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Estos son los perdedores y ganadores de una hipotética renta básica

La OCDE dice que la renta básica tiene que ir acompañada de un amplio debate.

Ana Requena Aguilar

La propuesta de una renta básica es simple: un ingreso asegurado y universal para toda la población sean cuales sean sus circunstancias e ingresos. Cómo hacerlo y qué efectos tendría, no tanto. El último informe de la OCDE sobre renta básica alerta de que los sistemas de protección social y beneficios sociales actuales son tan complejos que su reemplazo por una renta básica crearía un complicado balance de ganadores y perdedores. De hecho, este ingreso podría no contribuir apenas a reducir la pobreza en algunos países. 

Ese balance dependería de dos factores: quiénes son los beneficiarios de los sistemas actuales y cómo se plantearía la renta básica, es decir, cómo se financiaría y a qué beneficios sustituiría. Una foto del estado actual ayuda a mostrar qué población recibe más transferencias sociales. Estas transferencias sociales se hacen en forma de subsidios, prestaciones, pero también a través del sistema de pensiones, de la educación o del sistema fiscal. 

En Finlandia, por ejemplo, el 20% más pobre recibe cuatro veces más transferencias que el 20% más rico. En Francia, los dos estratos de población acaban por recibir prácticamente lo mismo por diferentes vías. En otro grupo de países, entre los que se encuentran España, Grecia, Portugal e Italia, el 20% más rico se beneficia del triple de transferencias sociales que el 20% más pobre, una irregularidad que marca la ineficienca del sistema de protección social de los países del sur de Europa.

Este reparto es clave para saber quién gana y quién pierde. Si la renta básica sustituyera a los beneficios actuales, es decir, si el dinero que ahora se gasta en todas las prestaciones se sumara y se repartiera en cantidades iguales a cada ciudadano, los más pobres de algunos países con fuertes sistemas de protección (como los nórdicos) saldrían perdiendo. “Como en la mayoría de países estas transferencias están dirigidas a la población con niveles más bajos de ingresos estas personas ya están recibiendo unos beneficios mayores que lo que percibirían si se sustituyen por la renta básica”, explica el politólogo Pepe Fernández Albertos. En esos casos, la renta básica no solo no serviría para reducir la pobreza, sino que harían que gente que ahora está fuera de ese umbral cayera en él al reducir sus ingresos.

No es el caso de España. Al pertenecer al grupo de países donde las transferencias sociales benefician tan poco a los grupos más desfavorecidos, estas personas podrían salir ganando si se sustituyeran por una renta básica. “En España los programas de transferencia son muy poco redistributivos”, apunta Fernández Albertos. Las clases medias que ahora apenas se benefician de alguna ayuda también ganarían al empezar a recibir un cheque mensual con su renta básica.

El otro factor a tener cuenta es a qué sustituye y cómo se paga esa renta básica. Un argumento muy usado por sus defensores es que esta medida podría tener un coste cero: al sustituir a muchos programas de ayudas y prestaciones actuales se usaría ese dinero para financiarla. Pero, ¿cuál sería la cuantía de la renta básica que saldría? Los cálculos de la OCDE señalan que, en general, derivaría en una prestación de cuantía inferior a los sistemas de rentas mínimas que ya están funcionando en cada país. Es el caso de España: esos ingresos mínimos representan ahora  el 60% del umbral de la pobreza, mientras que una renta básica financiada de esta manera (a coste cero) estaría en el 35% de ese umbral. 

La OCDE dice, por tanto, que sin impuestos adicionales una renta básica a coste cero “estaría muy lejos de erradicar la pobreza”, pero que conseguir una renta por encima del umbral de la pobreza sería “muy cara”. “La idea es que si quieres tener una renta básica que esté por encima del umbral de la pobreza o bien introduces algunos criterios de condicionalidad para percibirla, lo que lleva a perder algunas de sus características, o bien tienes que aumentar tu presupuesto, lo que acaba con la idea de presupuesto cero, de que implantarla no supondría un aumento del gasto”, señala el politólogo. 

La OCDE concluye que la introducción de una renta básica debería ser, por tanto, paulatina e ir acompañada de un debate sobre cómo asumir una distribución más equitativa del crecimiento económico. Lo que parece claro, constata el organismo, es que las nuevas formas de empleo, el aumento de la desigualdad, la amenaza de miles de trabajos perdidos por la robotización y los desequilibrios entre vida laboral y personal están haciendo que el debate sobre la renta básica esté cada vez más presente.

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