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Jinba Ittai: la conexión entre coche y conductor por encima de todo

Mazda aplica la filosofía Jinba Ittai al nuevo CX-5

Jorge Castro

En Japón, el término Jinba Ittai describe la íntima relación que se establece entre un jinete y su caballo. Una sintonía que consigue convertir a la montura en la prolongación no solo de su cuerpo, sino de su mente: ir exactamente donde piensa y hacerlo en la manera más precisa, cómoda y segura.

Inspirándose en esta filosofía, Mazda ha diseñado y producido cada elemento relacionado con la conducción del nuevo CX-5. Si bien el concepto es extensible a toda su gama, la marca japonesa ha puesto especial empeño en desarrollarla en este modelo, a través del triángulo volante-pedalier-asiento, la orientación del salpicadero, la respuesta de la dirección o la altura misma del pomo de la palanca de cambios.

Un caballo triplica fácilmente la escala de un humano; un automóvil, la multiplica todavía más. Y, sin embargo, un buen jinete se mueve con un caballo con soltura, como si fuera una prolongación de sus extremidades. Eso mismo es lo que persigue el concepto Jinba Ittai en lo referido a la conexión entre el coche y el conductor: dominarlo de manera natural, sin necesidad de tensionar ningún músculo o exigir una plena concentración. En la nueva generación de Mazda CX-5, la palanca de cambios se ha elevado 40 milímetros para que la mano caiga de forma más natural sobre el pomo.

El volante es menos voluminoso y su conexión con las ruedas, más directa. Todos los mandos se encuentran orientados hacia el conductor y tanto su posición como tacto viene determinada por ese concepto original. Más aún: por primera vez en Mazda, la información se proyecta directamente sobre el parabrisas, de forma que no hay que quitar la vista del plano de la carretera. Y puesto que el trabajo aerodinámico de sellado de los huecos bajo los paneles de la carrocería y la canalización de las vibraciones hacia el interior ha sido muy tenido en consideración, el CX-5 arropa a sus ocupantes con una cálida sensación de silencio y confort.

El Mazda CX-5 se siente más pequeño y menos voluminoso de lo que podría ser natural en un vehículo con silueta todo camino. Su longitud de 4,55 metros lo coloca en el tráfico como un compacto ligeramente más grande o una berlina recortada. Sus parientes de gama, Mazda 3 y Mazda 6, arrojan 4,47 metros y 4,87, respectivamente. Y es que la implementación de unas soluciones estudiadas y sencillas en la suspensión, así como una reducción del peso mediante el uso de aceros de resistencia alta y ultra-alta contribuyen a una mayor ligereza del conjunto, aumentando los niveles de seguridad.

En marcha, cobra importancia una tecnología muy poco extendida: el control del par en función de la inercia del coche. Denominado G-Vectoring Control, el GVC analiza la posición del volante y el acelerador en el momento de abordar una curva, y reduce momentáneamente la cantidad de par aplicado para que un peso extra en las ruedas delanteras incremente el agarre. Un instante después, el aporte de par se crece transmitiendo masa a las ruedas traseras, consiguiendo una salida limpia y segura sin intervención el conductor. Jinba Ittai en sentido estricto del concepto, alcanzado mediante un desempeño técnico.

Mazda demuestra una vez más que interior, carrocería, conjunto motor-transmisión y sistemas electrónicos sofisticados pueden y deben alinearse con un objetivo común a toda la gama de modelos: una conducción fuera de lo común.

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