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María Serrano, ilustradora: “No me gusta que el ordenador sea demasiado evidente en mis ilustraciones”

La ilustradora murciana María Serrano /JMVB

José Miguel Vilar-Bou

Murcia —

La ilustradora María Serrano trabaja para el mercado anglosajón desde su estudio en Murcia. Ahora acomete su segunda incursión en el mundo de la narrativa infantil con ¡Prohibida la ducha! (Siruela), novela que da una gamberra vuelta de tuerca al concepto de niños entrando en mundo fantástico que tiene su canon en Alicia en el país de las maravillas. Para ello, se ha convertido en cómplice creativa del escritor Juan Soto Ivars, autor del texto. Dibujante y escritor presentaron el libro en Educania (c/ Sociedad 10, Murcia), librería que ha decidido apostar por los eventos culturales y una cuidadísima selección de títulos como armas para atraer a un nuevo público y fidelizar al antiguo.

¿Por qué elegió la ilustración infantil?

No sabría dar una razón exacta: La verdad es que no suelo reflexionar demasiado sobre mi propio trabajo. Soy más bien intuitiva en ese sentido. De haber un motivo, seguramente tendrá que ver con el hecho de que soy una persona bastante infantil. Y bueno, siempre me han gustado mucho los cómics, los libros ilustrados… Estudié bellas artes porque quería ser pintora, pero la cosa fue evolucionando por otro camino y me ha traído hasta aquí. De todas maneras no descarto hacer ilustración para adultos en el futuro. Ya tengo alguna incursión en ese terreno.

¿Cómo acometió la colaboración con el escritor Juan Soto Ivars a la hora de ilustrar ¡Prohibida la ducha!?¡Prohibida la ducha!

Fue todo muy sencillo: Juan me pasó el libro y ya de entrada la historia me entusiasmó. Hice cuatro o cinco ilustraciones para que él viese por dónde iban los tiros. Le gustaron, así que seguí adelante con total libertad. Dibujé de manera bastante intuitiva, eligiendo las partes del texto que más me gustaban.

¿Cuáles han sido sus influencias en este trabajo?

Eso es siempre difícil de decir, porque son tantas… Me gusta mucho Jean-Jacques Sempé. Y también Emilio Urberuaga, el dibujante de Manolito Gafotas. Pero al final la inspiración principal es el propio texto: He dibujado las cosas que me iba sugiriendo la historia, y de la manera que me las iba sugiriendo.

¿El ilustrador le echa muchas horas?

En mi caso, diez al día. El estudio de Murcia en que trabajo es como la funeraria: Está permanentemente abierto. 

¿Tira mucho de ordenador a la hora de dibujar o es más artesana?

Generalmente combino: Hago el dibujo a mano, luego lo mezclo con acuarela y lo retoco con ordenador. En el caso de ¡Prohibida la ducha! sí he hecho todo el proceso digitalmente, con tableta, porque eso te permite ir más rápido cuando hay una gran cantidad de trabajo. Pero bueno, a mí me gusta trabajar a lápiz, a mano alzada, como se ha hecho toda la vida. No me gusta que el ordenador se haga demasiado evidente en el resultado final.

¿Trabajar desde Murcia es una desventaja, teniendo en cuenta que las grandes editoriales están en Madrid, Barcelona…?

Hoy en día, con Internet y eso, ya no tanto. Puedes residir en casi cualquier sitio y mantener una buena dinámica profesional. Con algún viaje de trabajo que hagas de vez en cuando es suficiente. Yo, después de mucho tiempo fuera, decidí volver a Murcia en 2013, pero todos los encargos me vienen a través de un agente que tengo en Londres.

¿Es difícil hacerse hueco en el mercado anglosajón?

Bueno, en la vida es todo cuestión de trabajo y de golpes de suerte. El año pasado acudí a Ilustratour, un festival de ilustración que se celebraba en Valladolid y que este año se ha trasladado a Madrid, y allí quedé finalista de un concurso que organizaba una agencia de ilustradores en Londres. Entonces, a raíz de eso, me fueron proponiendo una serie de trabajos y, al final, firmé con ellos para que me representaran.

¿Hay más oportunidades fuera de España que aquí?

Yo lo que puedo decirte es que, aparte de Gerardo y los cuentos de la abuela (el primer libro que ilustré) y de ¡Prohibida la ducha!, todas mis oportunidades profesionales han venido de fuera.

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