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El último amigo de Astorga

Javier Fragoso anunciando el cese de Astorga como concejal de Policía y Tráfico

Julio M. Martínez

Badajoz —

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Ayer compareció el alcalde de Badajoz para hablar sobre la polémica que le dejó a modo de rebajas de agosto su concejal de Hacienda y Policía Local, Alberto Astorga. Para escurrir el bulto todo lo posible y evitar que alguna esquirla de la metralla disparada contra su mano derecha le alcance, el equipo de Fragoso se esforzó en darle toda la notoriedad posible a su comparecencia. La expectación ha sido tan grande que de haber acudido a la rueda de prensa con capelo cardenalicio y bata de cola a lo monseñor Cañizares nadie se hubiera sorprendido. Pero Fragoso en su afán de no destacar se escondió tras el cadáver de su amigo para evitar los disparos, e incluso anunció que si el caso se agrava él mismo le dará el tiro de gracia.

Astorga ha pasado por muchas manos y por muchos sillones que, bien sea por culo inquieto o por desavenencias, siempre ha terminado por perder por una patada en el medio de sus inquietudes. Salió de la Delegación del Gobierno en sus años de asesor baselguista, entró por cuotas en el reparto de poder entre facciones que es la Asamblea de Extremadura y al final acabó en la provincial de Badajoz escalando hasta ser el número dos de Fragoso.

Han sido demasiados veranos electorales los que ha tenido que soportar, el concejal de la moto, aparcado en la cuneta. Abandonado por Baselga, abandonado por Floriano, después olvidado por Monago y finalmente haciendo de parapeto de verano para Fragoso, su último amigo y epílogo de sus desdichas.

En política nada hay seguro, todo es fugaz y tan pronto Roma te aclama vencedor y corona de laureles como sufres una conjura donde tus más allegados te apuñalan en un rincón de tu casa. Astorga evidencia muchos males de la clase política sin estar exento de virtudes y pese a ser quizá el concejal intelectualmente mejor preparado, ha visto cómo su ansia de poder y afán de medrar le ha costado caro. Las conjuras palaciegas las gana el que tiene más delatores a su servicio, esconde los mejores secretos o maneja el veneno con más astucia.

No era cosa fácil descabalgar al número dos en plena carrera montando con la silla sobrepuesta y sin las correas que da una victoria electoral que no ha tenido, por eso quizá Fragoso ha necesitado su tiempo para preparar el golpe, escenificarlo y ponerse a la cabeza de los justicieros de la transparencia golpeándose el pecho.

La anunciada comparecencia no será el ejercicio de transparencia que dice Fragoso, sino la escenificación pública del auto de fe contra el impío Astorga. Acostumbrado Fragoso a los caminos hechos y los sillones calientes, es natural que temiera la alargada sombra de su concejal de Hacienda proyectarse sobre su menuda silueta.

El alcalde quiere volver al sillón sin mancharse los zapatos y si para ello necesita saltar sobre los cadáveres políticos de los que puedan hacerle sombra podemos estar seguros de ver más escenas como esta. Vista la pompa y fanfarria del anuncio creo que no estaría de más que para el próximo auto de fe, Fragoso aprovechase que comparte talla con Cañizares y nos regalase la vista con una subida ceremonial ataviado de rojo y cola, caminando detrás del desdichado Astorga adornado por el sambenito de rigor. Líbera me, Dómine, de morteætérna, in die illa treménda.

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