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Nein, nein, nein

Iñigo Sáenz de Ugarte / Iñigo Sáenz de Ugarte

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Poner todas las esperanzas en que Alemania cambiará de opinión sobre la crisis estructural de la eurozona es un gesto de fe que desafía la realidad. En un foro empresarial en Berlín, Angela Merkel ha vuelto a rechazar los eurobonos a los que ha definido como “el camino a la mediocridad”, posición en la que hay que suponer que sitúa a los gobiernos europeos, como el español, que creen que esa es la única salida viable.

Merkel también ha dicho que nadie “convencerá a Alemania con estas soluciones rápidas”. Algo de velocidad es precisamente lo que necesitan España e Italia. Al menos a esta hora la presión de los mercados no aumenta. A las 13.00 horas la prima de riesgo está en 538 puntos (cinco menos que ayer) y los tipos de los bonos a diez años en el 6,879%.

Pero si queremos una demostración más rotunda de testarudez alemana, nada supera la entrevista que el presidente del Bundesbank ha dado a varios medios europeos. Jens Weidmann sitúa en un horizonte muy lejano cualquier profundización de la unión política, fiscal y económica, que permitiría entre otras cosas mecanismos de financiación común como los eurobonos. ¿Quién es el responsable? No Alemania: more

Al menos según las encuestas, la opinión pública en Alemania estaría más dispuesta a embarcarse en una mayor integración política que la mayoría de los países. El último sondeo de Pew Research demuestra que en Alemania, un 58% está a favor. En otros países, la actitud es más negativa, sobre todo en aquellos que piden con más vehemencia la cohesión de riesgos y responsabilidades, como Italia, España o Francia. Tenemos que ser honestos en este debate. Llevará años y años. Tendríamos que modificar los tratados de la UE y nuestras Constituciones, e incluso celebrar un referéndum, por ejemplo en el caso de Alemania.

Años y años. No se parece mucho al llamamiento dramático y exagerado de ayer del ministro español García-Margallo, que pedía una solución en las próximas horas.

En esta entrevista, también estaba un periódico griego, Ekathimerini. ¿Alguna posibilidad de renegociar los acuerdos de austeridad, como pretende no ya la izquierda de Syriza sino hasta los conservadores de Nueva Democracia? A oídos del Bundesbank, eso tiene que ser una maldita broma.

Grecia ya ha recibido un trato especial, dice Weidmann, y no puede esperar más favores. “Si (el Gobierno que saldrá de las elecciones del domingo) decidiera salir del programa unilateralmente, en mi opinión significaría que ya no podrá prestarse más ayuda económica”. ¿Y si eso provocara la bancarrota inmediata de Grecia y su salida del euro? “No debemos permitir que nos haga chantaje un país por los efectos de contagio”.

Llamar chantajistas a toda la clase política griega va a encantar a los lectores de Ekathimerini. El concepto de diplomacia del Bundesbank es tan sutil como un ataque con bombas de racimo.

Nein, nein, nein.

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