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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Elon Musk entra con un lavabo en las manos en Twitter y anuncia que ya es “el jefe”

Elon Musk entra en la sede central de Twitter con un lavabo, este miércoles

Carlos del Castillo

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La compra de Twitter por Elon Musk puede cerrarse en las próximas horas. Aunque la compañía aún no lo ha hecho oficial, el multimillonario, fiel a su estilo irreverente, ya se ha autoproclamado “jefe de Twitter” en su perfil de la red social. Lo ha acompañado con un vídeo que le muestra entrando a la sede central de Twitter transportando un lavabo, junto al mensaje “let that sink in”, un meme común en inglés que puede traducirse como “deja que cale”. La acción llega después de una filtración que revela que Musk planea despedir al 75% de los 7.500 empleados de Twitter, según él mismo ha comunicado a los bancos que van a financiar la operación.

El empresario tiene hasta este viernes para cerrar la compra. Es el plazo que le otorgó la jueza para que llegue a un nuevo pacto amistoso con Twitter, después de que la compañía lo demandara por negarse a pagar los 44.000 millones de dólares a los que se había comprometido inicialmente.

Según han informado varios medios estadounidenses, la dirección de la red social ha enviado un memorando oficial este miércoles a sus empleados para informarles de que Musk está visitando la sede de la compañía durante esta semana. Añade que “podrán escucharlo directamente el viernes”.

Las últimas filtraciones sobre sus intenciones han sido devastadoras para la plantilla. Según la documentación a la que ha tenido acceso el Washington Post, Musk planea despedir al 75% de los trabajadores de Twitter cuando se haga con el control total. La revelación coincide con los mensajes privados del multimillonario que se han aportado como prueba al juicio, en los que afirma que “es necesario tomar medidas drásticas” en la plataforma y “reestructurar”.

La acción del magnate entrando a la sede de Twitter con un lavabo también incide en que su idea es “limpiar” la compañía. En su acuerdo inicial Musk expresó que su intención era convertir la red social en un baluarte de “la libertad de expresión”. Justo después comenzó una campaña de acusaciones por la presencia de cuentas falsas y bots en su base de usuarios, apuntando que pueden ser hasta el 20% del total. Nunca ofreció prueba alguna de ello, pero lo terminó utilizando como excusa para anular el acuerdo de compra.

Parecía que Musk estaba dispuesto a ir a juicio tras la consecuente demanda de Twitter, pero días antes de que empezara y tras gastar millones de dólares en las minutas de los abogados (hasta 200 millones, según algunos cálculos) volvió a cambiar de opinión. Mandó una carta a la compañía dando su brazo a torcer y comunicando que pagaría los 44.000 millones de dólares.



Todo apunta a que el multimillonario se hará con el control de Twitter, una red social con un enorme peso en el debate político de las sociedades occidentales, justo antes de las elecciones de medio mandato de EEUU. La extrema derecha, que denuncia que las plataformas mayoritarias censuran los discursos conservadores, ha vitoreado su acción del lavabo. En mayo, Musk confirmó que dejaría que Donald Trump volviera a la plataforma después de que fuera expulsado de todas las plataformas principales por promover el asalto violento contra el Capitolio de 2021.

La narrativa de que las redes sociales censuran a los usuarios conservadores por sus políticas contra el discurso de odio o violento se ha reforzado desde la expulsión de Trump. La pasada semana el rapero Kanye West —que se cambió el nombre a Ye— llegó a un acuerdo para comprar Parler, la plataforma minoritaria similar a Twitter a la que migraron un gran número de usuarios de ultraderecha tras su bloqueo en otras redes.

“En un mundo en el que las opiniones conservadoras se consideran controvertidas, tenemos que asegurarnos de que tenemos derecho a expresarnos libremente”, afirmó Ye, que acababa de ser expulsado de Twitter e Instagram por sus comentarios antisemitas.

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