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The Guardian en español

La ONU publica archivos sobre el Holocausto que “reescribirán capítulos de la historia”

Prisioneros en el campo de concentración de Buchenwald / Holocaust Education Archive Research Team.

Owen Bowcott

Los archivos de crímenes de guerra que revelan las primeras pruebas de los campos de exterminio del Holocausto (sacados a escondidas del este de Europa) están entre las decenas de miles de documentos que se van a hacer públicos por primera vez esta semana. El archivo de la comisión de la ONU encargada de investigar los crímenes de guerra (durante mucho tiempo inaccesible) data de 1943 y va a ser abierto por la Wiener Library en Londres con un catálogo que podrá visitarse por Internet.

Los archivos apuntan a que algunas de las primeras demandas de justicia provienen de países que habían sido invadidos, como Polonia y China, antes que de Reino Unido, Estados Unidos y Rusia, que finalmente coordinaron los tratados de Nuremberg.

Los archivos, junto a la comisión de la ONU encargada de investigar los crímenes de guerra, se cerraron a finales de los años 40. Cuando Alemania Occidental se transformó en un aliado fundamental en el comienzo de la Guerra Fría, el uso de estos registros fue eliminado. Más o menos al mismo tiempo, a muchos nazis se les concedió libertad anticipada después de que el senador anticomunista estadounidense Joseph McCartthy presionara para poner fin a los juicios por los crímenes de guerra.

El acceso a la enorme cantidad de pruebas y autos de acusación está programado para coincidir con la publicación de Human Rights After Hitler: The Lost History of Prosecuting Axis War Crimes (Los derechos humanos después de Hitler: la historia perdida de los crímenes de guerra del ejército), de Dan Plesch, un investigador que ha estado trabajando en los documentos durante una década.

Los documentos registran recopilaciones de pruebas muy poco después de la fundación de la ONU en enero de 1942. Demuestran que las violaciones y la prostitución forzada se persiguieron como crímenes de guerra en tribunales tan alejados como los de Grecia, Filipinas y Polonia en los años 40, a pesar de que indicios más recientes apuntaban a que esto fue una innovación legal que surgió tras el conflicto de Bosnia en los años 90.

¿Cómo seguir negando el Holocausto?

El gobierno polaco en el exilio, según registran estos archivos, facilitó extraordinariamente minuciosas descripciones a la comisión de la ONU sobre campos de concentración como el de Treblinka y Auschwitz, lugares en los que millones de judíos fueron asesinados en cámaras de gas. Por ejemplo, los escritos relatan cómo las víctimas eran forzadas a desnudarse y detalles como el de los suelos de terracota de los cuartos, que “se volvían tremendamente resbaladizos cuando se mojaban”.

La Wiener Library fue fundada en Amsterdam en 1934 por el doctor Alfred Wiener para monitorear el antisemitismo nazi. Envió su colección a Londres justo antes de que comenzase la Segunda Guerra Mundial, después trabajó junto al gobierno británico para informar a las autoridades sobre la dictadura de Hitler y proporcionar pruebas para los juicios de Nuremberg.

Ahora en Bloomsbury, en el centro de Londres, la biblioteca respalda los estudios sobre el Holocausto y el genocidio. También trabaja junto al International Tracing Service para proporcionar ayuda a aquellas personas que buscan a familiares que desaparecieron en campos de concentración. “El catálogo de la Comisión de Crímenes de Guerra de la ONU, que se podrá visitar online, estará disponible en nuestra web esta semana”, asegura Howard Falksohn, responsable del archivo de la biblioteca. “La gente podrá acceder y consultarlo”.

“Esperamos mucho interés. Algunos PDFs contienen más de 2.000 páginas. Esta es la primera vez que estarán disponibles en Reino Unido. Es muy posible que la gente llegue a reescribir capítulos cruciales de la historia utilizando estas nuevas pruebas”, asegura.

Plesch, que es el director del Centre for International Studies and Diplomacy en la Universidad SOAS de Londres, tuvo que conseguir un permiso especial para leer los documentos, que estuvieron celosamente custodiados por la ONU en Nueva York. Solo los investigadores que recibieron permiso por parte de sus gobiernos y el consentimiento del secretario general de la ONU pudieron leerlos, sin embargo, no se les permitió tomar notas o hacer copias. Plesch ayudó a persuadir a diplomáticos, incluida la embajadora de EEUU en la ONU, Samantha Power, para que se publicase este material secreto.

“Es un enorme recurso para combatir la negación del Holocausto”, dice Plesch. “Las autoridades alemanas nunca tuvieron acceso al archivo por parte de los aliados tras la guerra. Todo esto nunca había visto la luz del día”.

Algunas de las primeras pruebas de estos archivos fueron recolectados para acusar directamente a Adolf Hitler por su papel en la coordinación y control de las masacres llevadas a cabo por las unidades nazis en Checoslovaquia. Muchas de las pruebas fueron reunidas por el gobierno checo en el exilio. Hay más de 300 páginas detallando sus órdenes y responsabilidades. Finalmente, el líder nazi fue acusado en secreto en una reunión del comité a finales de 1944 cuando las bombas de Luftwaffe cayeron sobre Londres.

El material incluye innumerables testimonios, como el del soldado británico Harry Ogden, que fue capturado en Noruega en 1940. Ogden logró huir de un campo de prisioneros de guerra para unirse a combatientes polacos, pero fue detenido de nuevo y llevado a otro campo de prisioneros cerca de Auschwitz.

A finales de los años 40, el gobierno de EEUU y el de Reino Unido terminaron con los enjuiciamientos a nazis. El presidente Harry Truman hizo del anticomunismo una prioridad mucho más importante que la causa contra los nazis, apunta Plesch. “Incluso se limitaron las acciones contra los perpetradores de la masacre contra combatientes de la aviación británica que intentaron escapar del campo de prisioneros Stalag Luft III, un vuelo que se ha convertido en un icono gracias a de películas como La Gran Evasión”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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