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Gana quien puede gobernar

Rosa Paz

Ya ha vuelto Mariano Rajoy a su cantinela de los últimos meses, esa de que si el PP no tiene la mayoría absoluta, o casi, el resto de los partidos no van a dejar gobernar “al que gana”. Vale que está en plena campaña para las elecciones del 20-D, pero eso no debería ser excusa para no decirles la verdad a los ciudadanos ni siquiera en lo que se refiere al sistema político que rige en España. Porque como España tiene un sistema de representación proporcional y no uno mayoritario, la elección del gobierno deriva de las mayorías que puedan conformarse en el Congreso de los Diputados y, por tanto, si ningún partido alcanza la mayoría absoluta directamente en las urnas, gobierna el que tenga capacidad para alcanzarla con pactos parlamentarios. Esta es la regla y conviene que los políticos hagan pedagogía democrática y se lo expliquen así a los electores en lugar de fomentar el equívoco y generar inútiles disgustos, controversias y tergiversaciones.

Porque después de las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo, los dirigentes del PP se empeñaron, como vuelven a hacer ahora, en asegurar que ellos habían ganado las elecciones y una panda de usurpadores les habían arrebatado lo que era suyo en ayuntamientos y comunidades. El propio presidente del Gobierno lo dijo en un pleno del Congreso. Pero no era cierto. Una cosa es ser la lista más votada y otra que ese hecho te dé suficiente representación en las instituciones para poder formar gobierno.

De hecho, los ciudadanos asumieron con normalidad, y muchos con alegría, —como habían hecho desde que se recuperó la democracia— que gobierne la izquierda en lugar de por ejemplo Esperanza Aguirre, Teófila Martínez, Francisco Javier León de la Riva, Alberto Fabra o María Dolores de Cospedal. No han pasado ni seis meses y la mayoría ni se acuerda de cuál fue la lista más votada en los ayuntamientos de Madrid, Cádiz o Valladolid, o en la Comunidad Valenciana o la de Castilla-La Mancha. Y eso a pesar de la insistencia de los peperos en el asunto.

Ahora, a seis semanas de las elecciones generales, cuando ni un solo sondeo vaticina una mayoría absoluta del PP, más bien una pérdida de 50 o 60 escaños, sus estrategas machacan con ese mensaje. Están en su derecho si buscan repetir la mayoría absoluta, pero como eso parece imposible dada la irritación que aún causan en tantos ciudadanos, cabreados por la corrupción y los recortes de derechos sociales y civiles, vuelven a hacer el discurso de la usurpación. Porque saben que si son el partido más votado, necesitarán apoyos para mantenerse en el poder y que de todo el arco parlamentario solo los podrían encontrar en Ciudadanos. Pero el líder de ese partido, Albert Rivera, que piensa salir muy reforzado de las elecciones, va diciendo que no apoyarán una investidura de Rajoy como presidente. Quizás otro del PP. Y eso si las dos fuerzas suman suficientes escaños para sacar adelante una investidura, porque de no ser así Ciudadanos cambiaría de socio y se aliaría con quien pueda aunar más apoyos y formar gobierno. Pedro Sánchez, a lo mejor.

Y eso es lo que temen en el PP, que el PSOE, Podemos y Ciudadanos les desalojen.

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