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¿Todos azules?

¿Todos azules?

EFE

Madrid —

“Desvestir un santo para vestir a otro”. Así describe un agente la propuesta de Interior de crear una “pasarela” para que funcionarios de otros cuerpos puedan ingresar en la Policía Nacional. ¿Con qué objetivo?. Sindicatos y asociaciones, divididos en su apoyo a la iniciativa, no acaban de entender cuál es su propósito.

Una “pasarela” que se ha incluido en una disposición adicional del proyecto de Ley de Personal de la Policía y, aunque sólo hace referencia a las policías autonómicas y locales, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, extendió “in voce” a la Guardia Civil esta posibilidad.

Podrán hacerlo en la escala y categoría equivalente a la que ostenten en su cuerpo de referencia y siempre que cumplan los requisitos exigidos en la Policía.

La propuesta está abierta a más de 80.000 guardias civiles, casi 62.000 policías locales, 18.000 mossos y 7.700 ertzainas. La Policía Nacional cuenta con cerca de 70.000 efectivos.

No ha gustado la iniciativa a los sindicatos policiales. Los cuatro más representativos -SUP, CEP, UFP y SPP- han expresado a Efe su rechazo unánime a “algo que nadie ha demandado”, que desvirtúa los motivos por los que una persona decide entrar en un cuerpo o en otro y que podría “cortar” a los agentes su promoción interna.

Si algo ha levantado ampollas es la idea de abrir la puerta “azul” a los “verdes”. Primero, porque se trata de un cuerpo militar que nada tiene que ver con ellos, dicen. Y segundo, porque temen un aluvión de solicitudes de guardias descontentos con su régimen salarial y de derechos.

Entre los defensores de la “pasarela” el régimen militar no supone un obstáculo, porque recuerdan que en Francia existe entre la Gendarmería, militar, y la Policía Nacional, civil.

Con buenos ojos lo ven algunos sindicatos de las policías autonómicas, como ERNE en la Ertzaintza y el Sindicat de Policíes de Catalunya (SPC), aunque creen que no muchos de sus agentes se pasarían a la Policía, mientras que en el seno de la Guardia Civil las posturas están divididas.

Tampoco disgusta a algunos representantes de los policías municipales, que auguran una escasa demanda entre los que trabajan en grandes y medianas ciudades porque sus condiciones suelen ser mejores. Otros estiman entre un 4 y un 10 por ciento la “desbandada” de locales y autonómicos.

Muchos ven en la iniciativa el diseño “por la puerta de atrás” de un nuevo modelo policial cuando, según ellos, éste se debería afrontar con valentía en la modificación de la ley de fuerzas de seguridad del Estado, que data de 1986.

Incluso la califican de “parche malo”, en palabras del portavoz del SUP, Javier Estévez, para quien es “imposible” homologar entre cuerpos porque hay que tener en cuenta que un policía está casi dos años preparándose para ingresar, frente a otras fuerzas de seguridad donde el tiempo es bastante menor y las exigencias más suaves.

Y porque “estamos bien como estamos”, el secretario general de la CEP, Antonio Labrado, anuncia un frente común para evitar que prospere la iniciativa, en tanto que el portavoz de la UFP, José María Benito, se pregunta “qué hay detrás” de una propuesta que no ha sido consultada.

Ni siquiera estaría justificada, subrayan, en la escasa oferta de empleo público en la Policía en los últimos años, ya que se prevé la próxima convocatoria de 1.300 plazas.

Juan es el nombre ficticio de un guardia civil que no duda en asegurar a Efe que cruzaría la “pasarela” porque la Policía “ofrece mejores destinos, sobre todo en seguridad ciudadana, y mejores condiciones laborales”. Sin embargo, otro agente sentencia: “Me metí en el cuerpo porque quería ser guardia civil. Y no otra cosa”.

Opiniones diversas que seguramente se está encontrando la AUGC en una encuesta a sus 30.000 afiliados. La asociación no se pronunciará hasta conocer el resultado del sondeo.

Sí lo han hecho otras, como APROGC, cuyo presidente, Fernando Ramírez Trejo, es partidario de la “pasarela”, aunque cree que la cruzarían “menos agentes de los que pudiera pensarse”, porque en el cuerpo no encuentran “impedimentos” y hay destinos “atractivos”.

Desde la Unión de Oficiales, su portavoz, Jesús Martínez Vázquez, dice: “La solución pasa por mejorar la Guardia Civil y adecuarla a la realidad, para que nadie se quiera ir del cuerpo más querido por los españoles”.

Francisco Rama es vicepresidente regional de la Unión de Policías Locales y Bomberos de Andalucía y ve en la propuesta una forma de “desvestir un santo para vestir a otro”. De todos modos no le ve sentido a un “parchecillo” para “no abrir el melón del modelo policial”.

Al responsable federal de policías locales y autonómicas de UGT, Juan Francisco García Crespo, tampoco disgusta, pues opina que redundaría en una gestión más eficiente y podría suponer una salida personal y profesional para muchos.

Roberto Seijó, secretario general de ERNE, estima que se trata de una oportunidad para aquellos ertzainas que por circunstancias personales quieren residir fuera del País Vasco o ya residan, y, echando la mirada al pasado, piensa que hubiera venido bien a muchos amenazados por ETA.

David José, secretario general del SPC, califica la propuesta de “lógica y coherente”, en consonancia con los modelos de otros países. Si un médico de la sanidad pública de Madrid puede “pasarse” a un hospital de Barcelona, ¿por qué un mosso, trabajador de la seguridad pública, no podría ingresar en la Policía?, se pregunta.

Laura Camacho y Sagrario Ortega

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