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La zona de Alepo ha pasado de tener 3.000 médicos a 52 por culpa de la guerra siria

Gabriela Sánchez

“Cuando había bombardeos mientras trabajábamos con los equipos médicos, sabíamos que en cualquier momento podían atacarnos”. Mohamed recuerda desde Berlín sus años como asistente administrativo de Médicos Sin Fronteras en Alepo. Ese miedo a ser bombardeado mientras ayudaba a sus vecinos obligó a tomar una decisión complicada. “Tengo vergüenza porque muchos de mis amigos siguen allí, en Siria...”. Pero los ataques constantes a hospitales le empujaron, los mismos que están acabando con el personal sanitario de la zona de Alepo controlada por los rebeldes: de los 3.000 médicos con los que contaba la ciudad, solo quedan 52, según ha denunciado Médicos Sin Fronteras. En marzo, contabilizaban 97.

Los ataques a hospitales y al personal sanitario -crímenes de guerra- han transformado el modo de hacer medicina en Siria. “Las estructuras de salud se han convertido en un objetivo militar lo que nos ha obligado a modificar nuestra forma de asistir a la gente. El concepto de hospital ya no existe como tal”, afirma Teresa Sancristobal, responsable de la unidad de Emergencias de MSF. “El hecho de que cures a alguien del otro lado es un factor de riesgo. Ser cirujano o combatiente no es muy diferente en Alepo. Ambos corren riesgos”.

Los garajes se han convertido en centros hospitalarios clandestinos, los médicos buscan “sótanos” para curar a la población civil de una zona donde los ataques con bombas de racimo son frecuentes. Los pacientes temen permanecer ingresados tras someterse a una operación, a pesar del riesgo a infección existente horas después de pasar por el quirófano. Algunos vecinos se oponen a la creación de hospitales cerca de sus casas: creen que tienen más posibilidades de morir si están cerca de un centro sanitario.

“Nuestros pacientes consideran que asumen más riesgos recuperándose de una operación en el hospital, que si se curan en casa. Nos vemos obligados a intentar negociar con ellos. Les decimos que se puede morir [a causa de una infección]. Y te responden: 'No te preocupes, si me voy a morir igual'. No puedes discutir mucho más, porque sabes que es verdad”, explica Sancristobal con impotencia.

Es de este tipo de situaciones de las que están huyendo cientos de miles de refugiados. Pero otros se quedan. “Es trágico. No solo la parte humana directa de esas personas que se van, sino que ellos son básicamente la columna vertebral de los servicios que la población necesita del país”, ha lamentado Pablo Marco, responsable de Operaciones de MSF en Siria. “Las personas que quedan en Siria no lo hacen por elección propia, son los más vulnerables. Ser refugiado exige tener un mínimo de dinero para emprender el viaje”, recuerda la responsable de la unidad de Emergencias de MSF.

Mahmud trabajó durante años como médico en urgencias de MSF en Alepo y todavía se maldice por haber optado por huir a Alemania y salvar su vida. “Fue muy complicado. Mientras estaba en Siria estaba satisfecho porque servía a mi país, a mi gente, porque lo que la gente en Siria necesita es no tener que marcharse. Así que fue una decisión muy muy difícil”, reconoce el doctor de 30 años.

“Incluso ahora, cuando hago examen de conciencia, a veces creo que me he precipitado, que no me tendría que haber ido, porque mi familia me necesitaba”, admite el sirio en un testimonio recogido por MSF. Huyó de Siria con un grupo de 13 personas, seis de ellos personal médico.

El acceso a los medicamentos también se convierte en odisea. Médicos sin Fronteras ha mostrado la dificultad para ejercer su labor en zonas controladas por el régimen, donde asegura que han llegado a tardar hasta cuatro meses y medio en introducir fármacos en asedios de la zona de Damasco, con redes incluso de 17 personas. “Todas ellas se juegan la vida”, apunta la responsable de Emergencias de MSF.

En los últimos meses la situación ha empeorado en Siria, especialmente a raíz de la entrada en el conflicto del Ejército ruso, que ha empezado a bombardear determinadas áreas del país donde se encuentran los opositores de Bashar Al Assad. Estas zonas se habían estabilizado en los últimos meses. Según la ONG, en las provincias de Idlib y Hama, se han producido 100.000 desplazados forzososen las tres últimas semanas, mientras que en Alepo son 50.000 las personas que han tomado la determinación de huir durante este tiempo.

La ONG recuerda que cada vez es más difícil conseguir agua potable en Alepo. “Estamos preocupados porque el colera o el sarampión pueden llegar a Siria”, añade Marco.

Esta es “la auténtica crisis”, resumen desde Médicos Sin Fronteras en referencia al desplazamiento forzoso de cientos de miles de refugiados a los países europeos. “La autentica crisis no está en Europa sino en Siria, Afganistán, Irak y Yemen”, recuerdan desde la ONG. Está en el origen que empuja y motiva el éxodo masivo que ahora ha alcanzado Europa.

Mohamed, después de haber cruzado multitud de fronteras hasta alcanzar Alemania, no entiende la atención que despiertan los refugiados ni el olvido al que están abocados aquellos a los que ha dejado atrás. “Todo el mundo se concentra en una 'crisis de refugiados', pero para mí no es una crisis. He vivido los 20 años en Siria, he vivido los últimos cuatro o cinco años de guerra y finalmente decidí irme. Creo que en lo que hay que fijarse es en la situación de dentro de Siria, no en las personas que lo están abandonando”.

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