Un viaje de desconexión a Tazones, uno de los secretos mejor guardados de Asturias

Tazones, en Asturias.

Roberto Ruiz

Allí donde acaba el verde asturiano y comienza el azul del Cantábrico, el pequeño pueblo de Tazones se ha hecho un hueco entre dos salientes rocosos para permanecer escondido como uno de los pueblos más bonitos de Asturias. Una tradicional villa marinera, de calles empedradas y empinadas donde el olor de la sidra se confunde con el del pescado y el marisco, que rezuma color en el concejo de Villaviciosa, en pleno corazón de la Comarca de la Sidra del Principado de Asturias. 

Por pequeño que parezca con sus poco más de 200 habitantes, Tazones fue uno de los puertos más importantes de la costa asturiana años atrás y la caza de ballenas fue uno de sus principales motores económicos durante los siglos XVI y XVII. Pero además de cetáceos, Tazones nos va a hablar también de dinosaurios, de azabache, de faros y del mismísimo Carlos I de España y V de Alemania. Todo en un acogedor ambiente marinero, cuidado y mimado, que hacen que Tazones pertenezca a la asociación de Los Pueblos más Bonitos de España.

Un pueblecito que es Conjunto Histórico Artístico 

Cuando te adentras en Tazones comprendes por qué es considerado Conjunto Histórico Artístico. El trazado de sus calles, improvisado para salvar las pendientes hasta bajar al mar y útil para repeler las incursiones piratas en su época, va de la mano de sus coloridas casas, con sus puertas, ventanas y balaustradas pintadas de llamativos colores. Los barrios de San Roque y San Miguel son los más pintorescos y de mayor belleza, y aunque no tardarás mucho en recorrerlos, te recomendamos que te lo tomes con calma para disfrutar de cada uno de los detalles de su arquitectura marinera. Una de las casas que te será imposible pasar por alto será la Casa de las Conchas, pues su fachada, cubierta por completo de conchas, se vuelve única junto al blanco del resto de las casas. Justo detrás y en pleno centro, por si quieres echar un vistazo, tienes un típico hórreo asturiano.

El puerto de Tazones ha sido históricamente un hervidero de actividad. La parte más antigua de lo que vemos hoy pertenece al siglo XVIII y aún se conserva un viejo torno de madera que mediante cuerdas permitiría sacar las embarcaciones del agua y subirlas a tierra. En la parte más moderna del muelle se encuentra la Cofradía de Pescadores, de vital importancia para la economía tradicional de Tazones. Y si avanzas hasta el espigón tendrás una de las panorámicas más bonitas del pueblo. Pero el puerto de Tazones fue de importancia vital más allá de la pesca y las ballenas, pues como conexión marítima de Villaviciosa durante el siglo XVI fue un importante puerto comercial, tanto nacional como internacional, y por él pasaron valiosos productos como lino, cáñamo, cera, aceite, brea, paños o lienzos, que seguían su camino hasta Villaviciosa.

Tazones, además, también tiene playa. Donde los más valientes pueden probar las frías aguas del Cantábrico pero también donde los más curiosos pueden acercarse a conocer otro de los principales atractivos de esta parroquia asturiana: su yacimiento de huellas de dinosaurios. Durante la bajamar se puede acceder caminando hasta estas icnitas pertenecientes al periodo jurásico y no es difícil apreciar las numerosas huellas de dinosaurios terópodos y saurópodos que se reparten por todo el acantilado. Es uno de los yacimientos de icnitas más importantes del país, por lo que es muy recomendable dedicarle unos minutos.

A las afueras del pueblo, ya en la aldea de Villar y en alto, se encuentra el faro de Tazones. Está en funcionamiento desde 1864, fue electrificado en 1928, y es uno de los mejor conservados de todo el litoral asturiano. Está ubicado a 127 metros sobre el nivel del mar y se eleva 11 más sobre el terreno. Si te apetece hacer una pequeña caminata, has de saber que el azabache fue de gran importancia para Tazones y que hay una ruta de 4,8 km que parte desde Tazones y te lleva hasta una antigua mina de este mineraloide. La Ruta del Azabache pasa por el faro y a lo largo de un recorrido lineal te llevará por preciosos paisajes costeros, por lo que los senderistas son más que bienvenidos aquí.

La inesperada llegada de Carlos de Habsburgo

El 19 de septiembre de 1517, hace ya más de cinco siglos, desembarcó en el puerto de Tazones un joven Carlos de Habsburgo, procedente de Flandes, que unos años después se convertiría en Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Cuentan las crónicas que no estaba previsto de tal manera, pues su destino era Santander, pero una fuerte tormenta hizo que los cuarenta barcos que integraban la escuadra se encontraran ante la costa de Villaviciosa. Para evitar males mayores, se decidió dejar el mar y desembarcar cuanto antes. De modo que Tazones, sin saberlo y sin quererlo, se encontró de pronto en su puerto con uno de los personajes más ilustres e importantes de la historia, y el más poderoso de su época. Desembarcó en Tazones, continuó hasta Villaviciosa y prosiguió hasta Valladolid, donde sería proclamado rey.

Para recordar semejante acontecimiento, cada año y en torno a finales de agosto, se conmemora este evento con la recreación histórica del desembarco de Carlos V en las costas de Tazones. Una celebración que ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico del Principado de Asturias y en la que además se organizan diferentes actividades en torno a la vida cotidiana de este pueblo marinero ambientadas en el siglo XVI. Por lo que si haces coincidir tu visita con la fiesta del Primer Desembarco de Carlos V, vivirás uno de los mayores acontecimientos que se celebran en Tazones a lo largo de todo el año.

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