El castillo abandonado de Barcelona que hoy es un museo al aire libre
A poco más de una hora de Barcelona, en la tranquila comarca del Berguedà, se alza la Torre del Comte de Fígols, un castillo neomedieval que, lejos de ser un destino turístico convencional, se ha transformado en uno de los museos de arte urbano más singulares de Cataluña.
Abandonado desde los años 80, este castillo, que alguna vez fue hogar de un terrateniente minero, ha visto cómo sus muros, antes vacíos y deteriorados, han sido tomados por artistas urbanos que lo han convertido en una galería al aire libre.
El castillo, construido a principios del siglo XX como residencia de José Enrique de Olano y Loyzaga, pionero de la industria minera en la región, sirvió como refugio de montaña hasta que la actividad minera desapareció en la zona.
Tras su cierre, el castillo cayó en el abandono, convirtiéndose en un espacio vacío y olvidado. Sin embargo, en lugar de desaparecer en las sombras del tiempo, ha resurgido como un centro de expresión artística, libre de restricciones, en el que se han dado cita artistas urbanos para cubrir sus paredes con grafitis, collages, instalaciones y stencils.
La historia detrás de la Torre del Comte de Fígols
La historia del castillo de Fígols comienza con el empresario minero José Enrique de Olano y Loyzaga, quien lo mandó construir en 1906 como un lugar de descanso tras las arduas jornadas de trabajo en la explotación de carbón de la comarca de Berga.
La torre, con su aspecto neomedieval y sus torres y merlones, evocaba una fortaleza medieval, aunque estaba destinada a servir como residencia privada y lugar de trabajo durante sus estancias en la montaña.
Durante varias décadas, el castillo fue sede de la empresa Carbones de Berga, S.A., que operó en la zona hasta su cierre en los años 80. Tras la desaparición de la minería en la región, la Torre del Comte de Fígols cayó en desuso y fue dejada al olvido, sumida en el abandono hasta que el arte urbano la rescató.
Arte urbano en un espacio sin mediadores
Sin planes de restauración ni vigilancia oficial, el castillo se ha convertido en un lienzo vivo, accesible a todo aquel que quiera experimentar el arte de forma auténtica. Los graffitis y collages que cubren sus paredes cuentan historias, expresan emociones y hacen del castillo una obra efímera que cambia constantemente.
Este museo espontáneo no sigue las reglas de las galerías convencionales, sino que es un espacio libre y abierto, donde los artistas pueden crear y expresarse sin las barreras tradicionales.
A pesar de su estado de deterioro, la Torre del Comte de Fígols está protegida como Bien Cultural de Interés Localdentro del Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña, lo que asegura su preservación al menos de manera administrativa.
Sin embargo, no existe un plan concreto para restaurar el castillo o para proteger las obras de arte urbanoque lo habitan, lo que añade una capa de fugacidad a la experiencia.
Un lugar ideal para una escapada diferente
El castillo, además de ser un destino de arte, está ubicado en un entorno natural único. La Torre del Comte de Fígols se encuentra cerca del Museu de les Mines de Cercs, lo que lo convierte en una excelente opción para aquellos interesados en conocer la historia industrial de la región. Además, su proximidad a rutas naturales y paisajes montañosos hace que el lugar sea perfecto para una escapada de día, combinando arte, naturaleza e historia.
Aunque el castillo se mantiene en el anonimato, tanto su importancia histórica como su revalorización como espacio artístico lo convierten en un lugar excepcional en la provincia de Barcelona.
La Torre del Comte de Fígols es un claro ejemplo de cómo los espacios olvidados pueden cobrar nueva vida a través del arte y convertirse en un lugar de referencia para el arte urbano. Sin duda, es un lugar que refleja el poder de la creatividad y la transformación urbana, donde los muros deteriorados se convierten en testigos de la expresión artística contemporánea.
Si estás buscando un lugar fuera de lo común para experimentar el arte urbano y la historia, este castillo abandonado y su entorno natural son una parada imprescindible. No solo por su historia, sino por ser uno de los lugares más representativos de la evolución del arte urbano en Cataluña.
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