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Que paguen si los préstamos fallan
¿Hay alguien que tenga una noción clara de cómo debería ser el sistema financiero del futuro?
Si, debería ser más pequeño, más simple, menos apalancado, y más centrado en responder a las necesidades crediticias de la economía real.
No lo digo yo, sino Sheila Bair.
Anterior presidenta de la Corporación Federal de Aseguramiento de Depósitos (creada en 1933 como respuesta al crack del 29 y similar a nuestro Fondo de Garantía de Depósitos), es hoy presidenta del Consejo de Riesgos Sistémicos, una institución privada sin ánimo de lucro dedicada a vigilar el cumplimento por parte de los bancos estadounidenses de las restricciones impuestas a las entidades financieras tras la quiebra de Lehman Brothers.
En su artículo, Bair hace una propuesta que debería convertirse cuanto antes en exigencia ciudadana. Sobre todo, de todos aquellos que luchan por defendernos de los abusos de los bancos:
“Reglas que dicten su comportamiento puede ser útiles a veces, pero obligarlos a asumir las pérdidas de los riesgos que asuman puede ser mucho más efectivo. Un enfoque consiste en decirles qué tipo de créditos pueden ofrecer. El otro les dice que cualquiera que sea el tipo de créditos que hagan, asumirán pérdidas si dichos préstamos fallan”.
El profesor Javier Díaz-Giménez, de cuyo blog he recogido el artículo, va un poco más lejos y propone ya una fórmula concreta: “Dejemos que vendan los productos que quieran, pero obliguémoslos a quedarse en sus balances (a comprar) con un 5% de cada producto que emitan, para que participen en las posibles pérdidas”.
En otras palabras, si esta medida hubiera estado en vigor, los bancos y cajas que se lanzaron a vender preferentes tendrían que hacer frente ahora, al menos, a la pérdida de un 5% de todo lo que hubieran vendido.
