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Texto íntegro del discurso de Alfredo Pérez Rubalcaba

Nube de palabras del discurso de Rubalcaba en el Congreso

elDiario.es

“Quiero que mis primeras palabras sean de condolencia y de solidaridad con las víctimas del accidente ferroviario que tuvo lugar en Galicia la semana pasada. Condolencia y solidaridad junto al deseo de un rápido restablecimiento para quienes continúan en estos momentos hospitalizados.

Usted, señor Rajoy, por mucho que se empeñe, no ha venido voluntariamente a esta Cámara. A usted, señor Rajoy le hemos tenido que traer. Y la prueba la da usted en su discurso, ha dedicado más tiempo a justificar que ha venido porque ha querido y a hablar de la moción de censura que a la contabilidad B del PP y del señor Bárcenas. Mucho más tiempo. Y le voy a decir más. No es comparecer en esta Cámara lo que genera dudas fuera, lo que genera dudas fuera, es justamente no venir. Y no es de mí de quien hablan el Financial Times, Der Spigel o The Economist, es de usted. De usted, que no quiere venir a esta Cámara a dar explicaciones. Eso es lo que genera dudas fuera, no venir a explicar a esta Cámara. Es más, usted ha venido utilizando algo tan dramático como es la situación económica y el empleo como burladero para no hablar de lo que hoy realmente tenemos que hablar en esta sesión. Hablaremos de economía el día que usted quiera.

Pero hoy, señor Rajoy tenemos que hablar de usted y de su extesorero. Cada día que ha pasado, desde que el señor Bárcenas confirmó en sede judicial que era el autor de la contabilidad “b” del PP, sin que usted viniera a esta Cámara, esperando a que escampara, cada día que ha pasado, usted ha perdido credibilidad. Porque esa confirmación era una doble acusación hacia usted: doble acusación. Primero, que usted había mentido el 2 de febrero cuando dijo que todo lo publicado sobre la existencia de una contabilidad “b” en el PP era falso. Y segundo, sobre usted pesaba una grave acusación, la de haber cobrado sobresueldos en negro siendo ministro. Estas dos cosas las tenía que haber rebatido usted inmediatamente.

¿Qué hubiera hecho cualquier responsable en Francia, en Alemania o Gran Bretaña? Pues hubiera venido aquí al Parlamento a explicarse y hubiera acudido al juzgado de guardia a poner una querella contra el señor Bárcenas. Usted no hizo ni lo uno ni lo otro. Y ustedes, aunque ahora lo quieran olvidar, no pueden dejar pasar que el Sr. Bárcenas fue su tesorero durante más de veinte años. Por cierto, gerente y luego tesorero, tesorero porque le nombró el señor Rajoy.

Usted no hizo ni lo uno ni lo otro. Trató de ganar tiempo, a ver si el verano se llevaba la tormenta. El resultado es que muchos ciudadanos hoy creen que usted no ha venido al Parlamento porque o no sabía cómo explicar lo inexplicable, o tenía miedo de que a su explicación fuera seguida de otro ataque de sinceridad del Sr. Bárcenas. O las dos cosas, que es justamente lo que pienso yo.

Le diré algo más: con su actitud numantina de no explicar nada en este Congreso ha jugado también con la credibilidad de esta Cámara. Porque es aquí, en la sede de la soberanía popular, en donde hay que dar explicaciones. No a la oposición, que también. Hay que dar explicaciones a los ciudadanos que son aquí los que están representados. No sé si usted es consciente de la gravedad de la crisis por la que atraviesa el país que usted gobierna. Que es una crisis económica y social, que es una crisis territorial y que es una crisis también política. No sé si usted se ha dado cuenta de lo que supone para un país, que tiene una desconfianza en sus instituciones como nunca se ha manifestado en democracia, el que aparezcan informaciones, siempre torpemente desmentidas, que acusan al partido del gobierno y al Presidente. No sé si es usted consciente del daño que hace a esta Cámara y a la propia democracia su resistencia a venir a dar explicaciones aquí. Por si no es consciente, se lo diré yo. Mucho daño. Su actitud ha hecho mucho daño a la credibilidad de esta Cámara y a sus instituciones.

En resumen, durante estos últimos días usted no ha hecho sino agravar la crisis política de nuestro país. Usted lejos de ser la solución para esta crisis política se ha convertido en un agravante de esta crisis. Porque no se ha comportado como el presidente del Gobierno de un país en crisis, no, sino como el presidente de un partido que, por lo que sabemos ya hoy, ha crecido, vivido y ganado elecciones aupado en un sistema de financiación ilegal durante más de 20 años, durante más de 20 años.

Ha venido usted hoy a esta Cámara a decirnos que tuvieron durante más de veinte años un “tesorero infiel”. Pues bien, no le podemos creer y le voy a demostrar a lo largo de mi intervención por qué no le podemos creer.

De entrada no le podemos creer porque desde que estalló el caso Gürtel ustedes no han hecho otra cosa que mentir. Una y otra vez. Mentir hasta que los hechos desmontaban la mentira y luego pasar a otra.

Cuando se vieron sorprendidos por la investigación judicial recurrieron a la más cobarde y la más inútil de las reacciones: negar lo evidente. Dicho en palabras que todo el mundo entiende, su postura oficial como presidente del Gobierno se ha limitado a decir con cara de víctima. “Esto no es lo que parece”. Y pretende que todo un país que ha visto públicamente las pruebas de sus indefendibles actuaciones lo acepte sin más. Su problema, señor Rajoy, no lo tiene en esta Cámara, lo tiene justamente fuera de esta Cámara, es su credibilidad la que está en duda.

Repasemos los hechos. No las opiniones, ni las declaraciones, ni las imputaciones, ni las acusaciones; los hechos, señor Rajoy.

Verá, el caso Gürtel se dio a conocer a la opinión pública el 6 de marzo del año 2009. Unos días después, usted Sr. Rajoy hizo una comparecencia, rodeado de sus dirigentes territoriales más importantes para afirmar rotundamente: “No es una trama del PP, es una trama contra el PP”. Fue su primera gran mentira en todo este asunto. La mejor prueba de esa mentira es que a su lado estaba la señora De Cospedal. Ahora sabemos, porque ella se ha encargado de contarlo a los cuatro vientos, en televisiones, radios y periódicos en las últimas semanas, ahora ya sabemos, que estaba embarcada en la operación limpieza. Sin reparar, o sí, en que lo que estaba limpiando era, entre otras cosas, sus cuatro años de presidente en el PP.

¿He dicho operación limpieza? Pero me voy a corregir, era, en realidad, una operación de borrado de huellas. No por un ataque de moral pública, no, era porque les habían pillado con las manos en la masa.

En verano la señora De Cospedal, que parece que limpiaba y limpiaba, salvo en lo que se refiere a la financiación de su propia campaña electoral, volvió a acusar al Estado de perseguir al PP. A jueces, fiscales, policías y, por supuesto, al gobierno, de utilizar todo el poder del Estado para destruir su partido. Mientras empezaba su particular pulso con el señor Bárcenas, acusaba gravísimamente a todo el mundo. Era una mentira insoportable.

Pocos meses después, usted mismo el 15 de octubre del 2009 volvió a comparecer para insistir en su gravísima acusación al gobierno. Dijo entonces, cito literalmente su frase: “Es indignante y antidemocrático el uso sectario y partidista que se ha hecho de Instituciones del Estado por parte del gobierno con el fin de ofrecer una imagen distorsionada e irreal de esta formación política”. Fin de la cita. ¡Qué vueltas da la vida, señor Rajoy! Los mismos fiscales y jueces que formaban parte de esa operación sectaria y antidemocrática son los que ahora usted utiliza en esta tribuna para justificar enfáticamente que usted ha resistido el chantaje. Pero, ¿no formaban parte de una conspiración del Estado, señor Rajoy, contra usted, contra su partido? ¿Sabe lo que era?, era una mentira infame, en esta ocasión, infame.

No, no había ninguna conspiración. Simplemente el estado de derecho investigaba un gravísimo caso de corrupción que afectaba de lleno al PP, a su organización central y a muchas de sus organizaciones territoriales. Ustedes trataron durante unos meses de amedrentar a todo el mundo, pero no pudieron conseguirlo. Y la investigación empezó a desvelar que lo que inicialmente era una trama de comisionistas, básicamente en la Comunidad de Madrid y en la Comunidad Valenciana, en realidad era mucho más: era todo un sistema de financiación ilegal que tenía su origen en la sede de Génova y se ramificaba hacia distintas Comunidades: Castilla y León, Galicia, Andalucía, Baleares, por supuesto Madrid y la Comunidad Valenciana. El caso Gurtel acababa de pasar a ser el caso PP.

Y mientras tanto ustedes negaban y negaban. Y celebraban el archivo temporal de la causa contra su extesorero, el señor Bárcenas, con alborozo. En público y hoy sabemos que también que en privado. Incluso el señor Trillo se permitió el lujo de pedirme explicaciones por las investigaciones sobre el señor Bárcenas, insistiendo en que le debía públicas disculpas. Visto lo visto, ustedes tenían buenas razones para celebrar con entusiasmo ese archivo temporal. Bárcenas no era un delincuente. Por aquellos tiempos era, como dice el comunicado colgado en la página web del PP hasta hace muy pocos días, un ejemplo de profesionalidad y buen hacer.

Paso directamente a enero del 2013. Es entonces cuando aparece en la AN la cuenta suiza del señor Bárcenas. Y, un poco después salen a la luz pública las acusaciones de la existencia de sobresueldos en negro para dirigentes del PP y la contabilidad “b” de este partido. El 2 de febrero, usted señor Rajoy afirmó solemnemente que todo lo publicado, se refería a la contabilidad “b” y a los sobresueldos, era falso.

A los pocos días introdujo un matiz: todo es falso, salvo algunas cosas. No tuvo más remedio que rectificarse a sí mismo. Porque en tan poco tiempo, algunos pagos que estaban incluidos en esa contabilidad “b” se empezaba a saber que eran ciertos o mejor que eran ciertos y verificables. La instrucción judicial posterior así lo confirmó. La contabilidad “b” recogía pagos en “b”, en negro, verdaderos efectuados por el PP. Otra mentira empezaba a desmoronarse.

Después de esa declaración del 2 de Febrero, yo le pedí su dimisión, señor Rajoy. Porque le dije, negarlo todo, como usted ha hecho, era ponerse en manos del señor Bárcenas. Porque, como luego se ha demostrado, el señor Bárcenas tenía información relevante con la que mantener en vilo al Presidente del Gobierno, a usted, no a mí. Porque el señor Rajoy había unido su destino a las circunstancias procesales del señor Bárcenas. Así se lo dije aquí, en el Debate del Estado de la Nación. Porque un Presidente de Gobierno, y lo reitero una vez más, no puede depender de los ataques de sinceridad de su tesorero.

Desde entonces los hechos nos han dado toda la razón. A la declaración del señor Rajoy se sucedieron una serie de episodios que serían cómicos, sino reflejaran la turbia relación del señor Bárcenas con su partido. Del tesorero del primer partido del país con su propio partido. Salarios, indemnizaciones, despachos, secretarias, cajas con documentación, coches. Noticias que los portavoces del PP se empeñaban en desmentir para tener que aceptar a las pocas horas. Noticias que reflejaban la relación, la protección diría yo, de su partido con el señor Bárcenas y que venían a demostrar que la ruptura, de la que usted ha alardeado aquí una y otra vez, esa que se produjo el 8 de abril del 2010, no era cierta, no. Ustedes no le dejaron y no le dejaron caer porque no podían. Y entretanto siguieron mintiendo.

Entonces el juez ordenó la prisión para el señor Bárcenas. Y se precipitaron los acontecimientos. El señor Bárcenas se apresuró a confesar, en sede judicial, que él era el autor material de la contabilidad “b”. Desmentidos quedaban los patéticos intentos de señalados dirigentes populares para negar la evidencia: que no era la letra del extesorero, que era un documento apócrifo, que eran fotocopias de un documento redactado todo el mismo día… Mentiras y más mentiras.

Fue después de esa decisión judicial cuando tuvimos una desdichada sesión en la Diputación Permanente de esta Cámara. En la que, para oponerse a la petición de comparecencia del Presidente formulada por todos los grupos, el señor Alonso arremetió contra todo y contra todos. Pretendió, como ha hecho usted hoy aquí, hacernos creer que el padrino de Bárcenas es el PSOE y la víctima el PP.

Arremetió contra el Sr. Bárcenas, al que, en varias ocasiones, llamó delincuente, no presunto delincuente. Y la pregunta es: ¿Cuándo pasó el señor Bárcenas, Luis, de tesorero intachable a delincuente? ¿Cuándo alguien empezó a demostrar que no era inocente? No. ¿Cuándo se confirmó que era un evasor fiscal? Tampoco.

Pasó a ser un delincuente en el momento en que decidió dejar de disimular su letra ante los peritos calígrafos de la policía. En ese momento. Cuando rompió no solo una estrecha amistad sino también un código de silencio forjado durante más de veinte años. Entonces, Luis Bárcenas, el honrado tesorero, pasó a ser “ese”, un simple compañero de oficina con el que algunos de ustedes se cruzaban de vez en cuando en el ascensor. Sí, señorías, es exactamente como parece y así lo entienden la inmensa mayoría de los españoles.

Sabemos, por el señor Bárcenas, que existe una contabilidad “b” que él mismo elaboró. Sabemos que existe. Y sabemos que en esa contabilidad, que el señor Bárcenas ha establecido en sede judicial que es suya, hay apuntadas entradas, donaciones de empresas y salidas, gastos, todos en negro, durante más de veinte años.

Y la pregunta es: ¿cabe imaginar al señor Bárcenas inventándose una contabilidad falsa por lo que pudiera pasar veinte años después? No cabe, ¿verdad?

¿Y cabe imaginar una contabilidad falsa inventada por el señor Bárcenas y visada por el señor Lapuerta durante más de veinte años? No cabe, ¿verdad que no cabe?

Y lo que resulta aún más inverosímil ¿Cabe imaginar al Sr. Bárcenas inventándose una contabilidad falsa y trufándola de datos ciertos para darle apariencia de verosimilitud veinte años después? ¿Verdad que no cabe, señores del PP? No cabe.

Pero aún hay más. Verán: la contabilidad “b” del señor Bárcenas está directamente conectada con la contabilidad “a” del PP. Así lo demuestra un informe de la Policía, que se ha publicado, depositado en la Audiencia Nacional.

Entre el 2002 y el 2007 el Sr. Bárcenas blanqueó dinero “b” mediante un sistema muy sencillo: cogía dinero de la caja “b”, bajaba al banco, lo troceaba en cantidades para no superar el límite legal y lo ingresaba en la cuenta de donaciones del PP. La Policía lo ha demostrado. Entre 2002 y 2007.

Veamos un ejemplo. 26 de octubre del 2006: el señor Bárcenas hace cuatro ingresos de 30.000, 25.000, 17.000 y 8000 euros en la cuenta del partido. Estos ingresos se recogen en la cuenta de su partido, la que está auditada por el Tribunal de Cuentas. Hoy sabemos que ese mismo día dio de baja 80.000 euros en la cuenta “b”. Sumen conmigo: 30.000, más 25.000, más 17.000, más 8000 igual a 80.000. El mismo día salieron de la contabilidad “b” y pasaron a figurar en la “a”, que está auditada por el Tribunal de Cuentas. Es un sistema de blanqueo que creyó infalible. ¿Sabe qué pasa? Que le pillaron. Él nunca lo pensó.

Algo parecido sucede con los sobresueldos en negro. Porque la pregunta es: ¿cuándo empezaron a aparecer en la contabilidad del señor Bárcenas? Se lo voy a decir: casualmente, en el año 1997, que fue el primer año en el que ustedes estuvieron todo un año en el Gobierno de la nación. 1997. Y sí, es que los ministros no pueden cobrar más que el sueldo de ministro, y resulta imposible para algunos aceptar que se gane más en el partido que en el Gobierno, y por eso hay sobresueldos en “b”.

Sí. Un medio de comunicación acaba de describir los avatares de la la nómina de gastos de representación del señor Arenas. Verá, porque es muy interesante. Pasa de la contabilidad “b” del señor Bárcenas a la contabilidad “a” del PP. Y esos tránsitos coinciden exactamente con su entrada y con su salida en el Gobierno. ¿Entra al Gobierno?: se le paga en negro. ¿Sale del Gobierno?: se le paga en blanco, contabilidad del PP auditada por el Tribunal de Cuentas.

Por cierto, nóminas en “b” que naturalmente no se declaran a Hacienda.

Luego, sí, claro que hubo sobresueldos. Y la contabilidad real del PP es la suma de la contabilidad “a” auditada por el Tribunal de Cuentas y la contabilidad “b” presentada por el señor Bárcenas en la Audiencia Nacional.

Porque no es creíble, señores del PP, que el señor Bárcenas falsificara durante veinte años una contabilidad por lo que pudiera pasar; porque no es creíble que le pidiera un visé año a año al señor Lapuerta por lo que pudiera pasar; porque no es creíble que trufara esa contabilidad de datos ciertos por lo que pudiera pasar, porque pasó de la “b” a la “a” y aparece en un informe de la Policía; y porque no es creíble que apuntara sobresueldos de ministros teniendo delante el BOE para ver cuándo eran nombrados y cuándo eran cesados.

Es así. Hechos. La contabilidad “b” es exactamente la contabilidad del partido. Y por eso, señor Rajoy, le digo que usted no dijo la verdad a los españoles el 2 de febrero; no dijo la verdad cuando dijo que todo era falso. Porque la contabilidad “b” es cierta. Ustedes no podían desconocerlo, entre otras cosas porque en ella estaban los sobresueldos que ustedes habían cobrado.

Hace unas semanas se hicieron públicos una serie de SMS, que reflejaban una relación continua del señor Bárcenas con el presidente del Gobierno. Los SMS fueron dados por ciertos a las pocas horas de su publicación. Después de leerlos ya no cabía ninguna duda. Ninguna. Por eso pedimos públicamente la dimisión del presidente del Gobierno y dijimos que pasábamos de pedirla a actuar para conseguirla. Y pedimos esta comparecencia para decirle aquí, en sede parlamentaria, que tiene usted que marcharse, señor Rajoy, y para explicarle las razones por las que tiene que hacerlo. Efectivamente, para llegar a este debate tuvimos que anunciar que, en el caso de que usted no compareciera, presentaríamos una moción de censura, un instrumento al que, teniendo en cuenta lo que ha pasado y lo que puede pasar, no renunciamos en el PSOE.

Sus SMS hablan por sí solos. Usted ha utilizado mis citas en su discurso, yo voy a utilizar sus SMS, si me lo permite. Porque son el fiel reflejo de lo que ha estado pasando. Y no son los SMS de un delincuente con el presidente de un gobierno democrático, no. Son más bien los de un socio con otro socio en apuros.

O por mejor decir: los de un socio, con otro que le puede poner en apuros. Intercambios de SMS que se prolongan incluso después de que se conociera la cuenta en Suiza del señor Bárcenas. Es decir todos los españoles sabían que el señor Bárcenas era un delincuente fiscal y el presidente del Gobierno le seguía mandando afectuosos mensajes de ánimo.

SMS que describen la difícil relación entre De Cospedal y Bárcenas, en la que usted mantiene un complicado equilibrio. Cito: “No es cierto, Luis. Para qué va a hacer daño. Ya hable con ella…”. Fin de la cita. Se lo escribía usted al señor Bárcenas.

SMS que describen su relación, señor Rajoy, con su extesorero: “Yo estaré ahí siempre” ¿Recuerda, señor Rajoy? El 15 de marzo del año 2012, lo ha recordado usted, la Audiencia Nacional, a instancias de la fiscalía, había reabierto el sumario contra Bárcenas. Pues bien, poco antes usted le había tenido que tranquilizar. Cito: “Luis, nada es fácil. Hacemos lo que podemos”. Curiosa manera de resistir un chantaje: hacemos lo que podemos, claro. Y lo que no hacemos es porque no podemos.

SMS que hablan de los sobresueldos. Verá, dos días más tarde de conocerse la cuenta del señor Bárcenas en Suiza se publica la existencia en el PP de sobresueldos y de una cuenta “b”. Ese mismo día el señor Bárcenas le escribe a usted para decirle que él no podía contrarrestar, cito, “la filtración de Cospedal a El Mundo”. Fin de la cita.

Fíjese, habla de una filtración, no habla de una mentira, ni de una calumnia, ni tan siquiera de una intoxicación. No. Habla de una filtración que como todo el mundo sabe y recoge el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua es “divulgar indebidamente una información secreta o confidencial”.

En resumen: no acusa a la señora De Cospedal de mentir sobre los sobresueldos, la acusa de filtrar los sobresueldos. Y usted no lo desmiente; le contesta: “Luis, lo entiendo. Sé fuerte. Mañana te llamaré”. No desmiente ni la filtración, ni el nombre de la filtradora. “Sé fuerte” ¿Qué quería decirle, señor Rajoy?

El señor Bárcenas decidió que ya estaba bien de ser fuerte. Entonces, cuando desoyendo sus consejos dejó de ser fuerte, pasó a ser un delincuente. El tesorero infiel. Así es, exactamente lo que parece.

Los SMS demuestran que la verdad de esta historia es justo como parece ser. Las cosas son, en este caso, como parece que son.

Voy terminando ya. Durante más de veinte años en el PP ha existido no una trama, no, un auténtico sistema de financiación ilegal orquestado desde la sede central por un hombre de su máxima confianza, señor Rajoy.

Un sistema de gestión integrado, el sistema PP, en el que a ustedes nunca les ha faltado dinero para financiar ayudas, préstamos, sobresueldos, vigorizantes inyecciones de dinero negro con las que competir dopados en las elecciones; y a sus generosos mecenas nunca les han faltado contratos de obras y de servicios.

Le he demostrado por qué no podemos creerle. Porque ustedes no han dicho una sola verdad en estos cuatro años. Porque los hechos conocidos son tozudos. Y no intenten ustedes colocarnos frente a una falsa disyuntiva: “O creen al señor Bárcenas o creen al presidente de Gobierno”. No. Esa no es la opción. La opción es entre mentiras y hechos; entre las mentiras del PP y los hechos del PP. La opción es entre la palabra del señor Rajoy y los SMS del señor Rajoy.

No traten ustedes de fijar nuestra atención en la evidente refriega político-jurídica en la que ustedes andan ahora con el señor Bárcenas, no. Lo que hay que discutir en la cámara es su relación durante veinte años. Porque los hechos son como parece que son.

Sr Rajoy, yo le ruego que no añada a su ominoso silencio el insulto de intentar hacernos creer que usted, que lo ha sido todo en el Partido Popular, que ascendió al señor Bárcenas y que lo ha respaldado no supo nada de la existencia de una contabilidad “b”. Es imposible de creer. Y ya que no respeta al Parlamento, señor Rajoy, respete al menos la inteligencia de los españoles.

El caso de esta persona, antes llamada por ustedes el honorable señor Bárcenas se escribe con B, de caja B. Con B de sobresueldos en B. Con B de bloqueo, que es a donde ha conducido usted a la situación política. Con la B de bronca, que es la que me han montado ustedes hoy aquí. Y con B de bochorno, que es la sensación que tienen muchos ciudadanos contemplando hoy el debate de esta cámara.

Voy a la política, señor presidente. Porque lo que acabo de describir, que son hechos, ha tenido y está teniendo consecuencias políticas muy graves.

Usted ha quedado completamente condicionado en su acción política por el señor Bárcenas. Hace mucho tiempo que dejó de hablar en público de su nombre; hoy lo ha hecho aquí después de un largo intervalo que entendemos perfectamente. Pero es un ejercicio inútil: la sombra de Bárcenas es ya su propia sombra.

En segundo lugar, su comportamiento está haciendo daño a las instituciones democráticas. Por supuesto, a la imagen internacional de nuestro país. Y, sobre todo, ¿sabe qué pasa?, que se ha quedado usted sin autoridad moral para pedirle a los españoles según qué cosas. ¿Con qué autoridad viene usted a hablar de corrupción en esta cámara cuando la ha negado sistemáticamente, la que ha habido en su partido durante veinte años? ¿Con qué autoridad le va a decir a los ciudadanos que no tienen que evadir impuestos cuando en su partido ha habido una cuenta “b” durante más de veinte años? ¿Cómo le va a pedir usted un esfuerzo a los pensionistas si ustedes han cobrado sobresueldos en “b” durante muchos años? Se ha quedado usted sin autoridad.

Tiene usted razón, señor Rajoy: este no es un tribunal de justicia, es una cámara política que representa a los ciudadanos y que se tiene que preocupar, entre otras cosas, de preservar la buena salud de la democracia. La democracia tiene códigos que no se pueden violar sin que ello tenga consecuencias políticas. Códigos que no están en el Código Penal. El Código Penal y sus delitos se miden en los tribunales, pero hay códigos democráticos cuyo cumplimiento se dirime aquí, en esta Cámara. Delitos contra la democracia, que, señor Rajoy, no prescriben aquí, se dirimen aquí.

Le recordaré rápidamente cinco de estos delitos. Un presidente, señor Rajoy, no puede amparar ilegalidades, ni beneficiarse de ellas, ni mentir, ni ningunear al Parlamento, ni estar sometido a hipotecas, y usted ha violado todos esos códigos. Por eso le digo que su presencia al frente de la Presidencia del Gobierno de España es un problema para nuestra democracia.

Termino ya. Usted, señor Rajoy, ha venido hoy aquí a intentar salvarse. En sus propias palabras, y cito una vez más uno de sus SMS: “Hay que resistir”. Y, ¿sabe que le digo? Que la resistencia no es buena cosa cuando resistiendo se hace daño al país que uno gobierna. Y esa es la realidad en la que usted está. Usted está haciendo daño a España. Por eso hoy aquí le pido que se marche; le pido un acto de generosidad con un país que no puede sufrir por tener al frente a un presidente como usted.“

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