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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Neutralidad de la Red: la nueva guerra fría

Marta Peirano / Marta Peirano

Berlín —

Este martes entró en vigor la primera ley de neutralidad de la Red en Europa. Holanda se ha convertido en el primer país europeo (y segundo en el mundo, después de Chile) en declarar que todos los bits son iguales ante la ley. Aprobada desde la primavera pasada, la puesta en marcha llega a tiempo para la resaca de la Conferencia Mundial sobre Telecomunicaciones Internacionales (WCIT), el evento que ha dividido el planeta en dos nuevos bloques irreconciliables que luchan por el control de Internet.

La Neutralidad de la Red es el principio que garantiza el derecho de los usuarios a acceder a cualquier contenido, aplicación o servicio en Internet sin la intervención de las proveedoras o la censura de empresas, gobiernos y administraciones. Bajo ese principio, las compañías de telecomunicaciones no podrían filtrar, bloquear, reconducir o favorecer el acceso a unos servicios por encima de otros. Ono no podría discriminar el tráfico de las redes P2P y Yoigo no podría cobrar extra por Skype pero tampoco podrían limpiar de publicidad las páginas que visitan sus usuarios. Gracias a ese principio podemos mandar SMS gratis y apoyar la #PrimaveraArabe, pero también permite que Etsy compita con Amazon y que Wikileaks se mida con el New York Times.

El primer tratado internacional de las comunicaciones en 24 años

La polémica conferencia fue convocada por la Unión Internacional de Comunicaciones (UIC), una agencia de las Naciones Unidas que reunió el pasado diciembre a representantes de 155 países en Dubai para renegociar el Tratado de Telecomunicaciones firmado en Melbourne en 1988 (el año de Amanece que no es poco, Un Pez llamado Wanda y Armas de Mujer). Tras dos semanas de propuestas, talleres y debates a puerta cerrada, ha habido tratado pero no acuerdo: el nuevo Reglamento de las Telecomunicaciones Internaciones ha sido firmado por 89 países y rechazado pública y escandalosamente por 51. Aparentemente, por defender la Neutralidad de la Red.

El reparto de bandos es revelador. Entre los firmantes están Rusia, todos los países asiáticos (salvo Japón, Mongolia y Filipinas), la mayor parte de África , todos los países de Oriente Medio y el grueso de Latinoamérica. La lista de rechazos incluye a Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, India, Chile, Costa Rica, Perú, Colombia, todos los países escandinavos y toda la Unión Europea, incluyendo España.

Aunque la tabla de firmas que ha publicado la organización es particularmente obtusa, este otro mapa en tres colores facilita la digestión: negro para los países firmantes, rojo para los rechazos y gris para los que no han podido votar por no pagar su cuota de socio.

Dos visiones del mundo, dos futuros de la Red

Hay varias maneras de verlo, aunque todas se parecen en lo malo:

  • Países desarrollados vs. países en vías de desarrollo
  • Democracias capitalistas vs. regímenes fundamentalistas/totalitarios/comunistas
  • Países conectados vs. países que se quieren conectar
  • Países donde la infraestructura es privada vs. países donde es pública
  • Países que quieren una Red libre por razones comerciales vs países que quieren una Red regulada por razones políticas
  • 2.600 millones de personas vs. 3.800 millones de personas
  • Dos tercios de Internet contra dos tercios de la población mundial

Hamadoun Touré, secretario general de la UIT, asegura que el problema es técnico y no político, y que su única intención es normalizar los acuerdos de roamming, facilitar la digitalización de los países en vías de desarrollo, proteger la Red de los cibercriminales y acabar con el spam. “Los problemas técnicos tienen soluciones técnicas –ha dicho–, los problemas políticos, soluciones políticas”. Los renegados argumentan que sus términos favorecen un control del tráfico que los países totalitarios pueden aprovechar para bloquear contenidos legítimos, espiar a los usuarios y justificar prácticas existentes de censura como la otra gran muralla china. La ingenuidad de Touré es difícil de justificar: las soluciones técnicas tienen consecuencias políticas. “En la Red y fuera de ella –recuerda Carlos Sánchez Almeida, abogado y activista por los derechos de Internet– cualquier limitación de libertad pasa por el control del código”.

Pero también interesa saber que el rechazo ha precedido al tratado. Google le declaró la guerra al congreso meses antes de que empezara, con campañas como Take Action, Access Now y whatistheitu.org. El Parlamento Europeo firmó una resolución -escrita principalmente por la representante del Partito Pirata- para detener el evento. Un filtrado accidental de una propuesta para sistematizar procesos de Inspección Profunda de Paquetes provocó ataques del colectivo Anonymous y el desprecio de las organizaciones más respetadas del Cyberespacio. Pero la raiz del problema es que la Comisión Federal de Comunicaciones norteamericana piensa que la agencia quiere robar el control de la Red. No ha ayudado que Putin expresara cándidamente su intención de “establecer un control internacional sobre Internet” con ayuda de la organización. “Se está gestando una nueva batalla internacional –sentenció Vinton G. Cerf, presidente del ICANN y uno de los padres de la Red– una batalla que decidirá el futuro de Internet”.

La otra verdad

Hay otra manera de verlo: Internet no es libre ni lo ha sido nunca; está en manos del ICANN y del gobierno norteamericano. Obama la considera parte de su complejo militar y se ha negado a ceder a las responsabilidades a las Naciones Unidas, como estaba planeado, o a ningún otro organismo internacional representado democráticamente. Esta situación es más contraria al espíritu de la Neutralidad de la Red que todos los presupuestos del tratado juntos y ofrece una última interpretación del mapa de tres colores: países que aceptan el control total de USA sobre la Red y los que no.

Los países que han rechazan el nuevo acuerdo seguirán atados al antiguo hasta que venza el 1 de enero de 2015. Desde hoy y hasta entonces, la Red que conocemos probablemente desaparecerá, pero lo decidirán las empresas y el modelo speedyboarding que confabulan en nuestra imaginación, sino la legislación. Países como Holanda ya han decidido proteger la Red de los intereses que han convertido el resto de infraestructuras en servicios y a los ciudadanos en usuarios. No sabemos si España hará lo mismo porque del anteproyecto de la Reforma de las Telecomunicaciones sólo veremos la nota de prensa, hasta que sea proyecto de ley y lo publique el Congreso. España es así.

En los dos frentes se tomarán decisiones determinantes y no todas serán buenas, pero muchas de las malas las tomaremos los usuarios. Mis dos advertencias para el año de la Serpiente: proteged vuestras comunicaciones y alejaos de la Nube.

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