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“Ellos no me echaron. Yo sigo siendo presidenta”

Dilma Roussef durante la entrevista concedida a Agencia Pública. José Cícero da Silva–AgênciaPública

Andrea Dip, Marina Amaral, Vera Saavedra Durão y Natalia Viana

Agência Pública —

Sin vecinos visibles y enclavado en el medio del 'cerrado', la sabana tropical de Brasilia, el Palacio de la Alvorada es un festín para los ojos. Subimos algunos escalones y entramos en una sala con una altura enorme, colorida por los productos de tapicería del chileno Kennedy Bahía, sobre la pared de madera que rodea al cuadro “Colhendo Café” (Recolectando Café), de Djanira. Es allí, en el ambiente más acogedor de la sala, en un sofá blanco rodeado de sillones que Dilma Rousseff, la presidenta suspendida el 12 de mayo pasado hasta que el proceso de juicio político sea definido por el Senado, ha concedido entrevistas, la mayoría de ellas a la prensa extranjera.

Ella llega con media hora de retraso, sonriente más allá del protocolo. Dilma Rousseff y la periodista económica Vera Durão, que compone el equipo de Agência Pública en la primera entrevista que concede a un grupo de periodistas mujeres, se conocen hace 50 años, como constata la presidenta, después de comprobar con su amiga la fecha: 1966. Las dos mujeres oriundas del Estado de Minas Gerais eran militantes de izquierda antes de unirse a VAR-Palmares, la organización fundada en 1969 para ejercer la lucha armada contra la dictadura militar brasileña (1964-1985).

Ellas fueron compañeras de celda en el final de los casi tres años que la presidenta pasó en la prisión, después de ser capturada por la Operación Bandeirante (Oban), la unidad de tortura y aniquilación de presos políticos de II Cuerpo del Ejército, en São Paulo. Ninguna imaginó en aquella época que una de ellas sería presidenta ni que se verían una vez más en un momento dramático para el país, con Dilma en el centro de la crisis. La votación del juicio político en el Senado, con tendencia desfavorable a la presidenta, debe ocurrir en agosto próximo. 

Dilma Rousseff todavía no decidió si se defenderá personalmente frente a los senadores. “Soy de la clase de personas que evalúa”, dice en el final de una entrevista franca y explosiva de 1 hora y 52 minutos. Lo que ella sabe es que seguirá luchando por la presidencia de Brasil, conquistada por primera vez por una mujer. “Ellos aún no me sacaron, sigo siendo presidenta”, advierte.

El actual presidente interino y su exvicepresidente, Michel Temer, llegó a cortarle los recursos de mantenimiento para el Palacio de la Alvorada, y negó el pago de viajes para otros destinos del país más allá de Porto Alegre (Estado de Rio Grande do Sul), donde vive su hija, y Belo Horizonte (Minas Gerais), su tierra natal. En los próximos días Dilma lanzará un crowdfunding –una recaudación de fondos online– por el sitio Catarse, para movilizar a sus seguidores y pagar los costos de los viajes para cruzar el país en defensa de su permanencia en el gobierno.

También responde a preguntas sobre cuestiones polémicas como el aborto, la central hidroeléctrica amazónica de Belo Monte y los recientes hechos de la Operación Lava Jato que afectan al Partido de los Trabajadores (PT): la detención de su exministro Paulo Bernardo y la esperada delación premiada del empresario condenado Marcelo Odebrecht, relacionada con la financiación de las campañas electorales de su partido.

Vera Durão: Me gustaría escuchar cómo fue tomando cuerpo la idea de convertirte en presidenta de la República. ¿Fue una sugerencia de Lula o también tenías esa pretensión?

Dilma Rousseff:  Mira, Vera, es casi público y notorio que yo no tenía la más mínima pretensión de ser presidenta, tampoco de competir a ningún cargo electo en aquel entonces. Fue una cosa algo así como “espontánea pero muy presionada”. ¿Conoces la expresión “espontánea pero muy presionada? (risas). Fue eso lo que ocurrió.

Vera Durão: ¿Te sentiste en la obligación de aceptar? 

Dilma Rousseff: Creo que no aceptar es eludir la responsabilidad; es algo muy importante como para negarse. Y, habiendo hecho todo lo que hice en el gobierno de él (Lula), era no dar continuidad a lo que estábamos haciendo. Porque, en la práctica, cuando asumí la jefatura de la Casa Civil en 2005, yo coordiné el gobierno desde junio de 2005.  

Natalia Viana: ¿Usted pensó que era importante tener como marca que sea el gobierno de una mujer?

Dilma Rousseff: Eso está claro. Tan claro que creo que lo transformador en esta historia es que el de él era el gobierno de un metalúrgico, trabajador, obrero, o sea de la “senzala” [el alojamiento de los esclavos]. Si tomamos en cuenta esa imagen clásica de la obra de Gilberto Freyre, Casa grande e Senzala, era el primer gobierno que no era de los de arriba. Eso desde el punto de vista del gobierno de él. Y en mi caso, era candidata a ser la primera mujer en la presidencia de la República.

Vera Durão: ¿Este argumento fue usado por Lula para convencerte?

Dilma Rousseff: No. Él tenía muy presente eso, pero no era solo una cuestión de que alguien tuviera un buen argumento para convencerme. Era una de un conjunto de razones. Era muy importante ser el primer gobierno de una mujer en Brasil, un país que dice que no tiene prejuicios contra las mujeres pero está lleno de prejuicios. 

Una mujer no puede ser firme, tiene que ser dura; una mujer tiene que ser ríspida, no puede ser una persona que tiene un determinado posicionamiento; la mujer no es cercana de la cosa pública –y de ahí viene aquella frase reiterada sobre mí, de mi “inmensa dificultad de tratar con los políticos”, como si [ellos] fueran la cosa pública, o como si alguna dificultad en lidiar con los políticos no derive, en algunos momentos, de la crisis de valores por la cual atraviesa la política en Brasil. La mujer tiene necesariamente que ser frágil. Y si la mujer no es frágil entonces está teniendo un ataque de locura, no está en el pleno ejercicio de su condición racional, o una, de algún modo, está alienada. Yo llegué a decir que era una mujer dura en medio de hombres tiernos, inmensamente amables, muy amables, muy dulces.

Natalia Viana: ¿La sorprendió algo sobre el trato de la prensa o de los políticos?

Dilma Rousseff: Con la prensa me sorprendo todos los días, desde el inicio de mi mandato, no solo por ser mujer sino también por el proyecto al cual yo represento. Yo no soy precisamente una persona cuyos aspectos positivos sean destacados.

Andrea Dip: La ONU llegó a publicar un comunicado de repudio a la violencia de género con la cual la prensa la estaba tratando, principalmente durante el proceso de juicio político.

Dilma Rousseff: La violencia no comenzó ahora. La violencia está en el hecho de que existe una historia sobre mí. Una vez un periodista me preguntó si dormía con los zapatos puestos. Sabe las historias que decían sobre nosotros, que en la clandestinidad dormíamos con los zapatos puestos. Dormíamos con los zapatos puestos para poder escapar. Ahora soy presidenta de la República, ¿cómo es que voy a dormir con zapatos? ¿Para escapar? Hay un estereotipo detrás de otro estereotipo.

Marina Amaral: Usted dice que fue extraño el momento en el que ocurrieron las manifestaciones de junio de 2013, cuando intentaba estabilizar la economía, garantizar la inversión a largo plazo, bajar la tasa de interés y se enfrentaba a la presión de los empresarios.

Dilma Rousseff: Cuando uno conquista derechos, no significa que la gente se sienta totalmente contemplada. Por el contrario, la conquista de un derecho abre espacio para la conquista de otros derechos. Por eso nosotros decíamos que la superación de la pobreza es apenas el inicio. No es el fin de nada, es apenas un comienzo. Y lo que nosotros planteábamos es que –para un Estado excluyente como siempre lo fue el Estado brasileño, porque era parte de una sociedad excluyente, de una economía excluyente– es más fácil el proceso en el cual se transfiere el ingreso.

Transferir renta es una decisión política. Yo no estoy disminuyendo lo inusitado y hasta revolucionario que es el Bolsa Familia. Es una gran conquista, pero cuando eso se hace masivo, la gente quiere tener acceso a servicios de calidad, quiere educación de calidad, seguridad pública de calidad. La reivindicación implica un cambio del Estado que tiene un tiempo de maduración más grande. Existe un conflicto, entonces, entre la rapidez con la que se da el aumento del ingreso y la rapidez con la que ocurre el avance en los servicios del Estado. Y eso genera disconformismo, un malestar con la política, con la representación política. 

Creo que ya en aquel momento comenzó a registrarse un malestar con este sistema representativo, que no es solamente típico de Brasil, ese malestar con la representación se da en relación a todo el mundo. Incluso considerando que nuestro gobierno siempre tuvo una agenda –y ahora se verá más claramente– de participación popular. El Brexit, hablando del hoy, explica un poco lo que ocurre. De la derecha a la izquierda.

Marina Amaral: Puede ser mi imaginación, pero tuve la impresión de que usted estaba diciendo que había algún tipo de manipulación. El surgimiento de la derecha, por ejemplo, que comenzó a aparecer al final de las protestas de junio.

Dilma Rousseff: No creo que aquello haya sido una manifestación de la derecha. No creo que allí estuviera el respaldo de los movimientos de derecha. Antes de la crisis había una cierta oposición a repartir privilegios en Brasil. Creo que este componente, frente a la crisis, radicaliza a la clase media. Y hace con que valores de la derecha sean mucho más dominantes. Basta mirar la agenda de las manifestaciones a favor del juicio político, y no es porque sean a favor del juicio político, miren las reivindicaciones que tienen.

Lo que quiero decir es que, en este proceso y en estas manifestaciones a favor del impeachment, para mí el sector que más perdió fue el de la oposición que tradicionalmente tenía un proyecto, que es el PSDB (el principal partido de la oposición). El PSDB cometió un gravísimo error político. Primero perdió su rostro, porque se fue hacia la derecha. Pero se hizo más derechista no apenas del punto de vista económico o político. Se derechizó del punto de vista de los valores. Se mezcló con el movimiento a favor de juicio político y lo reforzó. Y estimuló, organizó y propuso un movimiento que era basado en cuestiones inadmisibles. ¿Cómo es que el PSDB se mezcla con un movimiento que defiende el golpe militar? ¿Cómo es posible formar parte de un oficialismo en el cual los derechos individuales y colectivos más básicos no son respetados? Entonces me parece que creó en aquel momento, en esta transacción del juicio político, una situación muy mala. ¿Por qué? Porque esto fue orquestado, querida.

Marina Amaral: ¿Cómo fue orquestado?

Fue orquestado apenas gané las elecciones. Mi elección (octubre de 2014) fue una elección extremadamente conflictiva. Ultraconflictiva. Nunca hubo una elección en Brasil con aquel perfil. Terminada la campaña, ellos piden recontar los votos, algo que no se veía hace siglos en Brasil. Piden auditorías de las urnas electrónicas. Como estas dos cosas no se verifican, ellos comienzan a intentar impedir mi toma de posesión. Después de eso, apoyan como presidente de la Cámara de Diputados a Eduardo Cunha, que tiene una agenda predominantemente de derechas. Y que hace, quizás, el proceso más grave ocurrido en Brasil, que fue trasladar la hegemonía del centro político hacia la derecha, rompiendo con una tradición de centro democrático que viene desde la redemocratización.

Marina Amaral: ¿Pero el PMDB (el partido del presidente en funciones Temer que promovió la destitución de Dilma) dio ese guiño cuando Cunha pasó a liderarlo o ya venía ocurriendo de antes?

Dilma Rousseff: Él da ese guiño cuando Cunha asume la hegemonía del partido. Porque él tuvo la hegemonía. Y esa hegemonía está expresada en el gobierno de Michel Temer. Temer es Cunha. Uno de los grandes problemas de este gobierno es esconder a Cunha. Porque Cunha no es una persona lateral de ellos. El es el líder de ellos, líder en todos los sentidos.

Marina Amaral: ¿Es líder del PMDB entero o líder de la derecha?

Dilma Rousseff: Me estoy refiriendo a este grupo que está en el poder, este grupo que está en el poder no es todo el PMDB. Ahora, este grupo que hoy forma parte del gobierno de Temer es el grupo dominado por Cunha. Cunha, ustedes saben, tiene una agenda. Y las “propuestas-bomba” que nos imponían para crear el caldo para el golpe.

¿Cuáles son las propuestas-bomba? Bloquear al gobierno. No sólo no pudimos aprobar nuestros proyectos, sino que ellos apelaron a la más lamentable demagogia, pasando proyectos en la Cámara de Diputados que hacen inviable el funcionamiento del país. En algunos casos, si se aprobaran, el costo sería de 200.000 millones de reales (unos 57.000 millones de dólares). O, más recientemente, 400.000 millones de reales (unos 114.000 millones de dólares). Entonces [la Cámara de Diputados] no aprueba lo que una manda, sino que también crea un nivel de obstáculos para el ejercicio de la actividad gubernamental.

Natalia Viana: Presidenta, y en lo que se refiere a los intereses económicos, ¿cuál fue el peso del petróleo del pre-sal en la articulación de su juicio político? Se dijo que había influencia extranjera en el intento de derrocarla del poder. 

Dilma Rousseff: Mira, creo que todas las riquezas de Brasil tienen peso. El pre-sal (los inmensos yacimientos de hidrocarburos submarinos descubiertos en 2007) tiene un peso muy especial. ¿Qué está en juego? No es la participación del sector privado, porque el sector privado ya participa. Hablo mucho con la prensa extranjera y muchos me preguntan sobre si existe una influencia externa del golpe. Y yo respondo que no es necesario para discutir el golpe en Brasil responsabilizar a ningún otro país del mundo. Nosotros fuimos competentes en el arte de dar un golpe en Brasil. Nosotros no necesitamos de ellos para dar golpes. Este golpe es endógeno. La responsabilidad del golpe es de las oligarquías locales. Puede haber gente muy feliz, eso es otra cosa. Puede haber gente que hasta dio una manito, eso es otra cosa. Pero no es relevante.

Andrea Dip: Presidenta, en sus campañas usted visitó varios templos evangélicos. Pero el bloque evangélico en el Congreso fue el que más bloqueó proyectos del propio PT, como la cartilla contra la homofobia, la discusión de género en las escuelas, se opuso a la ley de criminalización de la homofobia y a los avances de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Durante el juicio político, estos diputados del bloque evangélico y algunos pastores televisivos fueron los que más la atacaron en forma más violenta. ¿Valió la pena hacer esta alianza?

Dilma Rousseff: Considero fundamental una discusión abierta con ellos. Que no se le dé la espalda al 30% del país. No se puede hacer eso. Tenemos que discutir con los evangelistas, hablar con ellos, porque tampoco creo que tengan uniformidad.

Marina Amaral: No todos son liderados por Cunha.

Dilma Rousseff: No, no es eso. Creo que no todos tienen una visión cerrada.

Andrea Dip: Pero el bloque evangélico sí.

Dilma Rousseff: Eso es otra cosa. Es la representación de ellos. No voy a dejar de hablar con ellos por más que tengan una representación mala.

Vera Durão: Hizo una alianza política con ellos.

Dilma Rousseff: No hice alianzas, ninguna alianza con ellos. Me apoyaron pero nunca fue puesto en discusión lo que yo podía decir o no. Es fundamental que se converse con los evangelistas. Fundamental. En Rio de Janeiro, eso es decisivo, por ejemplo. Es grave demonizar una religión.

Andrea Dip: Pero en términos de políticas públicas, proyectos de ley... 

Dilma Rousseff: Claro, querida, pero voy a seguir yendo al templo evangélico siempre que me inviten.

Marina Amaral: ¿Pero la alianza con los evangelistas no detiene determinados avances?  

Dilma Rousseff: No. Depende de lo que se acepta para hacer una alianza con los evangélicos.

Andrea Dip: Voy a aprovechar que estamos en el tema y...

Dilma Rousseff: Preste atención. Un presidente de la República no interfiere en algunas cosas. Me voy a anticipar, voy a hablar de aborto. El aborto legal en nuestro país, está en la ley. La ley es clara, se puede realizar un aborto en tres casos: cuando hay violación, cuando la mujer corre riesgo de vida en el parto y por feto anancefálico. Son tres casos. Lo que ustedes están preguntando es por qué no he creado otros tres casos. El cumplimiento de estos tres fueron puestos en el Sistema Único de Salud (SUS). 

Andrea Dip: La pregunta es si usted está a favor de despenalizar el aborto.

Dilma Rousseff:  Personalmente puedo estar a favor de todo. Como presidenta, no interfiero en esto.

Natalia Viana: ¿Pero usted está personalmente a favor? 

Dilma Rousseff: No voy a responderte eso. El día en el que salga de la presidencia te respondo. Ellos no me sacaron. Yo sigo siendo presidenta. Así como no puedo declinar aquí que soy A, B, C o D en relación a cualquier religión. No puedo hacer eso.

Andrea Dip: Pero no cree que sería bueno...

Dilma Rousseff: Para ustedes puede ser excelente. Para el ejercicio de la presidencia es pésimo. Los que somos servidores públicos debemos cumplir la ley. Si la ley es mala, tenemos que cambiar la ley. El servidor público hace eso, no se queda diciendo “yo creo esto, creo aquello”. 

Andrea Dip: ¿Pero no es una cuestión de salud pública, ya que existen más de 800.000 abortos por año?

Dilma Rousseff: La salud pública garantizada incluye esos tres puntos. Su yo estuviera fuera del gobierno y fuera feminista, lucharía por otras cosas, ¿sabe? Ya he sido feminista.

Andrea Dip: ¿En el pasado, presidenta? 

Dilma Rousseff: Yo fui de la Acción de la Mujer Laborista, querida.

Andrea Dip: ¿Entonces no es más feminista? 

Dilma Rousseff: Yo fui feminista. Hoy soy presidenta.

Marina Amaral: ¿Usted diría “yo fui de izquierda”?

Dilma Rousseff: No entro en este tipo de cuestión de ningún modo. No le saqué derechos a los trabajadores, no saqué las vacaciones, no saqué nada, querida. Ahora, yo no hago la política. La política de salud es garantizar que el SUS cumpla lo que no cumplía. Y hasta ahora existe resistencia. O sea, no vamos a pensar que es un paseo cumplir los tres ítems (del aborto legal). Ustedes no tienen idea.

Natalia Viana: Presidenta, ha sido detenido en un desdoblamiento de la Operación Lava Jato Paulo Bernardo, quien fue ministro de su gobierno, acusado de sobrefacturación de 100 millones de reales por parte de la empresa de tecnología que gerencia el sistema de créditos a los funcionarios públicos. La Policía Federal dice que el dinero sería usado para una “caja B” del Partido de los Trabajadores (PT). Por otro lado, Marcelo Odebrecht apuntó que…

Dilma Rousseff: Querida, ¿puedo decirte algo? No sé el resultado de todo esto. Y ni lo que está en el expediente de la detención de Paulo Bernardo. Entonces, perdóname, pero no vas a querer que haga una evaluación sobre cosas que están bajo la investigación del Poder Judicial. Ahora, me causa horror que me pregunten sobre Marcelo Odebrecht que ni siquiera concluyó su delación premiada. En caso de que su medio de comunicación tenga una escucha dentro de la celda o del lugar donde está haciendo la delación premiada, no tienen derecho a preguntarme nada [sobre este tema].

Natalia Viana: La pregunta es si usted cree que estas revelaciones afectan sus posibilidades en el juicio político que lleva adelante el Senado.

Dilma Rousseff: No, querida. Creo que ya estoy totalmente vacunada contra esto. Se ha hecho en forma sistemática en mi contra. Sistemáticamente. La última que archivaron fue aquella en la cual casi cayó el mundo en mi cabeza porque lo llamé a Lula y dije “voy a enviar allí donde estás a Bessias”. [El episodio ocurrió el 16 de marzo cuando estaba por asumir Lula como jefe de gabinete de Rousseff, cuando el juez Sergio Moro divulga los audios entre ambos]. Ahora fue archivado. Ahora, el pato que yo pago mientras esto no está archivado es inmenso. 

Marina Amaral: Tengo una pregunta sobre otra polémica, que es Belo Monte. Conozco la defensa que usted hace de la obra, inclusive de la necesidad energética de Brasil. En un mundo en el cual la mayor amenaza futura es el calentamiento global. ¿Este tipo de debate no dejó pasada de moda la mirada hacia la Amazonía como una frontera de desarrollo?

Dilma Rousseff: Nosotros no miramos hacia la Amazonía como una frontera de desarrollo. Nosotros utilizamos los recursos que pueden ser utilizados manteniendo la preservación del medio ambiente.

Marina Amaral: Pero en Belo Monte...

Dilma Rousseff: El problema del mundo, en relación al clima, es la energía. En nuestro caso, tenemos algunas ventajas. Porque nosotros aún tenemos el problema de terminar con la deforestación, cómo replantar, contener y hacer agricultura de bajo carbono, etc. Y la energía hidroeléctrica ofrece un gran margen para Brasil. Sumado al hecho de que nosotros tenemos recursos hídricos. ¿Qué es lo que complica a todos los países del mundo? Ellos no tienen. O usan energía nuclear o centrales térmicas. Entonces creo que hay una visión completamente incorrecta sobre las hidroeléctricas. 

Antes se hacían hidroeléctricas y no se miraban las repercusiones sobre las poblaciones afectadas. No se miraba la mejor forma de hacer con el mínimo de impacto ambiental. Porque si no se tiene Belo Monte, tiene que haber algo que reemplace a Belo Monte. Energía solar no puede ser, porque el precio es absurdo. A no ser que descubran alguna tecnología más avanzada, no se puede pagar. La eólica es inviable, porque no hay como asegurarla, no es una energía que los especialistas llaman de “firme”.

Somos respetados internacionalmente, al contrario de lo que dicen. La Conferencia de París (COP-21, realizada en diciembre de 2015) no existiría sin nosotros. Ellos lo reconocen. Obama me llama para agradecer. No sale en los diarios, obvio, sabemos por qué. Pero Brasil es respetado porque tiene una política que es consistente. Nosotros sólo tenemos 3% de energía térmica y nuclear. La alternativa es esta. Sin energía hidroeléctrica se hará con nuclear.

Natalia Viana: Presidenta, ¿cómo analiza que su impeachment, si es confirmado, va a afectar a la política latinoamericana?impeachment

Dilma Rousseff: Creo que comenzó a afectar antes, primero por la importancia de Brasil en la región. Pero creo que esta variante de golpe parlamentario se hecho antes. Ocurrió con Paraguay, con Honduras. Creo que es una nueva forma de retirar gobiernos que crean descontento en la oligarquía económica, la política o en grupos de intereses. Dan un golpe parlamentario, que no es igual a un golpe militar, porque este no solo extingue el gobierno en cuestión sino que también termina con el régimen democrático. Ahora, hay un precio a pagar por esto. Se comprometen las instituciones, se crea una cicatriz en la sociedad. Muchas veces se impide la recomposición del tejido democrático. Entonces existe una consecuencia grave. Y creará, sobre América Latina, una inestabilidad.

Natalia Viana: ¿Cree que puede ocurrir en otros países?

Dilma: Sí, puede ocurrir. No solo yo lo creo, sino jefes de Estado de América Latina temen esto, cualquiera de ellos.

Vera Durão: ¿En la época en la que fue suspendida del cargo recibió solidaridad de los jefes de Estado latinoamericanos?

Dilma Rousseff: Sí. No digo de quién por razones obvias. Las reacciones de estas personas son las más variadas. 

Natalia Viana: ¿Cree que esto debilita a la Unasur?

Dilma Rousseff: Reducir la importancia de América Latina o de África en relación a Brasil es algo absurdo, porque la fuerza de Brasil en el mundo tiene que ver con ese liderazgo y con esa capacidad de negociación que construimos desde el inicio del gobierno de Lula. Esto explica por qué logramos colocar personas para presidir organismos multilaterales como la Organización Mundial de Comercio (OMC) o la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO). También explica el nivel de interlocución muy fuerte con todos los diferentes países. La Unasur es un producto de nuestros gobiernos, nosotros construimos la Unasur, que involucra a todos los países de Sudamérica. Y la única condición de convivencia es no hablar del otro. No se puede llegar a externalizar una posición contundente contra un país. Eso no se hace dentro de la Unasur.

En el caso del Mercosur, ellos [por el gobierno de Temer] no están yendo [a la reunión de julio] porque no quieren a Venezuela. Es la hora de Venezuela [de asumir la presidencia rotativa]. Ellos pueden criticar a Venezuela, pero no es cometiendo una ruptura contra Venezuela que uno mejorará las condiciones en ese país. 

Marina Amaral: Hablando de golpes en América Latina, usted fue la gran articuladora de la Ley de Acceso a la Información, que fue gestada con la creación de la Comisión Nacional de la Verdad. ¿Como presidenta y jefa de las Fuerzas Armadas, cómo vivió que los militares nuevamente se negaran a entregar sus archivos a la Comisión de la Verdad?

Dilma Rousseff: Mire, según recuerdo, lo que ellos me dicen es que no hay archivos. Hay una diferencia entre negarse a entregar y decir que no hay. Ellos dicen que en determinado momento del pasado destruyeron los archivos.

Vera Durão: Pero en el Archivo Nacional hemos descubierto muchos documentos.

Dilma Rousseff: No, eso es otra cosa. Fuimos nosotros los que pusimos eso allí. Un día, antes de la Comisión de la Verdad –en 2006 si no me equivoco– hicimos un conjunto de circulares en las cuales pedíamos archivos a todos los ministerios. Decidimos que el Archivo Nacional era el lugar de nexo de los archivos. Yo como jefa de la Casa Civil envié un oficio para el entonces ministro de Defensa, Nelson Jobim, y para todos los comandantes de las Fuerzas Armadas, pidiendo archivos. Enviaron algunos archivos que eran los que ellos decían que tenían. Bien, luego viene la Comisión de la Verdad, y a partir de ahí aparecen otros archivos.

Vera Durão: ¿Cree que ellos dijeron la verdad?

Dilma Rousseff: No es que dijeron la verdad, creo que los documentos fueron destruidos. O están en poder de gente que los tiene y no lo entrega. Y, ya sabes, no hay registros.

Vera Durão: ¿Hasta qué punto la Ley de Amnistía ha impedido que en Brasil se hiciera justicia con los torturadores, como ocurrió en Argentina, Chile y Uruguay? ¿Llegaste a hacer consultas, siendo una ex presa política?

Dilma Rousseff: No fue la ley de Amnistía, Vera, es la institución del país. El Supremo Tribunal Federal. Hubo un recurso contra la ley y la Corte dijo que la ley tiene que ser aquella. Vera, estás en un país que tiene Supremo Tribunal Federal que cuando decide es así.

Vera Durão: Nosotros todavía ahora tragamos esas cosas, los elogios a Ustra [el torturador Carlos Alberto Brilhante Ustra, jefe de la policía política de la dictadura militar en Sao Paulo], que fue procesado varias veces pero no le hicieron nada.

Dilma Rousseff: Mira, Vera, creo que debemos aprender en la vida que existe nuestra indignación personal y la comprensión de la realidad. La realidad es esta. Cuando la Corte decide, no hay más apelaciones. A veces se pierde. El arte es que no existe la posibilidad de hacer un gobierno sin saber lo que uno pierde y lo que gana. No hay forma de ganar todas. Porque creo que existe una correlación de fuerzas. Nosotros no logramos ganar esta. Es como mi caso, que perdí en la Cámara de Diputados aquel día por una situación de correlación de fuerzas.

Marina Amaral: José Dirceu dijo: “El error del gobierno fue haber hecho una alianza con varios partidos pequeños, lo correcto sería haber hecho una alianza siempre con el PMDB”. 

Dilma Rousseff: Fernando Henrique Cardoso hacía mayoría con tres partidos, mayoría simple. Lograba dos tercios de la Cámara con cuatro. Lula lo hacía con ¡ocho y once! Yo con catorce. Hubo una enorme fragmentación partidaria en Brasil cuando el Supremo decidió terminar con la cláusula de barrera. 

Si se fijan en el voto parlamentario y el voto mayoritario, se ve lo siguiente: las políticas representadas por el voto presidencial a lo largo de la historia son más progresistas. Las políticas defendidas por el parlamento son más conservadoras. ¿Por qué? Por un motivo simple: cuando se hace una elección presidencial, hay una relación directa entre su programa y la población. El filtro disminuye porque existe el derecho al programa televisivo gratuito, hay un debate más directo. Cuando hay una elección proporcional, todos los filtros que existen en las regiones y en los Estados se hacen fuertes. ¿Cuáles? El control económico, las políticas oligárquicas, la dificultad de los movimientos sociales en expresarse por la diferencia de poder.

Vera Durão: ¿Si reasumes el cargo vas a cambiar esto, este sistema de presidencialismo de coalición?

Dilma Rousseff: Básicamente haré un gobierno de transición. Porque es un gobierno que tendrá dos años y lo que tenemos que garantizar en este momento es la calidad de la democracia en Brasil, lo que va a ocurrir en 2018. Haré eso, sobre todo. Creo que cabe la discusión de una reforma política, sin dudas. Intentamos eso después de (las manifestaciones) 2013 y perdimos en forma amplia. Intentamos una Convención Constituyente, una reforma política, intentamos…

Vera Durão: ¿Irás al Senado a defenderte?

Dilma Rousseff: Estoy evaluando, soy del tipo de persona que evalúa.

Esta entrevista fue publicada en primer término en Agencia Pública en su versión original, en portugués, y luego cedida a eldiario.es

Traducción al español de Pablo Giuliano 

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