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Iglesias y Rajoy, la extraña pinza

Mariano Rajoy, durante la rueda de prensa.

Antón Losada

La designación de Pedro Sánchez como candidato ha provocado un fenómeno casi cósmico. Mariano Rajoy y Pablo Iglesias están de acuerdo en algo por primera vez en su vida. Casi parece más noticia que tener candidato a la investidura. Ambos ven solo dos opciones para Pedro Sánchez. O un gobierno del PP con Ciudadanos o un gobierno de progreso con Podemos e IU. Casi parece una pinza como las de antes. Aunque seguro que no lo es por mucho que lo parezca.

Mariano Rajoy compareció visiblemente molesto para repetirnos algo inédito y poco habitual en democracia y en labios de un candidato: él es el mejor y la culpa es de quienes no le votan. Utilizando un símil de su deporte favorito, el ciclismo, es como si Induráin hubiera salido a quejarse de que los demás corrían más rápido y no le dejaban ganar en lugar de retirarse cuando aún ganaba.

Pablo Iglesias aún estaba más cabreado porque no le aceptaban su oferta. También era la mejor y también todo era culpa de los demás. Abandonó el tono mesurado, de hombre de estado, casi de pareja tierna y comprensiva con los deslices del otro que había empleado el día anterior. Salió como en su mejores tiempos de tertuliano en Intereconomía. Duro y a la cabeza. No dio respiro. A Pedro Sánchez aún le deben estar silbando los oídos. Si alguien hubiera tenido una Biblia a mano seguro que habría jurado que jamás gobernaría con Ciudadanos.

Que Rajoy e Iglesias estén de acuerdo en algo no quiere decir que tengan razón. Rajoy compareció como si ya tuviera los votos de Ciudadanos y le faltaran los de los socialistas y eso no es cierto. Iglesias compareció muy indignado como si su oferta de gobierno fuera suficiente para asegurar la mayoría. Pero lo cierto es que los números no dan sin lo nacionalistas, o sin Ciudadanos.

Lo cierto es que Mariano Rajoy no ha sido capaz de sumar un solo voto a su candidatura y la oferta de Iglesias no completa la suma que necesita el candidato Sánchez. Hacen falta más socios para formar un gobierno de cambio y en el mercado solo hay dos opciones: o los nacionalistas o Ciudadanos.

Decir que no a una oferta de pacto en una rueda de prensa en fácil. Pero ahora viene lo difícil, decir que no a una oferta de pacto desarrollada en un programa de gobierno conjunto. Esa es la ventaja y la responsabilidad de Pedro Sánchez. De momento, en su primera comparecencia como candidato solo pudimos ver buenas intenciones y escuchar buenas palabras. Pero solo con eso no se construyen ni los sueños ni los gobiernos.

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