía de ese sueño de Villalonga: ser a la vez el propietario de la infraestructura de comunicaciones y el suministrador de los contenidos. Tal vez sea heredero del fracaso que supuso esa visión tolkieniana de un portal con el que atarlos a todos.

Tal vez debiera Telefónica seguir dando la batalla en mejorar la relación calidad/precio del producto que ofrece a sus usuarios para buscar por ahí la mejora de los resultados. Lo que resulta inadmisible es su fijación en tratar de cobrar un porcentaje del trabajo de otros. Porque puestos a ello, ¿no debieran pagarle algo a telefónica los fabricantes de smartphones?, por su culpa la gente navega.

Nota: Carlos Espino es un lector de eldiario.es.

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