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Juan Espadas, un ejemplo de gatopardismo
La curiosidad política es una forma de comprobar por dónde van las intenciones de los partidos y sus dirigentes. Ocurre en demasiadas ocasiones que te sorprenden esas intenciones y, sobre todo, las justificaciones de las mismas. Digo esto a colación de la información, por todos lados aparecida, sobre quien ha sido nombrado Presidente del PSOE andaluz en su Congreso. Se trata de Manuel Pezzi, un socialista de larga trayectoria en el partido y en las instituciones. Pueden consultar donde prefieran las distintas versiones sobre su figura y su idoneidad para el cargo.
En líneas generales, a este tipo de nombramientos, que tiene más de honorífico que de ejecutivo, se les presta una atención menor; es lógico, su influencia es pequeña en la toma de decisiones. Pero en este caso y conociendo el perfil del personaje estoy por afirmar que no será así. A Pezzi no le va el estilo de florero que le presupone el puesto que va a ocupar; que yo sepa, su personalidad para bien o para mal ha sobresalido allí donde haya estado. Por esa razón escribo sobre su nombramiento como presidente del PSOE y sus probables consecuencias.
Para conocer al personaje, más allá de su biografía oficial, es preciso contar algunas de sus decisiones como consejero de Educación de la Junta de Andalucía. Lo primero es saber que este cargo ejecutivo es el de más relevancia que ha ocupado y en el que ha estado más tiempo (4 años). Ni siquiera como consejero de Medio Ambiente llegó a estar ese tiempo y tampoco como teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Granada. Donde sí ha estado mucho tiempo ha sido como diputado en el Parlamento Andaluz y en las Cortes Generales, pero estos puestos son de representación y tienen un carácter legislativo y, en consecuencia, su trascendencia es más colectiva.
Manuel Pezzi llega a la Consejería como un elefante en cacharrería, todo lo pone patas arriba, como si todo lo que se hacía anteriormente no sirviera casi nada
Dicho esto debo añadir algunas cuestiones que no han sobresalido en los artículos que dan más o menos soporte histórico a la decisión de Juan Espadas. Es posible que ni siquiera las hayan tenido en cuenta; ya se sabe que la memoria de las políticas y de los políticos suele ser corta o larga a conveniencia de su uso. Para conocer en profundidad lo que supuso para la educación andaluza el paso de Manuel Pezzi al frente de la Consejería de Educación, hay que situarlo en el tiempo y en las circunstancias políticas. Fue nombrado Consejero en abril de 1996 después de una legislatura inestable y corta (2 años) dada la falta de acuerdos parlamentarios, fundamentalmente entre PSOE e IUCA.
En ese contexto es cuando Manuel Pezzi llega a la Consejería como un elefante en cacharrería, todo lo pone patas arriba, como si todo lo que se hacía anteriormente no sirviera casi nada. La Consejería de Educación hasta la fecha había jugado un papel fundamental en el desarrollo de la Junta de Andalucía, no solo por el propio peso de la educación, sino porque la LOGSE fue aprobada en 1990 y en 1996 todavía estaba en proceso de implantación. Andalucía, como consecuencia de su responsabilidad competencial en educación, era la responsable de la aplicación de la ley en el ámbito de la comunidad y venía tomando decisiones acordes a esa situación. Decretos de enseñanza, curriculum de todas las materias, experimentación, innovación, formación del profesorado, inversiones en centros, materiales, etc., estaban a la orden del día y suponían un esfuerzo grande de mucha gente empeñada en hacerlo de la mejor manera posible. Con errores, claro, con aciertos también, en mi opinión muchos más que los errores. La llegada de Pezzi puso todo en duda. Toda la gente que trabajaba en la Consejería en estos asuntos eran objeto de sospecha y eso tuvo sus consecuencias, y no pocas.
Andalucía contaba en aquellas fechas con una red de Centros de Formación del Profesorado que era la envidia de muchas comunidades, hasta el punto de que la experiencia andaluza era copiada en otros lugares. Había una red de asesores y asesoras curriculares de un altísimo nivel, donde se había hecho una importante inversión en formación en los últimos años. Desde el año 1986, la Consejería puso en marcha un programa de innovación educativa y de proyectos de introducción de Nuevas Tecnologías que contaba con el soporte de más de 400 profesores y profesoras a los que se les había formado durante tres años y que estaban repartidos por toda la geografía andaluza y prestaban una inestimable ayuda a los centros educativos. Una buena parte de aquel esfuerzo fue eliminado, cerrando centros de formación del profesorado, que quedaron cada vez más alejados de la realidad docente y que a lo largo de los siguientes años fueron ganando en burocracia y perdiendo en calidad educativa.
Eliminó la totalidad de los coordinadores de TICs de la plantilla de los CEPs con unas consecuencias personales y profesionales muy duras. De buenas a primeras se quedaron sin destinos y, en consecuencia, fueron trasladados de las localidades donde estaban por la supresión de sus puestos. Algo inaudito en la gestión de personal en aquella época. Aquella decisión tuvo además una consecuencia inmediata en los centros docentes: todo lo avanzado en ese terreno se abandonó, equipos de producción audiovisual, aulas de informática, equipos de profesorado produciendo materiales, planes de integración de las Tics... tirados a la papelera. En definitiva, una tabula rasa en un momento clave de expansión de las tecnologías, que como se ha demostrado por la realidad era una cuestión de inmediata presencia en los centros docentes.
Allí donde había confianza y dinero municipal se premiaban las condiciones de aporte de la Consejería. Una práctica que ha seguido siendo santo y seña hasta nuestros días.
No terminó ahí el trabajo de acabar con lo avanzado. Este periodo se caracterizó por la irrelevancia del trabajo de la Consejería en los centros y, en concreto, se cometió una auténtica tropelía con el plan de inversiones de centros escolares, el conocido Aula 2000, alabado por compañeros del partido de procedencia. Este plan vendido a bombo y platillo supuso un paso atrás en todo lo avanzado en construcciones escolares. Consistía en trasladar la presión de la renovación y ampliación de los edificios escolares a los ayuntamientos andaluces. De esta manera Educación se ahorraba dinero en construcciones. Las consecuencias del Plan Aula 2000 fueron importantes: los ayuntamientos que podían endeudarse hicieron encajes de bolillos y construyeron con criterios propios; y la mayoría de los ayuntamientos que no tenían esa posibilidad tuvieron que tragarse los centros y en las condiciones que estaban. Un auténtico despropósito que consiguió un desequilibrio importante en las construcciones escolares. Además el plan produjo un efecto ¿deseado?, una política de caciquismo político. Al no haber una planificación las construcciones, se hicieron, en gran medida, por simpatía política. Allí donde había confianza y dinero municipal se premiaban las condiciones de aporte de la Consejería. Una práctica que ha seguido siendo santo y seña hasta nuestros días.
Este es el estilo de Manuel Pezzi, que fue relevado de su cargo a los cuatro años sin que hubiera ninguna señal de pena por ello, más allá de sus allegados municipales o de sus compañeros y compañeras más leales que para eso lo son. Su trayectoria política se diluyó entres los escaños del Senado y del Congreso. El recuerdo de su trabajo en la Consejería de Educación pasó a ser una especie de tortura por el peso que dejó y por el hachazo que produjo en todos los procesos de innovación que hasta su llegada habían sido santo y seña del trabajo de la Consejería.
Por tanto, ¿qué señal emite Juan Espadas con este nombramiento? Nada positiva. De tanto mirar fuera del espacio de Susana Díaz, coloca al frente del partido a alguien muy reconocible por su dureza y sus posiciones de nivel bastante conservador; se puede decir que se coloca en el espacio más cercano posible a las políticas de la derecha gobernante, algo que viene siendo una táctica habitual en las últimas semanas. Malos tiempos para la lírica y para una política que trabaje para quitar al Gobierno actual de la Junta de Andalucía. Una especie de travestismo político que le puede costar muy caro. De momento volvemos al gatopardismo: cambiar todo para que no cambie nada.
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