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¿Por qué Rajoy nombra a Alonso ministro de Sanidad?

Alonso asume Sanidad con el compromiso de que la agenda social marque su gestión

Juan Rodríguez Teruel

La llegada de Alfonso Alonso a Ministerio de Sanidad expresa implícitamente la voluntad del presidente de rectificar y reforzar la capacidad de comunicación y liderazgo políticos de su gobierno. Frente a los ministrables sugeridos por la prensa, con perfil más técnico y burocrático (en la línea de las dos incorporaciones precedentes de Catalá y García Tejerina), la capacidad contrastada de Alonso refuerza el ala política del gabinete. Y no porque aporte un perfil político distinto de Mato (al contrario, responden al mismo patrón político) sino porque Alonso, al igual que su predecesora, se aparta del modelo tradicional de ministro en este departamento. ¿Cuál es este ‘perfil tradicional’ de los ministros de Sanidad?

Al igual que sucede en otros ministerios de contenido económico o de bienestar, los titulares de Sanidad suelen tener un perfil técnico y burócrata (aún) mayor que muchos de sus colegas de gabinete. Como muestra el Gráfico 1, la gran mayoría de ministros de Sanidad nombrados desde 1977 son funcionarios del Estado (reforzando un rasgo general de la elite ministerial española) y tres de cada cuatro han pasado por un alto cargo del gobierno antes de llegar a este ministerio. El abogado Alonso, como Mato, es una excepción en este aspecto.

Esto no significa que los ministros de Sanidad suelan ser especialistas en el campo sanitario: solo uno de cada tres poseía algún tipo de experiencia profesional o política previa en temas sanitarios. ¿Es necesaria esta ‘expertise’, de la que carece Alonso por completo, para gestionar este ministerio? Frente a la opinión común de que los ministros deben ser expertos en sus respectivas áreas temáticas, existen argumentos que podrían replicar esa idea. Un ministro ajeno al mundo de la sanidad, como fue el caso de Ernest Lluch, puede abordar con mayor distancia y sin influencias gremiales la toma de decisiones en el ámbito de la sanidad. Por el contrario, como muestran diversos ejemplos de consejeros autonómicos en esta cartera, las conexiones profesionales previas pueden suscitar conflictos de intereses en algunas decisiones del ministro. Ahí tenemos el ejemplo del actual Conseller catalán, Boi Ruiz, médico reconocido y empresario de la sanidad privada, y sin embargo muy cuestionado por su política de introducción de los agentes privados en la gestión de la sanidad catalana. Por no mencionar a su homólogo de la Comunidad de Madrid.

Rajoy nombra a Alonso para que aporte al Consejo de Ministros experiencia y habilidades políticas, que deberían de contribuir a mejorar la iniciativa y la comunicación políticas del gobierno de Rajoy. Eso era lo que se esperaba también de Ana Mato, Trinidad Jiménez o Leire Pajín, predecesoras con similar perfil de ‘insiders’ o de políticos de carrera, en un ministerio donde la presencia de ‘outsiders, o individuos sin carrera política relevante es mayor que en otras áreas del gobierno.

En otro contexto, probablemente Rajoy hubiera optado por un perfil más parecido al de Susana Camarero, la actual Secretaria de Estado, para substituir a Mato en una de las carteras tradicionalmente utilizadas para situar mujeres en los gobiernos (aparte de otros factores que influyen en la mayor o menor presencia de mujeres en los gobiernos, como nos ha explicado muy bien Sílvia Claveria). Así, Alonso será el tercer hombre que dirigirá la cartera de Sanidad desde 1993, frente a las seis ministras que han pasado durante estas últimas dos décadas.

Con ello, Rajoy trata de equilibrar la pérdida de músculo político de sus ministros, acentuada por la acumulación de escándalos políticos relacionados con la corrupción. De hecho, existe una tendencia a la erosión del capital político de los gobiernos a medida que pasa el tiempo bajo cada mandato presidencial. Como muestra el Gráfico 2, con el paso del tiempo, los presidentes prefieren nombrar ministros con mayor perfil técnico o burócrata (altos cargos, independientes), individuos sin apenas carrera política, que garantizan la máxima lealtad al jefe de gobierno y aíslan al ejecutivo de las luchas internas del partido. Pero esa evolución erosiona también la imagen política del equipo del presidente. Esto sucede además en un gobierno que partía inicialmente, al igual que sucedía con Zapatero, con un equipo más técnico y menos político de los que tenían González y Aznar al comenzar.

Queda por ver si Alonso puede ayudar a reequilibrar ese aspecto. Siendo un hombre de confianza de Rajoy y de la vicepresidenta (¡uno más!), puede contar con la expectativa de que muchos de sus antecesores en Sanidad pudieron pasar también por otras carteras del gobierno. Pero para ello, Alonso deberá esmerarse con sus probadas cualidades políticas para cerrar algunas iniciativas clave (aborto, dependencia) que su antecesora no supo o no pudo culminar.

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