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El Diari de la Cultura forma parte de un proyecto de periodismo independiente y crítico comprometido con las expresions más avanzadas del teatro, la música, la literatura y el cine. Si quieres participar ponte en contacto con nosotros en  fundacio@catalunyaplural.cat.

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El gran reto de la música en directo

Concierto en el Heliogàbal de Barcelona

Oriol Puig

Sus dimensiones -70 metros cuadrados y un escenario de 2 por 4- y una agenda musical de calidad han convertido el Heliogàbal, o el Helio, como lo conocen los parroquianos, en un referente como sala de conciertos de pequeño formato y proximidad. El bar, fue reconocido en 2012 con un Premio Ciudad de Barcelona por su labor de difusión musical. Sin embargo, no dispone de licencia como sala de conciertos. Técnicamente, el espacio es considerado un bar. Sin esta licencia, la sala se encuentra, desde hace años, en una situación indefinida y los límites de la legalidad. El local ha solicitado al Ayuntamiento cobertura legal para poder llevar a cabo su actividad sin exponerse a multas, como las dos que ha recibido recientemente por exceso de aforo (en relación con lo que permite su licencia) . A resultas de las últimas inspecciones de la Guardia Urbana -motivada por las quejas de un mismo vecino, según los responsables de la sala- y de las dos sanciones por un valor total de 100.000 euros, el pasado sábado el Heliogàbal trasladó un concierto que tenía previsto en la sala Be Cool, y ha decidido suspender o programar en otros espacios los próximos conciertos para evitar nuevas multas.

Nuevas garantías legales

La música en directo ha asumido un papel central en el ámbito cultural durante los últimos años, y Barcelona se enfrenta a una serie de desafíos que conviene abordar desde todas las perspectivas posibles. El consistorio barcelonés ha hecho saber esta misma semana que ya trabaja para modificar, en parte, la legislación que regula la música en directo en Barcelona, en atención a salas de pequeño formato que por una razón u otra no disponen de licencia para ofrecer música en directo pero que, de hecho, organizan conciertos como asociación cultural, entre otras fórmulas. Según ha avanzado el consistorio, se trataría de dotar de “garantías” legales a estos locales singulares. El Heliogabal mantendrá la decisión de no programar conciertos mientras realizan un estudio de impacto acústico y de seguridad que, en caso de aprobarse, les permitirá organizar nuevamente conciertos con un permiso extraordinario que habrá que solicitar para cada evento. Este es el acuerdo al que llegaron viernes 22 de enero el Distrito de Gracia y el Heliogàbal, “a la espera de que se resuelva la cuestión de la normativa general sobre música en directo en Barcelona”, subrayan. Al respecto, valoran positivamente que el Ayuntamiento haya iniciado el camino hacia un cambio de normativa. “Es la primera vez que se dice explícitamente”, valoran los responsable de la sala, y añaden que les consta que “se está trabajando y que se han puesto en contacto con mucha gente para hablar de este tema”. A principios de mes, la sala denunció lo que consideraba que era un acoso por parte de la Guardia Urbana y ya, entonces, la comisionada de Cultura, Berta Sureda, y el teniente de alcalde de Cultura, Jaume Asens, se comprometieron a estudiar el caso.

Salir de la clandestinidad

De un tiempo a esta parte, promotores y artistas se han unido para pedir la modificación de la ordenanza municipal para permitir que los bares puedan programar música en directo sin un permiso expreso “en horarios responsables”. La principal crítica de los gestores culturales como los artistas es la dureza de la actual ordenanza, que exige una licencia específica -además de la licencia de bar o de restaurante- y tener el local completamente insonorizado, un coste demasiado elevado para muchos locales. De ahí que pongan el acento en dar cobertura legal a actuaciones en horarios familiares y espectáculos de pequeño formato. La normativa vigente no hace ninguna distinción a nivel cualitativo ni técnico. Muchos locales programan casi en la clandestinidad y las condiciones en que se contrata a los músicos son precarias. Aseguran que “todo es cuestión de voluntad política” y con un debate riguroso sobre el tema se puede llegar a una solución de consenso. Defienden que las salas pequeñas que trabajan en barrios contribuyen a crear un tejido social que encuentra traducción en la ciudad. Por este motivo piden que se trate cada caso de manera diferente y específica: la regularización de una licencia concreta, aprobar un festival, permitir la apertura según el contexto espacial y ciudadano de cada barrio.

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