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El PSOE sí que mola; se reinventa cual Madonna

División de opiniones a la salida de Rajoy del Congreso, mientras Sánchez cosecha aplausos, fotos y ánimos

María Iglesias

El PSOE versión diciembre 2014 niega tres veces que vaya a pactar con el PP, como invita Cospedal, para evitar un Gobierno alternativo de los Podemos, Ganemos, IU. “Sería malo para la democracia”, explica el flamante líder, Pedro Sánchez.

Es curioso porque en julio, recién elegido, citó dos referentes políticos y uno era Felipe González que en la campaña de las europeas (mayo) se descolgó en entrevista a Ana Pastor señalando la gran coalición PPSOE como el camino. El otro era el primer ministro de Italia Renzi (socialista también), cuya reforma laboral es contestada hasta por correligionarios suyos por eliminar garantías contra el despido improcedente.

¿Cambiará Sánchez de referentes? En rectificar ha empezado fuerte: donde dijo “Voto sí” al cambio del artículo 135 de la Constitución con “agostidad y alevosía” para primar el pago de la deuda frente a cualquier gasto, incluidos educativos y sanitarios, ahora dice “fue un error”. Aunque propone subsanarlo no derogando, sino completando.

Puede parecer falta de criterio, actuación populista y electoralista, traición a los dirigentes a los que obedecía como diputado raso ahora que quiere él gobernar. Pero no, Sánchez sigue la esencia clave del PSOE en estos casi cuarenta años: el PSOE, en lo de reinventarse, hasta a Madonna le da sopas con hondas.

El camino recorrido por esa punkarra ochentera con los ojos ahumados como con corcho quemado, con sus etapas de corsés y cola alta dorada provocando al Vaticano, cumbres y valles de caídas del caballo y mística espiritualidad multiconfesional, parafernalias militares y pacifistas, contorsiones de todo estilo para triunfar, es un sendero corto y recto comparado con las reinvenciones del socialismo obrero español.

Ha llovido desde que el tándem González-Guerra rebozado en empanado cambió su postura sobre la OTAN; desde que -Boyer y Solchaga mediante- descubrieron el ejemplo de Marbella para el emprendimiento; desde que superaron aquellos problemillas administrativos de la financiación de partido y la lucha contra el terrorismo; desde que ficharon a Baltasar Garzón para, in extremis, ganar unas cuartas elecciones que parecían perdidas. Salió González al estrado y dijo: “Quiero que todos los ciudadanos sepan que he entendido bien el mensaje, que sé que el triunfo debe ser tomado como un mensaje de cambio sobre el cambio de impulso democrático”.

Era 1993. Pues sí que lo entendió. Garzón dimitió en el 94 por su “pasividad en la lucha contra la corrupción”. González aún sigue en el Consejo de Administración de Gas Natural tras anunciar hace un año que, “por aburrimiento”, lo iba a dejar y cargos como su entonces vicepresidente Narcís Serra acabaron de banqueros, cual Rodrigo Rato (PP) en Bankia... con similar resultado.

Entendió el PSOE también que por primera vez tras la dictadura, la mayoría española votó mayoritariamente al partido fundado por Fraga, ministro de Franco.

Pero ZP, con su ceja y talante volvió a reinventar el PSOE y así libró al partido de su travesía del desierto y al país del aznarismo. Ya sólo eso... Hizo más: trajo las tropas de Irak, aprobó el matrimonio homosexual y el reconocimiento trans, promovió la independencia de RTVE, impulsó el encaje catalán. Aunque ese techito tuvo una goterita: en economía no vio alternativa a la estafa ultraliberal, admitió consagrar los recortes en nuestra Carta Magna, “cueste lo que cueste”: desahucios, pobreza, injusticia y deterioro de servicios educativos, sanitarios, sociales, judiciales, escandaloso paro, malnutrición infantil, emigración. Sin gravar a las grandes fortunas, y consintiendo que las instituciones funcionen sin justificar gastos, con tarjetas opacas. Un fallo.

Nada que no puedan corregir ahora la reinvención de Pedro Sánchez y su fiel Sancho Luena, perdón, César. “El PSOE es el partido de moda, lo asumo”. Acaba de declarar en una frase que no hay que subestimar. Es de calado, transmite el profundo conocimiento de la realidad que tienen. Y su aspiración: que en la temporada primavera-verano sea tendencia el revival de socialdemocracia y en las elecciones municipales triunfe su marca. Y, ¿cómo no va a triunfar con la solidez de su propuesta de regeneración democrática, de reactivación económica y, sobre todo, con la credibilidad que toda esta trayectoria les hace atesorar? (¿De la etapa Rubalcadáver se acuerda alguien? Ojo, que esa Ejecutiva también repetía que ganarían).

Corre cual espuma de champán por nuestras calles repletas de ciudadanos que festejan chispeantes: “No se si apuntarme a pilates, al PSOE o al paro, estoy ahí, ahí, dudando”. “No dudes, al PSOE, yo ya me he apuntado” “¿Es apuntado o afiliado?”.

Como la ciudadanía no ha logrado el relevo en Izquierda Unida, ni la emergencia de partidos como Podemos o Ganemos encauzando así la energía social del 15-M (¡en legislatura Zapatero, recordemos!), como los sondeos no revelan que ya les están mojando la oreja a los dos hasta ahora hegemónicos, el PSOE sólo tendrá que esperar a que el empecinamiento de Rajoy en el austericidio y la negación de la corrupción decante la balanza de su lado, para recoger el fruto que el bipartidismo sembró. Igual que en el pasado. Sigue sin haber tercera vía. Nada ha cambiado. ¿No?

Y cuando la alegría vuelva a Ferraz en noche de triunfo electoral, los españoles dormiremos tranquilos porque un Pedro Sánchez, César Luena, Antonio Hernando no se arrugarán ante la Merkel y los mercados, como hizo Zapatero. Ellos no harán las reformas neoliberales de los socialistas italianos o franceses. Tienen principios de izquierda férreos y sobrados argumentos para aplicarlos y transformar la realidad.

Frente al emergente Podemos dice Luena: “aunque el populismo extremista se vista de seda, extremismo populista se queda”. Ave, César, ahí queda tu propuesta.

Di que sí, que yo te veo de ministro y no sé si lo harías mejor en Sanidad, Justicia, Interior, Fomento... O Educación y Cultura. Te visualizo cartera en mano y pienso: “¿A qué cotas de éxito colectivo llegaría nuestra sociedad con vuestra guía? ¡Hasta el infinito y más allá!”. Tiembla que habrá sorpasso en el Billboard, Madonna. ¿O hasta la más camaleónica perdió hace tiempo el liderazgo de la lista de éxitos?

Por si acaso, yo de ti, César, esta Navidad compraría -como en el anuncio del tabernero y su amigo-, lotería. Porque, no sé, hay gente escéptica con ese augurio de triunfo. Yo diría, por ejemplo, que Susana Díaz, que sigue por aquí, aunque de perfil.

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