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UPyD, IU, CiU, PSOE... ¿Quién será el próximo?

La policía interviene en la puerta de Ferraz ante la tensa situación.

Isaac Rosa

El sistema español de partidos empieza a parecerse a Diez negritos, la famosa intriga de Agatha Christie donde los protagonistas van muriendo uno tras otro, y los que quedan vivos solo pueden preguntarse tras cada asesinato: “¿Quién de nosotros será el siguiente?”.

Este fin de semana le tocó al PSOE, que dijo que iba al Comité Federal para coser un par de rotos, y tras un apagón apareció cosido, sí, pero a puñaladas. Al día siguiente, en el viejo caserón del Congreso los partidos supervivientes comentan los sucesos del fin de semana, sentados junto a la chimenea, y entonces uno de ellos susurra: “¿Os acordáis de UPyD? Sí, aquel partido magenta… Tenía toda una vida por delante y, de pronto, después de unas europeas locas, apareció muerto a la mañana siguiente de unas municipales?”.

Tras unos segundos de consternación, otro pregunta: “¿Y qué pasó con IU? Iban a crecer al calor del descontento, eran la verdadera izquierda, el partido de los perdedores de la crisis, y míralos, llevan dos años desangrándose elección tras elección, quedándose fuera de ayuntamientos y parlamentos. Y mira cómo acabaron en Madrid…”.

“¿Qué fue de CiU?”, interrumpe alguien, y un sudor frío recorre a los presentes. “Sí, aquel partido que era hegemónico en Cataluña y decisivo en España. Se dividió, cambió de nombre, se diluyó en listas unitarias, y hoy busca desesperadamente alguien a quien abrazarse para salvar la siguiente cita electoral.”

“UPyD, IU, CiU, PSOE…”, cuenta uno, con los dedos de la mano, y abriendo mucho los ojos lanza a los otros una pregunta desgarradora: “¿Quién será el próximo? ¿Quién de nosotros estallará mañana?”.

Los reunidos se pasan la noche consolándose, quitándose el miedo como pueden, buscando explicaciones a cada desgracia para no pensar que anda suelto un asesino en serie: “Lo de UPyD era previsible, un partido con poca raíz, que no se sabía si era de izquierda o de derecha… Un bluf de los medios, vaya…”. “El caso de IU es diferente, se les cayó encima el muro de Berlín, no supieron refundarse, su tiempo pasó…”. “Lo de CiU es culpa del dichoso procés, quisieron cabalgarlo y acabarán por los suelos, sin olvidar la corrupción…”. “¿El PSOE? Se veía venir, llevan tiempo en declive, y luego está la crisis de la socialdemocracia europea…”. Y así todo, que eso de la crisis de régimen es una leyenda urbana, aquí estamos todos muy sanos y aguantamos lo que nos echen.

De madrugada, insomnes, cada uno ya en su alcoba repasa sus fortalezas, se convence de que eso a ellos no les puede suceder: “En el PP hemos sobrevivido a la corrupción y a los recortes, y somos un partido unido y fuerte. En la derecha no pasan esas cosas…”. “La crisis política no afecta a Ciudadanos, somos nueva política, parte de la solución y no del problema, no tenemos nada que ver con los viejos partidos…”. “¿Problemas en Podemos? Venga ya, nosotros nacimos del No nos representan, el régimen del 78 no nos arrastrará en su caída, y nuestras diferencias internas son solo sano debate…”.

Con el cadáver del PSOE todavía en el jardín, nadie pega ojo esa noche. Al amanecer, se reencuentran en el salón, aliviados de seguir vivos, pero a la vez mirándose con inquietud unos a otros, pasando lista por si falta alguien, no sea que durante la noche haya reventado otro partido.

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