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Amazon firma una paz que es sólo una tregua

La guerra no ha concluido tras el acuerdo entre Amazon y Hachette

Paula Corroto

Madrid —

El acuerdo alcanzado entre la editorial Hachette y la distribuidora Amazon la semana pasada no ha conseguido bajar las armas en el sector del libro. A pesar de que ambos contendientes, envueltos en una batalla por el control de los precios de los ebooks en Estados Unidos –y por los porcentajes de las ventas- señalaron hallarse satisfechos, las reacciones posteriores de la industria muestran que la calma todavía no ha llegado. Y es muy probable que veamos más enfrentamientos los próximos meses. Principalmente porque ni autores ni editores se fían en absoluto de lo que la empresa de Jeff Bezos pueda hacer en un futuro.

“Y tienen razón. Esta guerra ha demostrado el poder dominante de Amazon a la hora de establecer sus reglas del juego. Este acuerdo va a significar un antes y un después y aunque digan que es favorable para ambas, comparto el análisis de que a medio plazo es Amazon el gran beneficiado y los perjudicados son los editores y autores”, analiza Javier Celaya, especialista en industria editorial digital y director de dosdoce.com.

Muy poco ha trascendido del comunicado emitido por Hachette y Amazon el pasado jueves anunciando el acuerdo. En él, sólo se informaba de que, después de varios meses de lucha, la editorial conseguía mantener el control sobre los precios de los ebooks –en Estados Unidos no hay ley del precio fijo como en España– y que el sello obtendría “incentivos económicos” cada vez que Amazon efectuara descuentos.

Para Michael Pietsch, director ejecutivo de Hachette, “el nuevo acuerdo beneficiará a los autores de Hachette durante años y otorga una gran capacidad de marketing para con uno de nuestros socios más importantes en la venta de libros”. David Naggar, vicepresidente de Kindle, señaló por su parte que con los incentivos, la editorial podría bajar los precios y así beneficiar a los autores.

Todos parecían contentos, pero en este tipo de acuerdos siempre hay que acudir a lo que no se dice. A esa letra pequeña oculta. Y esta remite a dos factores que no se nombraron y que hacen que la compañía de Bezos lleve todas las de ganar: la dependencia que hoy las editoriales tienen de Amazon para la distribución de sus ebooks, y la verdadera batalla, los porcentajes de las ventas de los libros electrónicos. De ahí que ya pocas horas después de hacerse público, algunos autores y editores norteamericanos mostraran su desconfianza.

“Me alivia mucho que hayan llegado a este acuerdo, pero si alguien piensa que todo ha acabado está muy equivocado. Amazon sigue codiciando el mercado al igual que Napoleón codiciaba ampliar su territorio”, señaló el escritor Douglas Preston, según recogió The New York Times.

La dependencia: error fatal

Desde el pasado mes de abril en el que comenzó la batalla, la editorial Hachette no ha ocultado su sufrimiento. De hecho, Amazon les golpeó con fuerza al no distribuir sus ebooks e incluso eliminar los botones de preventa. Sus pérdidas, según los datos oficiales, han llegado a ser del 18% en el último trimestre del año, y no son pocos las que las atribuyen a esta estrategia voraz de la distribuidora. El problema de Hachette: su dependencia para la distribución con Amazon llega al 60% en EEUU.

“Cuando eso sucede significa que estás en una posición delicada. Por eso, los tiempos siempre han ido a la contra para Hachette, y Amazon lo sabía, ya que aunque esta compañía incurra en pérdidas, a futuro va a tener una buena situación financiera y podía aguantar. Hachette no podía seguir así ni un mes más. La clave es crear nuevos canales de venta. Por eso, HarperCollins ya ha anunciado que va a apostar por la venta directa a través de su propia página web y a los autores les dará un 35% de las ventas, en vez del 25% que se llevan con Amazon”, señala Celaya.

Es el mismo análisis que hace meses ya efectuaba Jeremy Greenfield, director de Digital Book World, a eldiario.es al ser preguntado por las posibilidades de las editoriales para no caer en esta trampa: “Para la mayoría de editoriales, Amazon es su socio comercial más grande y más importante. Eso significa que para muchos, Amazon les ayuda a hacer dinero. Aquellos sellos que prefieran tener menos dependencia de Amazon, deberían buscar otras maneras de hacer llegar sus libros a los lectores. Lo que tienen que hacer las editoriales es diversificar sus canales de venta”.

Porcentajes de hasta el 50-50

A Hachette, una editorial grande, pero tampoco una de las más enormes dentro de las famosas cinco Big Publishers de Estados Unidos, no le dio tiempo y se pilló los dedos. Esto ha provocado que también haya tenido que negociar otros porcentajes sobre los márgenes de ventas de los ebooks. Es decir, según Hachette, el sello ha mantenido el control sobre el precio, pero la cuestión es cuánto saca Amazon de cada venta del libro y cuánto ha podido variar con este acuerdo.

Hasta la fecha los porcentajes que se manejaban eran del 70% para la editorial y el 30% para la tienda. Sin embargo, como afirma Celaya, “Amazon ya está pidiendo el 60%-40% e incluso el 50%-50%”. Con lo cual si la editorial baja los precios (gracias a los incentivos de Amazon) al final en términos porcentuales es Amazon quien sale beneficiado y no los autores ni editores.

Porque, es cierto que el director ejecutivo del sello manifestó en un email a sus autores que en este acuerdo el porcentaje de los derechos de autor no había bajado, pero también es importante un dato que no ofreció: con los nuevos incentivos para bajar los precios de los ebooks, el porcentaje de los royalties podrá ser el mismo, pero al final significará una menor cantidad monetaria. A eso se suma que las editoriales tampoco han aumentado, ni parece que tengan previsto hacerlo según las asociaciones de escritores norteamericanas, los derechos de autor por las ventas de los títulos electrónicos.

En las próximas fechas, Amazon tendrá que firmar acuerdos con otras editoriales de Estados Unidos por los precios –hace varias semanas también lo hizo con Simon & Schuster, aunque tampoco trascendieron los términos– y como reconoce Celaya, “ahora le va a tocar mover ficha al sector, que ha estado mirando de reojo todo este asunto”. Puede que haya un cierto respiro momentáneo, pero la guerra comercial continúa.

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