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Descubriendo a Frédéric Pajak, el inventor del ensayo gráfico

Ilustración de 'Manifiesto incierto', de Frédéric Pajak

Francesc Miró

“Soy un niño; diez años tal vez. Sueño con un libro, mezcla de palabras e imágenes. Retazos de aventura, recuerdos reunidos, sentencias, fantasmas, héroes olvidados, árboles, el mar furioso. Amontono frases y dibujos, por las noches, los jueves por la tarde, pero muy especialmente los días de anginas o bronquitis, solo en el piso familiar, libre. Con ellos levanto un andamio que enseguida destruyo. El libro muere cada día”, así arranca Manifiesto incierto, una de las obras más importantes de Frédéric Pajak publicado en España por Errata Naturae.

En este inicio, que podría parecer baladí, se sintetizan sus voluntades artísticas más profundas. Si un libro muere cada día, otro debe nacer y Pajak siente el peso de la responsabilibad que implica dar a luz. Sabe que cada vez que un texto nace, también lo hace un escritor.

Obra y obrero son inseparables, e incluso los biógrafos dejan parte de ellos mismos cuando analizan y documentan la vida de los demás. Por eso Frédéric Pajak ha renunciado a aparentar objetividad. Cuando narra esas vivencias, mezcla las suyas con las de grandes figuras del pensamiento y la literatura universal. Pero no lo hace con una novelita ni con un ensayo al uso, riza el rizo de lo improbable en lo que se ha tenido a bien bautizar como “ensayo gráfico”.

Pero... ¿Qué es el ensayo gráfico? Es difícil decirlo pero cuando uno lee Manifiesto incierto o La inmensa soledad, sabe que está delante de una lectura que no se parece a nada pero recuerda a muchas cosas. Letra e ilustración se muestran en ambas de una manera inédita. Están íntimamente unidos y son inseparables, no significan nada el uno sin el otro. No estás ante un cómic, ni una novela gráfica, ni un libro ilustrado. Estás ante un Frédéric Pajak.

La inmensa soledad de un biógrafo inclasificable

La inmensa soledad

Frédéric Pajak nace en 1955 en los los Altos del Sena con un pincel bajo el brazo. Su padre, el pintor Jacques Pajak, le instruye en múltiples disciplinas mientras viaja con él por toda Europa. Un día, el niño deja de viajar, su padre fallece en un accidente de coche cuando él tiene nueve años. Desde entonces crece y se forma entre galerías y bibliotecas, otras formas de emigrar. De uno mismo y hacia cualquier destino.

Después de trabajar en periódicos y suplementos franceses y suizos, lleva a la imprenta su primera novela, Le bon larron. Tiene 32 años y no se encuentra del todo cómodo en su piel de ilustrador, ni en la de redactor jefe. En 1995 abre su editorial y desde entonces se convierte en lo que hoy es una de sus principales ocupaciones: publica a los dibujantes más interesantes de nuestra época en Les Cahiers Dessinés. De una investigación concienzuda de estilos e influencias extrae su propio estilo. En su obra ahonda siempre en los planteamientos discursivos de grandes pensadores. Desde Martin Luther, l'inventeur de la solitude hasta Humour: une biographie de James Joyce escrito a cuatro manos con Yves Tenret, su carrera es desbrozar hasta el último engranaje de grandes mentes pretéritas a él.

Entre unos títulos y otros, publica la obra que le otorga la fama que nunca buscó: La inmensa soledad, una obra que entrelaza las vidas, a priori tan separadas, de Friedrich Nietzsche y Cesare Pavese. Nace el ensayo gráfico entre las páginas de un libro sobre pensadores y escritores. Sobre su vida y el nivel de yuxtaposición que siempre existe entre ambas.

Manifiesto incierto del futuro del ensayo gráfico

Manifiesto incierto

“Presiente lo peor, pero, al contrario que sus amigos del Instituto de Investigación Social, decide quedarse en el viejo continente. Si el enemigo triunfa, ni siquiera los muertos estarán a salvo”, reza un capítulo clave el libro de Pajak. Habla de Walter Benjamin, quién desde luego no consiguió ponerse a salvo. Se suicidó en Portbou ante el acecho de los nazis, aunque hay quien dice que fue un complot orquestado por Stalin.

De la obra que le dió la fama, llegamos a la obra con la que no busca la posteridad, pero tal vez la consiga. Manifiesto incierto, la enorme biografía de Walter Benjamin dividida en cuatro volúmenes del que ahora se publica el primero.

Un ensayo gráfico sobre el filósofo alemán, su existencia contradictoria y su pensamiento siempre al contraataque. Un libro sobre sus últimos días custodiando una felicidad demasiado frágil, leyendo en los cafés y las playas de Ibiza, mientras desde el continente llegan las noticias del ascenso de Hitler al poder. Benjamin, judío y marxista, ya no podrá volver a Alemania ni a la biblioteca de su diminuto piso; de hecho, los libros que él mismo escribió arden en las plazas de Berlín.

Esta etapa de la vida del alemán, se mezcla con la vida y las aspiraciones de Pajak. El resultado es un libro marcado por un fuerte tono pesimista y lírico que nos mete en la mente de ambos, desolados ante la persistencia del dolor y el horror. Pausada, contemplativa como el mejor cine de Apichatpong Weerasethakul, oscura como un relato de Edgar Allan Poe, e impactante como una novela gráfica de Art Spiegelman.

Entre sus páginas está el último ejemplo de un género literario que empieza y termina en sí mismo y hecho de dualidades. Escritura y dibujo, narración y reflexión, filosofía y viñeta. O simplemente, otra obra de Frédéric Pajak, el creador del ensayo gráfico.

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