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Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

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Aina Gallego - @ainagallego

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¿Tiene coste para Ciudadanos el acuerdo con el PP?

Ignacio Jurado

El nuevo curso político se ha iniciado con la investidura fallida de Rajoy y con el creciente runrún de terceras elecciones. En este contexto se han publicado algunos sondeos electorales que, excepto por una ligera subida del PP, parecen mostrar que el escenario político se mantiene bastante estable.

En este post me gustaría centrarme en las perspectivas electorales de Ciudadanos (y en sucesivos posts iremos analizando al resto de partidos). Obviamente, aún queda mucho para que el horizonte de unas terceras elecciones sea definitivo. Solo cuando estas se confirmen se fijarán los relatos sobre lo realizado por cada partido y se activarán las llamadas al voto útil, tanto en la izquierda como en la derecha. Además, tras la experiencia de junio, aún no sabemos si las encuestas han conseguido corregir los probables sesgos que tenían en la recogida de sus datos.

No obstante, el pronóstico electoral de Ciudadanos tiene interés porque está por ver cómo digerirán sus votantes el acuerdo de su partido con el PP, tras haber dicho repetidamente que no apoyaría un gobierno de Rajoy. A pesar de los pronósticos negativos por aceptar pactar con un PP imputado, las encuestas no parecen indicar que la apuesta de Rivera le conlleve un importante daño electoral.

Creo que en este caso la razón fundamental de la ausencia de castigo es tal vez demasiado obvia: el partido de Rivera hizo lo que la mayoría de sus votantes querían que hiciera. Ciudadanos se mueve en un delicado equilibrio. Por un lado, es un partido que asegura promover un “cambio sensato” y que, por tanto, pone un énfasis importante en la estabilidad. Además, es un partido que se ha presentado como promotor de un nuevo consenso inspirado en la Transición. De ahí que quepa esperar que busque acuerdos con los grandes partidos. Por otro lado, la punta de lanza de su ascenso político tiene mucho que ver con una demanda de regeneración, muy ligada a la imagen lastrada del PP por la corrupción. De hecho, estas siguen siendo unas de las grandes preocupaciones de sus votantes. En el pasado barómetro de julio, el 44,5% de los votantes de Ciudadanos veía la corrupción como uno de los tres problemas más importantes de España y un 25% incluía en estos a los partidos políticos y la política. Esta preocupación (aunque algo por debajo que la de los votantes de Podemos) es superior a la de los votantes del PSOE y el PP.

En una situación como la actual de bloqueo político, conjugar ambas cosas –regeneración y estabilidad– no es tarea fácil. Por eso, no es casualidad que Ciudadanos optara por presentar su acuerdo con el PP bajo el envoltorio de un pacto contra la corrupción. Aunque se puede discutir si las medidas propuestas realmente eran las más eficaces para conseguir ese propósito, hilar un relato en que se intercambiaba la investidura por medidas de regeneración era probablemente la única salida posible que permite al partido de Rivera justificar a sus votantes el cumplimiento de ambos objetivos.

En segundo lugar, cabe pensar que sus votantes estaban ya muy dispuestos a este pacto desde un primer momento. Un primer indicador de esas preferencias lo obtenemos mirando el grado de optimismo político del electorado de cada partido, medido como la cantidad de votantes que piensan que la situación política mejorará en el próximo año. El optimismo político se puede interpretar de diversas maneras, pero en general suele correlacionar con la satisfacción que los votantes tienen sobre el papel que su partido juega en el panorama político. Así, en el gráfico mostramos el porcentaje de electores de cada partido que opinaba, justo después de las elecciones, que la situación política en un año sería mejor que la actual (barómetro del CIS de julio 2016). Aunque en general el optimismo político no era muy alto, los votantes del PP, como cabía esperar, se mostraban como los más convencidos de que la situación política mejorará, en claro signo de que proyectaban ya un gobierno del PP.

 

Este optimismo contrasta con la imagen de hace solo unos meses. En abril, el barómetro del CIS mostraba un panorama totalmente distinto. Entonces, los votantes de Podemos eran con mucha diferencia los más optimistas, mientras que los votantes del PP eran los más pesimistas respecto a si la situación política mejoraría. El resultado electoral de junio invierte las posiciones del electorado de Podemos y el Partido Popular respecto a su optimismo sobre el futuro.

En lo que se refiere a Ciudadanos, el nivel de optimismo se ha mantenido relativamente alto. A pesar de que aparentemente perdió capacidad de influencia en el escenario político, se mantenía como el segundo electorado más optimista y variaba muy poco frente al barómetro de abril, anterior a las elecciones. Cabe pensar que su electorado al menos preveía que iba a seguir manteniendo, pese a la caída, un papel relevante en la formación de mayorías.

Otros datos nos hacen pensar que sus votantes no penalizarían un acuerdo con el PP. Por un lado, porque gran parte de ellos son exvotantes populares. En las pasadas elecciones de diciembre, según la encuesta pre-electoral del CIS casi el 40% de los que declaraban que votarían a Ciudadanos habían votado al PP en las elecciones anteriores. Esta procedencia del voto es, por ejemplo, superior a la que tenía Podemos del PSOE.

Además, esta cercanía del electorado de Ciudadanos al PP también se veía reflejada en las preferencias de las coaliciones de gobierno. En la encuesta realizada por Kiko Llaneras para El Español el pasado mayo, la opción preferida de los votantes de Ciudadanos era, con mucha diferencia sobre la siguiente, una gran coalición encabezada por el PP. En otras palabras, los votantes de Ciudadanos quieren regeneración, pero entienden que esta se ha de conseguir con acuerdos que incluyen al PP. En ese sentido, no cabe esperar que sus votantes vean como inconsistente que el partido haya procurado un acuerdo en la pasada legislatura con el PSOE y en esta ocasión lo hayan intentado con el PP. 

La única cuestión que tal vez quede abierta es cómo habría reaccionado su electorado si hubieran sido más beligerantes con el candidato para la investidura. Los votantes de Ciudadanos, a pesar de que en un porcentaje mayoritario son exvotantes del PP, se diferencian notablemente de los populares por su baja valoración de Mariano Rajoy. De hecho, su valoración se parece mucho más a la que realizan los votantes del PSOE que los del PP. En una escala del 1 al 10, los votantes de Ciudadanos puntúan a Rajoy con una media de 3,72. Sin duda, el equilibrio del que hablaba más arriba habría sido mucho más creíble (también para sus votantes) si la cabeza de Rajoy hubiera sido parte del acuerdo con el PP.

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