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Lo que querías saber sobre las primarias para elegir líder de partido

primarias

Juan Rodríguez Teruel

1: ¿A qué nos referimos cuando hablamos de ‘primarias’? Técnicamente, el término se ha importado del léxico político norteamericano, donde se utiliza para designar las elecciones previas o ‘primarias’ donde las bases de los partidos nominan a sus candidatos, antes de que estos compitan con el resto de partidos en las elecciones generales. La proliferación del método en Europa ha popularizado el uso del término ‘primarias’, de tal modo que hoy se utiliza incluso académicamente para referirse a cualquier elección de candidatos o cargos internos de partido en la que participe el conjunto de afiliados o, incluso, de votantes no inscritos.

2: ¿Todas las primarias funcionan de la misma manera? No, bajo el paraguas de las ‘primarias’ hay mucha diversidad, según los criterios de organización empleados. Según quién vota, pueden ser cerradas (solo afiliados) o abiertas (cualquier ciudadano), aunque en este último caso la forma de construir el ‘censo’ de votantes puede determinar el grado de obertura y limpieza de la elección. Se consideran igualmente primarias las que poseen ‘selectorados’ mixtos, donde la voz de las bases se combina con la de otros órganos (diputados, los delegados de un congreso, etc.) según porcentajes diversos para cada cuerpo electoral. También varía según la fórmula electoral: se puede aplicar la fórmula de mayoría simple (como en la elección de hoy), a doble vuelta (como en las primarias socialistas recientes en Barcelona o las del PS francés) o mediante voto alternativo o sistemas parecidos (donde un elector puede votar a diversos candidatos según orden de preferencia: es más barato que la doble vuelta y más equitativo que la mayoría simple). Otros aspectos organizativos del proceso no son menores: cómo se financian, cómo se avalan los candidatos, cómo se ejerce el voto…

3: ¿Son las primarias algo excepcional? Hace años eran vistas como una peculiaridad estadounidense. Sin embargo, desde hace un par de décadas se trata de un mecanismo de elección que se extiende entre partidos europeos de color diverso, tanto para elegir candidatos electorales como para cargos internos. Un reciente estudio basado en los principales partidos de Europa occidental, contabiliza actualmente 21 partidos cuyos estatutos establecen la elección de su líder nacional mediante primarias abiertas o cerradas. España (como Alemania) ha sido considerada hasta hace bien poco una excepción en este panorama de difusión general de las primarias en Europa. El caso fallido de las primarias Borrell/Almunia de 1998 se convirtió en una suerte de vacuna para otros partidos y para el propio PSOE. Pero en los últimos años las primarias han experimentado un renovado interés, debido a la llegada de nuevos partidos que las utilizan de forma generalizada (como UPyD) y al recurso que hacen muchos partidos con problemas electorales, como el propio PSOE e IU. A pesar de los riesgos que pueden generar, no lo duden: las primarias han llegado para quedarse.

4: ¿Por qué se introducen primarias en partidos que no las utilizaban? Hay tres grandes explicaciones: un cambio cultural en los valores individuales, que da más importancia a la voz de las bases frente a los líderes o delegados y entienden la democracia como participación directa de los individuos; derrotas electorales o pérdida sostenida de votantes en grandes partidos, que tratan de superar mediante la obertura de las decisiones a las bases; y luchas internas por el liderazgo, donde algunos aspirantes pueden tratar de promocionar las primarias para debilitar a los aparatos (o al contrario, donde los líderes del partido pueden imponer primarias paradójicamente como estrategia para evitar el ascenso de nuevos líderes).

5: ¿Las primarias permiten elegir líderes de perfil diferente? No necesariamente. Los datos recogidos en las estudios más recientes nos dicen más bien lo contrario. La elección directa de los líderes y candidatos no mejora sustancialmente las opciones para candidatos más heterodoxos o alejados de la media popular. No obstante, hay más porcentaje de mujeres liderando partidos con voto directo de las bases que cuando ello depende de órganos más reducidos. Por el contrario, cuando se trata de elegir candidatas, las mujeres tienen más opciones si son cooptadas por comités internos de elección que si ello depende del voto popular de las bases.

6: ¿Aumentan las primarias la participación? Está claro que hay mucha más gente eligiendo un líder del partido mediante primarias que cuando el voto depende de unos centenares de delegados. No obstante, la participación en las primarias está sujeta a diversos factores que la hacen oscilar, como sucede en cualquier elección general: el interés de la elección, el estado del partido, las expectativas de victoria, etc. Esto puede dar lugar a situaciones paradójicas: en las primarias abiertas del PSC en Barcelona (abril de este año) fue a votar a los candidatos el doble de individuos de los militantes inscritos en el partidos, y 60 veces más votantes que si el candidato hubiera sido elegido solo por los delegados de la asamblea local. Pero las expectativas, infundadas, hicieron que los resultados fueran considerados de baja participación. Por otro lado, las primarias suscitan un problema ‘nuevo’ para los partidos que las promueven: la calidad de la participación, que puede verse afectada por fenómenos diversos (clientelismo, estrategias entristas de electores de otros partidos, miembros fugaces que se dan de alta solo para votar y luego se dan de baja, etc.).

7: ¿Las primarias hacen la selección más competitiva que un congreso? Solo hasta cierto punto. Las primarias atraen más candidatos pero no hacen elecciones más ajustadas. Cuando los partidos eligen a sus líderes internos, las primarias hacen más difícil las ‘coronaciones’, cuando solo se presenta un candidato. Lógicamente, la elección directa estimula que se presenten candidatos que, en cuerpos electorales más cerrados, no tendrían ninguna opción de hacerlo. Sin embargo, eso no significa elecciones más ajustadas. Cuando hay más de un candidato, los resultados ajustados (menos de 10 puntos de diferencia entre el primero y el segundo) son mucho más comunes si lo eligen los delegados de un congreso o los propios diputados (22,6% y 34%) que si la elección se basa en primarias (18%).

8: ¿Las primarias debilitan a los partidos? Suele repetirse, partiendo de supuestos teóricos, que las primarias alimentan el faccionalismo y la división interna. Sin embargo, la realidad nos dice lo contrario, o casi: las primarias no conducen a más escisiones, al menos de las que podrían haberse dado sin ellas. Por el contrario, y aunque es difícil medirlo con datos comparados, la elección directa inviste al ganador de una legitimidad añadida, que le hace más indiscutible ante sus oponentes. Algunos estudios señalan que la gestión posterior de los candidatos ganadores es determinante para garantizar la cohesión del partido: si el ganador se lo queda todo, no deja más opciones a los derrotados que marcharse a su casa. O a otro partido. También es cierto que cuando la división interna ha superado un umbral determinado, ni las primarias impiden la ruptura.

9: ¿La primarias permiten recuperar la confianza en los partidos? No hay datos concluyentes. En una encuesta propia a los votantes de las primarias del PSC en Barcelona, la gran mayoría de votantes ajenos al partido reconocían que no pensaban, de ningún modo, afiliarse al partido debido a las primarias. Datos similares de estudios italianos refirman esa idea. La situación, en realidad, refleja una actitud paradójica de los ciudadanos: existe una mayoría de militantes y de ciudadanos no inscritos en partidos a favor de las primarias. Pero esos mismos ciudadanos no inscritos no mejorarán su visión del partido por el mero hecho de haber realizado unas primarias

10: Así que, ¿las primarias mejoran las expectativas electorales? Muchos partidos pueden recurrir a las primarias como forma de recuperar la confianza en el electorado, de renovar la política, de revertir una tendencia decadente… Apenas hay estudios que nos digan si esto luego sucede o no. Un trabajo reciente de Luis Ramiro sugiere que en aquellos municipios donde el PSOE optó por elegir sus candidatos en primarias, sus resultados tendieron a ser mejores. No queda claro si la mejora fue producto de las primarias, o bien al revés: una expectativas de victoria dieron la confianza necesaria al partido local para abrir la elección a las bases. No obstante, otros autores señalan que el impacto electoral positivo de las primarias puede darse como producto de la novedad. En cambio, a medida que los partidos tienden a acostumbrarse a celebrar primarias, la influencia de estas sobre los resultados electorales se debilita.

Todos estos interrogantes suscitan el escepticismo ante el valor del uso de las primarias. Decía Felipe González que “las primarias son una impostación de la democracia directa por un fallo de la democracia representativa” que simbolizan los congresos de los partidos. Otros verán en las primarias un instrumento para mejorar la democracia deliberativa en la vida de los partidos. Los diagnósticos de Andrés Ortega, Politikon o +Democracia apuestan por ellas, con cierta fe, como método para mejorar la selección de las elites en España. Los estudios académicos más recientes nos recuerdan los desafíos que estas implican para los partidos tal como los hemos conocido. El debate está abierto. Y con la elección de hoy, el PSOE lo eleva a un nuevo registro.

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