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¿Por qué todo es diésel a nuestro alrededor?

Motor turbodiésel TDI

Jorge Castro

La máquina de vapor sustituyó la fuerza animal a mediados del siglo XIX al tiempo que multiplicaba la cantidad de trabajo que podía asumir el ser humano. El germen de la revolución industrial había fructificado en las fábricas, pero no solo bajo enormes superficies techadas: también en maquinaria de obras públicas, agricultura o transporte.

Sin embargo, la máquina de vapor arrastraba algunos problemas endémicos fruto de su diseño. Echarla a andar era lento, ocupaba a varias personas, demandaba un enorme trabajo físico para alimentarla de carbón y era a todas luces, una oda a la ineficiencia por sus pérdidas térmicas en diversos puntos de su arquitectura: el quemador, la caldera, los pistones, las conducciones del vapor... Exigencias de la combustión externa.

El motor de combustión interna

A finales de siglo, el motor de combustión interna había sido experimentada con éxito en el motor de ciclo Otto (popularmente, el motor de gasolina), con una eficiencia superior, facilidad de puesta en marcha y mayor compacidad a igualdad de rendimiento. Sin embargo, demandaba de un derivado del petróleo caro de refinar y por lo tanto, absolutamente inadecuado para su uso más allá de motocicletas, automóviles y pequeños motores estacionarios.

Fue Rudolf Diesel quien consiguió encender la chispa a la vista de los populares encendedores neumáticos. Un tubo metálico dentro del cual, un émbolo impulsado con la fuerza de la mano era capaz de hacer prender un pequeño trozo de material combustible. Su idea era la misma, solo que sustituyendo el combustible por un derivado primario del petróleo, fácil de obtener y con la capacidad de arder bajo presión. El motor con su apellido era patentado en 1891 y en pocos años sustituía cualquier aplicación soportada por los motores de carbón y vapor.

El más popular y, a la vez, impopular

En el siglo XX su popularización alcanzó el grado máximo, y hoy es difícil no pensar en un motor de alto rendimiento que no se alimente con gasóleo. Cada vez más compactos, más eficientes y económicos, los motores diésel han llegado a nuestros días con una enorme carga negativa en términos de impacto ambiental, alimentada además por los recientes casos de manipulación en los resultados para satisfacer las normativas anti contaminación actuales.

¿Son, pues, los motores diésel tan malos como nos los pintan? ¿Olvidamos su papel democratizador del trabajo duro en tiempos de carestía? Este interesante reportaje de la BBC presentado por el divulgador Mark Evans, pone media hora de luz acerca de este tema. Puedes verlo en el repositorio oficial de BBC Four donde se encuentra. Y, no digas nada, aquí abajo, en Youtube:

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