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“Lo mejor y lo peor del mundo del podcast es que cualquiera puede hacer uno”

Antonio Runa

Fran Andrades

La Órbita de Endor es uno de los podcasts en castellano más destacados del momento. En su página oficial se define a sí mismo como un proyecto sin pretensiones, dispuesto a amenizar a los aficionados a la ciencia-ficción y la fantasía en general. A pesar de tener un punto de partida no profesional, la realización de los programas es impecable, con un montaje destacado y dirigido de forma muy amena.

Antonio Runa, la voz principal del podcast “La Órbita de Endor”, nos cuenta cómo se ve desde dentro la elaboración de cada programa y nos orienta a propósito de la escena de grabaciones aficionadas existente hoy en día.

Fran Andrades - Cuéntame cómo surgió la idea de realizar un podcast con una temática como la de La Órbita de Endor.

Antonio Runa - Mi afición por la radio se extiende a los tiempos en que yo era sólo un niño, mi madre escuchaba Protagonistas y otros tantos programas de la época, mientras hacía sus tareas del hogar. Yo no prestaba atención, pero aquellas voces iban grabando en mi subconsciente un algo que después afloraría en mi interior, casi como una necesidad.

Ya en mi adolescencia me aficioné a ciertos programas que realizaban conocidos míos, donde se emitía la música que por aquel entonces yo escuchaba. Amén de que determinadas madrugadas me gustaba sentir auténtico miedo escuchando algunos programas de misterio de aquel momento. También era muy aficionado a una cadena pirata de mi zona que se llamaba Cadena del Water, que era revolucionaria. Así que desde siempre he soñado con hacer radio, pero nunca me lo había propuesto.

Ahora, con el asunto de los podcast, es relativamente fácil, así que en cuanto surgió la oportunidad de empezar a hacer un programa de este estilo, me metí a ello. Y ese primer podcast que dirigí junto a Carlos Ruiz se llamó Expediente FDM, que estaba vinculado con la tristemente desaparecida plataforma de divulgación Foros del Misterio. Tocábamos temas relacionados con el misterio, pero también con la ciencia y la Historia. Tenía un toque desenfadado y transgresor, y aplicamos una visión escéptica y racional a la hora de abordar temas puramente misteriosos.

El podcast funcionó muy bien dentro del mundillo, trajimos al programa a los más importantes profesionales de estos temas, y cuando FDM dejó de funcionar activamente, algunos de estos divulgadores reconocieron públicamente nuestra labor, como Iker Jiménez en Milenio 3. Estoy orgulloso de haber pertenecido a ese proyecto.

Ya entonces empecé a darle vueltas a la idea de hacer otro podcast distinto, como éste que hago ahora mismo, pero no me terminé de decidir entonces. La cuestión era que, si yo era un poco friki, ¿por qué no hacer un programa un poco friki? Ya había empezado a escuchar algunos podcast y programas de radio que tocaban este tipo de material. Así que puedo decir que la semilla fue germinando poco a poco, hasta que me decidí a dar el paso.

Finalmente acabé estrenando La Órbita de Endor a principios del año 2011, como un proyecto finito que no iría mucho más allá de 12 o 15 programas. La cosa funcionó mejor de lo esperado y aquí estamos. Poco a poco hemos ampliado nuestra audiencia y el programa ha evolucionado tanto que casi no tiene nada que ver con el concepto original que yo había ideado.

FA - ¿Cómo ves la escena del podcasting en España? y en concreto, ¿hay calidad suficiente en un género que todavía muchos observan por encima del hombro?

AR - La escena del podcasting en España me provoca sentimientos encontrados. Por un lado, debo aplaudir el que haya mucha variedad. Casi puedes encontrar un programa para cada materia acerca de la cual estés interesado.

Pero sobre la calidad del mundo del podcasting, en general, no puedo estar muy contento. Hay programas de gran calidad, esto es así, programas a los que es difícil sacarle algún defecto. Pero no suelen ser los más habituales. Los más habituales, de hecho, son esos podcast con formato doméstico, en los que un grupo de amigos se reúnen en torno a un micrófono mediocre y graban con sonido de lata lo primero que se les ocurre acerca de lo que sea que quieran hablar. Sin ningún criterio y con el permanente síndrome de la colegiala risueña en la edad del pavo, que no para de decir la primera gilipollez que se le pasa por la cabeza, y que será reída por todos los demás porque, en el fondo, lo que impera es la ley de hacerse el gracioso a toda costa.

No digo que los programas deban ser sobrios y sin sentido del humor, no, en absoluto. Lo que digo es que hay por ahí demasiados podcasters convencidos de que tienen gracia, sin ser así. Y así asistimos a muchas tertulias donde no se para de pronunciar supuestas ocurrencias que todo el mundo ríe a carcajadas, aunque a un oyente casual le parezca que no tienen la menor gracia.

Afortunadamente, hay muchos programas con bastante sentido del humor, que realmente hacen reír por lo que se dice en ellos, más que por las risas de los contertulios. Pero si somos sinceros, la calidad de una escena nacional de podcasting se debe medir por los contenidos y por la edición final. Y en ese sentido hay excepciones que confirman la regla, claro, pero la mayoría de los podcast que se pueden encontrar son deficientes en ambos sentidos.

Lo mejor y lo peor del mundo del podcast es que cualquiera puede hacer uno. Demasiada gente siente el impulso de ponerse delante de un micrófono y decir todo lo que le salga de dentro. Y eso es genial. La principal misión de un podcast es entretener, pero no sólo al que lo realiza, sino al que escucha. Por ello, cuando comparamos el nivel que tienen los podcast españoles, en comparación con otros países, nos damos cuenta que el exceso de amateurismo nos sitúa en un puesto muy inferior.

No quiero que se me malinterprete. Un podcast debe ser amateur, es la esencia del podcast, no sólo hacer radio enlatada, sino radio de aficionado, pero no pienso que la ley del todo vale juegue mucho en nuestro favor.

El punto más favorable de todo esto es que, en mitad de ese océano de vulgaridad, sobresalen programas excepcionales, algunos sin muchos medios, que ofrecen calidad y sentido del humor, y también seriedad, por supuesto. Resumiendo, ¿cómo veo yo la escena del podcasting en este país? Progresa adecuadamente, pero necesita mejorar. Y mucho.

FA - En el podcast tratáis una temática variada y mantenéis un contacto cercano con vuestros seguidores, sobre todo vía Facebook. ¿Influyen en la elección de contenidos o estos van más movidos por vuestras preferencias?

AR - En efecto, queremos mantener un trato de “tú a tú” con los oyentes, tanto en Twitter como en Facebook, porque no es algo que se pueda esperar de todos los podcasters y comunicadores del panorama. De hecho, es bastante frecuente que determinados programas tengan a un encargado de responder mensajes privados y demás interacciones en las redes sociales, y ese encargado, paradójicamente, no forma parte del equipo del programa. Por supuesto, mientras puedas codearte con los oyentes, debes hacerlo. Tanto con aquellos que te dan palmaditas en el hombro, como aquellos que te dan alguna colleja que otra. Solemos ignorar faltas de respeto, se borran dichos comentarios y no se responden de ningún modo, pero cualquier otro tipo de iniciativa por parte del oyente suele tener respuesta por nuestra parte. Creemos que es importante.

Obviamente, cada vez tenemos menos tiempo a la hora de responder esos mensajes de los oyentes, porque el número de personas que se ponen en contacto con nosotros aumenta progresivamente, pero por el momento hacemos lo que podemos.

En cuanto a si los oyentes son los que deciden los temas a tratar en el programa o no, debo decir que los temas suelen ser elegidos por los miembros del equipo. Ellos proponen temas y yo selecciono el orden en que van grabándose e insertándose en el programa. Pero también es cierto que a la hora de hacer una lista de contenidos, lo primero que tenemos en cuenta son las sugerencias de los oyentes. Si un tema tiene mucha demanda, hacemos lo que está en nuestra mano por atenderla. Otra cosa es que haya asuntos que requieran más tiempo y los demoremos hasta estar completamente preparados para abordarlos, o que haya materias que no entren dentro de nuestros gustos y preferencias.

FA - The Big Bang Theory, Los Informáticos y la llegada de series como The Walking Dead o Juego de Tronos han elevado contenidos antes no conocidos para el público general a la cultura de masas. Hasta hace unos años jugar a rol era capaz de provocar incluso un estado de “alerta” según con quien tratases .¿Está lo freak de moda? ¿Supone esto el ascenso de una generación cuyos gustos son cada vez más visibles?

AR - Pues sí, lo friki, lo geek o como quieras llamarlo, está de moda. No es una moda que afecte a todos los extractos sociales, pero desde luego tiene tirón, da mucho dinero y ofrece una cantidad inagotable de material abordable. Cuando yo era un crío era impensable que una película protagonizada por Los Vengadores contase con un presupuesto notable, fuera el estreno en cines más esperado de la temporada y sus números de recaudación fueran desorbitados, habiendo hecho previamente una película para cada uno de los personajes principales. Pero hoy eso ocurre.

Por supuesto, sólo ocurre dentro del cine, la televisión y los videojuegos, porque son las plataformas de difusión que llegan a las masas más numerosas de público. Con los videojuegos, me sorprende, porque hace un par de décadas, tener una consola era algo propio de críos. Ahora casi los padres juegan más que los hijos. Pero dudo mucho que una persona “no friki”, por decirlo así, vaya a una tienda de cómics, por ejemplo, a comprarse el último número de Iron Man, aunque estoy convencido de que si no tiene nada que hacer ese fin de semana, se vaya con la novia al cine a ver la última entrega cinematográfica de ese héroe. ¿Y por qué no?

Cabe destacar que el mundo friki del cómic y el literario, que ahora tienen un público más extenso que en otras etapas de nuestra vida, siguen siendo terrenos más especializados, requieren más dedicación y no están totalmente abiertos a, vamos a llamarles así por llamarles de alguna manera, “gente normal”.

FA - Como tantos bloggers, la actividad de buena parte de los contenidos sobre todo si se trata de la cultura más geek proviene de la aportación voluntaria de sus autores. ¿Crees que hay espacio suficiente para vivir de un podcast y su acompañamiento con blogs y otra actividad social?

AR - ¿Vivir de tu hobby? Es sin duda el equivalente al Sueño Americano aplicado a la vida normal de un friki corriente. Yo creo que es posible, pero muy improbable. Profesionalizar un hobby significa que se deja de disfrutar del mismo, aunque siga siendo satisfactorio. Es diferente.

Yo, particularmente, no veo viable sacar dinero de La Órbita de Endor, a no ser que una emisora potente decida ficharnos, y es más complicado de lo que parece, habida cuenta de que cada colaborador del programa vive en una punta diferente de España. Reunirnos en un estudio todas las semanas en el mismo horario sería impensable para nosotros.

Además, sin pasar por ese aro, ganar dinero con un podcast implica una suerte de problemas difíciles de salvar. El uso de las músicas con licencia Creative Commons varía ostensiblemente si tu programa gana dinero, amén de que la inclusión de publicidad, por ejemplo, en el programa, afearía el resultado final del audio, por no hablar de las condiciones que uno debería soportar y la, por otra parte inevitable, falta de libertad total a la hora de hacer las cosas.

Yo, en este instante, no me planteo ganar dinero con el podcast. Otra cosa es que el programa pueda servir de trampolín para otros proyectos, y que estos proyectos puedan o no ser lucrativos. Pero con todo, dejar tu trabajo convencional y dedicarte sólo a tu blog o tu podcast, es una utopía para la mayoría de la gente.

FA - Pasar de 100 programas es una cantidad muy respetable para un podcast de las dimensiones que tiene cada uno y el trabajo de documentación que exige. ¿Qué perspectivas de futuro le ves a La órbita de Endor?

AR - Lo mejor que se puede hacer con esta clase de proyectos, es no pensar en un futuro a muy largo plazo. Yo sólo medito a un margen de tiempo de tres meses como mucho.

Ahora mismo lo único que quiero es rematar la tercera temporada de La Órbita De Endor lo mejor que podamos, pasar un par de meses de vacaciones haciendo otras cosas y volver en septiembre con una cuarta temporada que promete moverse en los mismos niveles de calidad que la presente temporada, sean cuales sean esos niveles (el oyente tiene la última palabra en este sentido). Y no hay más.

No hemos hecho ciento y pico programas pensando en llegar a ciento y pico programas; lo hemos hecho, pensando única y exclusivamente en el siguiente programa. Y cuando éste llegaba, lo único que pensábamos era en el siguiente. Y así, sin una perspectiva más amplia, las cosas van saliendo. Y si mañana esto tiene que acabar, pues qué se le va a hacer. Pensar demasiado en el futuro descuida tu concentración en el presente.

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