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CIS para 'dummies'

Antón Losada

El Partido Popular volvería a ganar las elecciones, el PSOE se recupera, Podemos se hunde y Ciudadanos va como una moto. Esos han sido los titulares que, más o menos, hemos visto repetidos una y otra vez desde la publicación del barómetro de abril del CIS. No se puede decir que sean falsos, pero sí se puede sostener que no cuentan toda la verdad.

Es cierto que el PP volvería a resultar la fuerza más votada tanto en autonómicas como en municipales, pero también lo es que en no pocos lugares ganará por los pelos y va a tener muy difícil gobernar en unas cuantas plazas. Parece el precio de no saber gobernar más que con uno mismo. A la gente le gusta el equilibro. Es pura biología política. Resulta previsible que el partido de Rajoy pierda una parte del asfixiante poder autonómico y local alcanzado en 2011. Pero no tanto y, desde luego, no así.

Las peores noticias para los populares vienen en las previsiones respecto a las elecciones generales. La estrategia de la euforia economía gana adeptos, pero no cala lo suficientemente rápido. El discurso del miedo a las coaliciones y la inestabilidad no parece entusiasmar entre un electorado que emite señales de temer bastante más a los gobiernos de mayoría.

Los números tampoco ayudan. Este barómetro de abril pone al PP ante un escenario hasta ahora inédito: podría no resultar el más votado y perder las elecciones. En los comicios estatales puede producirse la paradoja de que sea otro partido quien recoja la cosecha de la abundante simiente popular respecto a dejar gobernar a la lista más votada. Más malas noticias: la suma de PSOE y Podemos ganaría a la suma de los populares con Ciudadanos.

El PSOE emite evidentes signos de recuperación y se afianza como la única fuerza con tamaño suficiente para ganar al PP. Pero también es verdad que en las comunidades que necesita imperiosamente para imponerse en unas generales –Valencia, Madrid y sobre todo Catalunya– esa recuperación o no se produce, o se antoja demasiado débil.

Podemos recoge parte del desinflado que le imputan las mismas encuestas que lo elevaron artificialmente. Era evidente que Podemos aparecía sobrerrepresentado, igual que aparece ahora Ciudadanos. A un lado pongan los errores de una estrategia que se presenta como alternativa en enero y no acude a las municipales en mayo, o que en lugar de poner en valor su imprescindible proceso de maduración programática lo disimula, demora y marea hasta acabar devaluando un programa marco autonómico lleno de buenas ideas. Al otro lado sumen las desviaciones de demasiadas encuestas hechas al menor coste posible, con medios precarios, trabajo barato, validez amenazada y demasiadas ganas de agradar al cliente. El resultado es el pinchazo de una burbuja que se alimentó durante meses para ver si el miedo guardaba la viña, como anuncia la Biblia.

Ciudadanos ha tomado el relevo de Podemos. Parece la nueva burbuja demoscópica. Veremos hasta dónde se puede o se necesita inflar. Los mismos que alertaban contra el crecimiento espectacular de Podemos y les tildaban de radicales celebran ahora la efervescencia de Ciudadanos y acusan a la formación de Pablo Iglesias de haberse aburguesado. Resulta todo tan burdo que marea.

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