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Trufiturismo: un viaje para descubrir la trufa negra entre Teruel y Soria

La codiciada trufa negra.

Roberto Ruiz

26 de diciembre de 2025 21:26 h

La trufa negra es uno de los productos más apreciados de la gastronomía europea, pero pocas veces se piensa en ella como un motivo para viajar. Detrás de ese aroma tan reconocible hay campo, invierno y muchas horas de trabajo. Cada año, entre noviembre y marzo, provincias como Teruel y Soria se convierten en el escenario de un tipo de viaje que va ganando cada vez más seguidores: el trufiturismo, una forma de turismo gastronómico que invita a conocer la trufa desde su origen.

La propuesta es sencilla y, a la vez, muy completa. Durante la temporada de recolección, es posible acercarse al medio rural para ver cómo se busca la trufa bajo tierra con la ayuda de perros entrenados, aprender por qué solo se recoge en invierno y comprobar cómo este producto marca la cocina local durante estos meses. A todo ello se suman ferias, jornadas gastronómicas y actividades pensadas para acercar la trufa negra tanto a curiosos como a aficionados a la gastronomía.

El trufiturismo y sus actividades

El trufiturismo es, básicamente, una forma de turismo gastronómico que gira en torno a la trufa negra y a todo lo que la rodea. No se trata solo de comerla, sino de entender cómo se cultiva, cómo se recolecta y por qué es un producto tan especial. En este sentido, podemos hablar de un tipo de turismo vivencial, con experiencias que permiten al visitante participar y aprender, sin limitarse a ser un mero espectador. 

Las actividades que rodean al trufiturismo son variadas y suelen adaptarse a distintos perfiles de viajeros. Las más habituales incluyen salidas al campo acompañadas por truficultores, visitas a plantaciones de encinas micorrizadas, demostraciones de búsqueda con perros truferos y pequeñas catas para aprender a reconocer el aroma y el grado de maduración de la trufa. En muchos casos, la experiencia se completa con degustaciones o menús en los que la trufa negra es la protagonista.

Este tipo de turismo ha encontrado su lugar en zonas rurales donde la trufa forma parte de la cultura y de la economía local, convirtiéndose en una manera diferente de conocer el territorio.

La trufa negra: un producto tan apreciado como complejo

La trufa negra, conocida científicamente como Tuber melanosporum, es un hongo subterráneo que crece en simbiosis con las raíces de determinados árboles, como encinas, robles o avellanos. No se ve a simple vista y suele encontrarse a varios centímetros bajo tierra, lo que explica por qué su localización depende del olfato de animales entrenados.

Su valor gastronómico se debe, sobre todo, a su intenso y característico aroma, que alcanza su punto óptimo durante los meses fríos. La temporada de recolección va de mediados de noviembre a marzo, pero enero y febrero suelen ser los meses fuertes. A diferencia de otros cultivos, la trufa no se ‘planta’ de forma directa. Lo que se hace es crear el entorno adecuado, con árboles micorrizados, suelos calizos y determinadas condiciones de humedad y temperatura, para después añadir esporas de trufa alrededor de las raíces del árbol. Es un proceso largo, que requiere paciencia y conocimientos específicos, y que explica en parte por qué se trata de un producto tan exclusivo. 

Salir al campo: la experiencia de ‘cazar’ trufas

Uno de los momentos más esperados del trufiturismo es la salida al campo para buscar trufas. Es una actividad que suele realizarse en pequeños grupos y siempre acompañados por truficultores experimentados. El verdadero protagonista es el perro trufero, entrenado para detectar el aroma de la trufa bajo tierra.

La escena sucede entre árboles: el perro avanza entre ellos, olfatea el suelo y, cuando localiza una trufa, se detiene y marca el punto. A partir de ahí, es el trufero quien, con un machete estrecho y plano, extrae la pieza con cuidado, procurando dañar lo menos posible el terreno y las raíces del árbol. No es una búsqueda apresurada ni masiva, sino un trabajo preciso y respetuoso con el entorno, en el que hacen falta grandes dosis de paciencia.

Desenterrando trufas.

Teruel y Soria: dos territorios unidos por la trufa

Cuando se habla de trufa negra en España, Teruel y Soria aparecen siempre como referencias imprescindibles. Ambas provincias reúnen las condiciones naturales necesarias para su desarrollo y llevan décadas vinculadas a la truficultura, tanto en su vertiente silvestre como en plantaciones controladas.

En Teruel, la trufa negra se ha convertido en una auténtica seña de identidad. Zonas como Sarrión y su entorno destacan por sus encinares, sus suelos calizos y una tradición trufera que ha ido creciendo con los años. A principios de diciembre se celebra la Feria Monográfica de la Trufa Negra de Sarríon (FITRUF), un evento que ya ha celebrado XXIV ediciones y que marca el inicio de la temporada, reuniendo productores, profesionales de la gastronomía y visitantes interesados en conocer más sobre este producto.

Soria, por su parte, ofrece un paisaje diferente, dominado por pinares y robledales, pero igual de ligado a la trufa negra. Localidades como Abejar son conocidas por sus jornadas gastronómicas y por un enfoque muy divulgativo del trufiturismo, con actividades pensadas para acercar el producto tanto al público local como a quienes llegan de fuera. En Abejar, de hecho, cada año se celebra la Feria de la Trufa de Soria, de la que ya se han celebrado XXII ediciones. Durante el invierno, mercados especializados y platos donde la trufa es la protagonista completan la oferta, reforzando la conexión entre monte, cocina y turismo.

Trufa laminada al detalle.

De la tierra a la mesa: la trufa en la gastronomía local

Obviamente, el trufiturismo no estaría completo si no fuera acompañado por la gastronomía. Durante la temporada, la trufa negra se incorpora a la cocina local de diversa forma, desde platos sencillos hasta propuestas más elaboradas. Siempre, claro, con el objetivo de respetar su aroma y no enmascararlo. Huevos, pastas, arroces, carnes o pescados sirven como base para un ingrediente que se utiliza con moderación, pero con un protagonismo que lo cambia todo.

En Teruel y Soria, el invierno es también el momento de las jornadas gastronómicas dedicadas a la trufa negra, por lo que es una buena oportunidad para probarla en distintos formatos y comprobar cómo un mismo producto puede dar lugar a interpretaciones muy diferentes. En la provincia aragonesa, las jornadas se celebran entre mediados de febrero y mediados de marzo, y los establecimientos que se suman a ellas ofrecen tapas desde 3€, platos principales desde 7€ y menús degustación desde 30€. Mientras que en la provincia castellanoleonesa, las jornadas se celebran igualmente en febrero y marzo, y a ellas se unen restaurantes de toda la provincia con menús dedicados a la Tuber Melanosporum.

La trufa como protagonista de la gastronomía de temporada.

Un buen plan para viajar en invierno

El trufiturismo es una buena manera de unir turismo rural y gastronomía en invierno. Al ambiente tranquilo de los pueblos y del campo se suma una cocina muy ligada a la temporada, en la que la trufa negra marca la diferencia por su aroma, su sabor y porque solo se disfruta durante unos pocos meses al año.

Conocer el recorrido de la trufa, desde que se busca bajo tierra hasta que llega al plato, ayuda a valorar mejor el producto y todo lo que hay detrás. Teruel y Soria han sabido convertir esa singularidad en una propuesta que invita a viajar sin prisas y a disfrutar de un ingrediente tan especial como efímero, muy ligado al territorio y a su ritmo natural.

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