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El panorama se ennegrece: en España y fuera

Carlos Elordi / Carlos Elordi

Ya ni siquiera los medios oficiales españoles lanzan las campanas al vuelo cuando el Tesoro logra colocar una emisión de deuda pública. Hasta los más fieles del Gobierno empiezan a entender que esos éxitos aparentes quieren decir muy poco frente a la avalancha de datos negativos que los ahogan en pocos minutos. Los expertos lo explican diciendo que el dinero con el que se compran esos títulos no viene de los inversores internacionales sino de la banca española y que, por tanto, las citadas compras son poco más que un cambio de cromos que en nada modifica la angustiosa situación de nuestras finanzas públicas.

El Wall Street Journal no se ha andado con contemplaciones a la hora de contar lo que está pasando en ese capítulo. Y ha sacado claras conclusiones de lo que le puede pasar a España es un inmediato futuro. more

En un artículo titulado “La pobre subasta de España anuncia problemas”, el diario norteamericano dice: “Sí, ciertamente el jueves España colocó 2,98 millones de euros. Pero el precio que pagó estuvo lejos del que sus títulos alcanzan en el mercado secundario, lo cual indica que los compradores no tienen mucho apetito por ellos. Los títulos españoles están en tierra de nadie. Son demasiado arriesgados para los inversores tradicionales y no lo suficientemente altos como para atraer a los fondos de riesgo”.

De todos modos, siguen subiendo. Y el Wall Street Journal se pregunta: “¿Qué puede parar ese ascenso? Los datos económicos no van a ayudar. Los depósitos bancarios siguen registrando fugas, sube la morosidad y caen los precios de la vivienda. Las nuevas medidas de austeridad reducirán el crecimiento. Los inversores creen que los títulos españoles quedarán pronto fuera del mercado. Eso conduce a una intervención de la economía española. Pero los fondos europeos de salvamento son limitados”.

Esa impresión es compartida por otros diarios. Además de que los diarios de referencia siguen con atención las protestas que se están produciendo en España (Le Monde dedica un blog sólo a ese asunto: “L'Espagne desenchantée”.), en estos momentos ya nadie duda de que España necesita ser intervenida. A la griega, a la portuguesa o a la española, que las diferencias serían mínimas.

Lo que nadie tiene seguro es que la Europa rica está a estas alturas dispuesta a poner las ingentes cantidades que a España le hacen falta para evitar la suspensión  de pagos. Der Spiegel ha destacado un sondeo según el cual el 52% de los votantes de Angela Merkel, es decir, del centroderecha alemán, está en contra de nuevas operaciones de salvamento financiero. Y la mayoría de ellos dice que no le importa que el precio a pagar sea el final del euro, tal y como está concebido actualmente, es decir, con los países mediterráneos formando parte del mismo. La vuelta a la peseta está de nuevo en la mesa de debate, aunque nadie sabe qué tendría consecuencias más terribles para los ciudadanos, si eso o la intervención.

Los analistas internacionales no tienen las ideas muy claras sobre lo que puede hacer Angela Merkel. Pero no pocos temen que pueda dar sorpresas. Por ahora ha conseguido que su Parlamento –con muchos de los diputados de su partido en contra-- apruebe el rescate de la banca española. Pero no está dicho que esté dispuesta a dar nuevos pasos en esa dirección.

Por cierto, que el mismo día que informaba de esa votación, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, un diario conservador, publicaba un editorial que decía: “Crece la aversión de los contribuyentes europeos hacia la banca. Esas críticas están plenamente justificadas. Porque los bancos están haciendo pagar a otros sus propios fracasos, sin que ellos hagan esfuerzo alguno. La banca está gravemente enferma y los pocos cambios que en ella se han hecho en los últimos años son insuficientes. Su mayor problema es que sus actividades normales no son rentables”.

En definitiva, que los temores aumentan en todas partes. El conflicto sirio, que podría terminar en una carnicería, y no precisamente pronto, está tirando hacia arriba de los precios del petróleo. Para colmo, el Financial Times asegura que el mundo se enfrenta a una nueva crisis alimentaria, por culpa, sobre todo pero no sólo, de la formidable sequía que sufre Estados Unidos, en donde se produce el 50% del maíz, la soja y el trigo que se exporta en el mundo. “Los precios de esos productos están superando los niveles que se alcanzaron en 2008, cuando una situación similar provocó levantamientos populares en 30 países”. Y la sequía va a seguir: “Miro todos los días al cielo y cada noche rezo para que llueva”, declaró este miércoles el secretario norteamericano de Agricultura, Tom Vilsack.

Casi lo mismo ha escrito el alcalde de Londres en el Daily Telegraph. Pero en este caso para que no llueva, que es lo que las previsiones dicen que ocurrirá, cuando empiecen los Juegos Olímpicos, contra los cuales está buena parte de los londinenses: porque tienen un coste injustificable para un país sometido a una dura cura de austeridad, porque la organización es un desastre y porque las medidas de seguridad les van a hacer la vida imposible. “Creo que ha llegado el momento de rezar o de hacer un ritual pagano para que nos llegue algo parecido al verano”, ha escrito Boris Johnson.

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