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Ganar la paz sin sembrar guerra

Ciudadanos se refugian en un sótano de Kiev mientras suenan sirenas de bombardeos rusos.

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La guerra de Ucrania no es para mí una invasión ajena en la otra punta del mapa. Carezco de familia allí, pero en 2018 conocí en un taller de documentales en Portugal a dos entusiastas cineastas de Kiev. Entonces hablamos de la ilegal anexión rusa de Crimea en 2014. Ahora nos escribimos por el grupo de mail y seguimos el vuelco que han dado sus vidas. En solo una semana han pasado de estar asustadas, pero trabajando aún con normalidad y comiendo en bares a bajar aterrorizadas a los refugios antiaéreos cuando saltan las alarmas. ¿Qué va a ser de ellas? ¿Cómo ayudarlas?

Del 24 de febrero a ahora un millón doscientas mil personas han huido cruzando a la Unión Europea. Yo misma, durante décadas, al estudiar la Guerra de España, me preguntaba por qué no escapó todo el mundo de la bestia franquista. Luego, en 2016, en la isla griega de Lesbos (por la que entonces llegaron la mayoría de ese millón de huidos que vino, no en una semana, sino en un año), encontré a supervivientes de la guerra de Siria, del terrorismo en Irak, Kurdistán, Afganistán, Pakistán, Baluchistán, Bangladesh, de dictaduras sangrientas como la de Eritrea. Ahí entendí la tragedia del exilio, la inmensa, irrecuperable pérdida.

Así que yo quisiera que mis compañeras, tan jóvenes y talentosas, todo ilusión por su película sobre un joven alemán apasionado por pastorear búfalos salvajes ucranianos, escaparan del drama bélico que las cerca. Tiemblo al ver la columna de sesenta y cinco kilómetros de blindados rusos hacia Kiev. Pero la mayoría de los 44 millones de ucranianos seguirá en su país. Y ellas están ahí.

Veo a gente corriente haciendo cócteles molotov con botellas. Oigo y leo a cuantos exaltan su heroísmo. Mis propias compañeras encabezan su respuesta a nuestro “¿Cómo podemos ayudar?” con un enlace para ingresar dinero a su ejército. Y entiendo la urgencia de defenderse, me veo en su lugar cambiando los papeles, pero a la vez temo que quienes jalean su valiente resistencia los empujen a un combate tan desigual, por la respectiva fuerza de sus ejércitos, que hay que pararlo enseguida, ya. Pararlo con la total asfixia financiera y económica (finalmente, Inditex ha cerrado sus tiendas, pero cadenas como McDonald's mantienen su actividad), pararlo con la más certera negociación diplomática, bilateral y multilateral, para evitar que la gente sea masacrada bajo los misiles que les lanzan.

Solo la implicación de una fuerza multilateral podría equilibrar la balanza. Entre el 1936 y 1939 lo pidieron los demócratas de España. Pero ahora hay una amenaza de destrucción nuclear. ¿Qué hacer? ¿Qué se hace? Tremendo dilema. Que afecta a la gente que está muriendo ya hoy y a las generaciones venideras.

Ningún arma es más poderosa que los derechos humanos

Por más que leo titulares y análisis diciendo que Putin ya ha sido derrotado, que su imperialismo megalómano le llevará al fracaso, creo que se confunde realidad y deseo. Aún puede hacer mucho daño. Y creo también que Occidente no es consciente ni del mayor poder que tiene frente a los tiranos, ni de su talón de Aquiles. Ningún arma es más poderosa para construir un orden mundial sin violencia que el sistema de estados democráticos y sociales con libertades, división de poderes y derechos humanos. Vivir en democracias libres y con bienestar es la máxima aspiración de todos los humanos, sea cual sea su origen, identidad y creencias. El atractivo de la libertad hace que se quieran implantar democracias en todo el planeta.

Vivir en democracias libres y con bienestar es la máxima aspiración de todos los humanos. Pero Occidente, para lucrarse, apoya a dictadores en otras partes del globo sin importarle nada lo que le hagan a su gente. Cargándonos así nuestra credibilidad.

¿Qué pasa? Que los occidentales acaparamos ese derecho universal como un lujo exclusivo nuestro y pervertimos cínicamente nuestros cacareados valores por el beneficio económico de nuestra dirigencia política, empresarial y sobre todo financiera. Engendrando monstruos y cargándonos nuestra credibilidad.

Este Putin de hoy es el mismo que, cuando yo empezaba como periodista, en 2000, sacrificó a los 23 marineros rusos del submarino nuclear Kursku con tal de que no trascendiera qué hacían en el mar de Barents (la madre de uno fue sedada con una inyección por una siniestra funcionaria en plena rueda de prensa televisada), quien en 2002 acabó con el secuestro del teatro Duvrovka gaseándolo y matando, junto a los terroristas, a 90 inocentes moscovitas, el autor intelectual de asesinatos como el de la periodista Anna Politkóvskaya, en 2002, en el ascensor de su casa, por denunciar las salvajadas del ejército checheno, el mismo que hoy amenaza al presidente ucraniano Zelenski, también el del científico nuclear, ambientalista y opositor Borís Nemtsov en 2015 en el corazón de Moscú, frente al Kremlin, o los de Orján Dzhemal, Aleksandr Rastorgúev y Kiril Rádchenko, los tres documentalistas rusos liquidados en 2018 en República Centroafricana por indagar las tropelías en África de los siniestros mercenarios del grupo Wagner ligado a Putin.

Ni estos hechos ni la evidencia de que Putin tiraniza Rusia han impedido venirle tratando como socio y aliado estas décadas. Ahora, eso sí, la OTAN (que Macron declaró “en muerte cerebral” en 2019) tenía que revivir abriendo bases en la frontera ucrano-rusa. Cuando lo que los ucranianos desean es ser miembros de la Unión Europea y los hay sin ser de la OTAN: Austria, Irlanda, Suecia, Finlandia, Chipre, Malta.

Ahora que urge salvar gente, Alemania da un vuelco a su historia aumentando el gasto militar y nos empuja a todos al militarismo. No nos dejemos engañar: el reequilibrio del mundo y la sostenibilidad humana no vendrán del rearme, sino de una alianza democrática y pro-derechos humanos en todos los continentes. Dejando de sostener a sátrapas que pisotean a sus sociedades, acogiendo como refugiados a cuantos huyen de exterminios y no solo a los blancos (¡Si incluso hoy en la frontera ucraniana hay colas de primera y de segunda que discriminan a los huidos que son de origen africano y asiático!)

Si la guerra de Ucrania nos lega, junto a la masacre que ya sufren los ucranianos, una escalada armamentística que se sume al ecocidio en marcha VAMOS A EXTINGUIRNOS. Cuando en unos años el dilema sea matar o morir por el agua los poderosos y sus aparatos mediáticos vociferarán, como hoy hacen, que en tal coyuntura desesperada el pacifismo no tiene sentido. Los ciudadanos de todo el planeta debemos impedir llegar al abismo, construyendo juntos y exigiendo a nuestros gobiernos ir por la senda que queremos. 

Cuando pronto el dilema sea matar o morir por el agua los poderosos y sus aparatos mediáticos vociferarán, como hoy hacen, que en tal urgencia el pacifismo no tiene sentido. Evitemos ya, ahora, llegar a ese abismo.

Petición de ayuda de cineastas ucranianas

Aportado mi análisis, considero relevante dar eco a la petición de ayuda de esas compañeras cineastas que resisten en Kiev:

1. Donar al ejército de Ucrania (www.defendukraine.org/donate)

2. Que el mundo del cine secunde el boicot a las películas rusas –excluidas las de los festivales Eurimages– a través de esta recogida de firmas en Change.org y que productores, distribuidores y empresas involucradas en películas rusas cesen sus contratos y colaboración.

3. Ver y recomendar el visionado de películas ucranianas con subtítulos en inglés en la plataforma ucraniana de streaming Talkflix a cambio de donaciones voluntarias para la sociedad civil:

VER GRATIS: https://bit.ly/3slvmWr

DONAR: https://cutt.ly/XPB3xIW.

4. Alzar la voz sobre el crimen de Putin (con información sobre las víctimas y mensajes de solidaridad #staywithukraine #stopputin #stoprussianpropaganda) y pedir a la sociedad rusa, vía todos los contactos posibles, que desde Rusia frene la guerra.

5. Luchar contra la propaganda rusa contrastando la información con la oficina del presidente de Ucrania, del Ministerio de Asuntos Exteriores (autor de vídeos como este) y el Ministerio de Defensa

Y añado yo: como la plataforma Talkflix puede no tener todos/parte de sus contenidos disponibles para España, doy como alternativa a la petición de mis colegas el encale a estos otros cinco documentales y reportajes sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania sí disponibles aquí.  

En definitiva, unámonos y actuemos para acabar con la masacre y vivir en paz.

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