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Medio Ambiente alerta de la muerte de millones de aves protegidas por cosechar de noche en el olivar superintensivo

Varios cadáveres de aves protegidas entre aceitunas y hojas de olivo en una cosechadora.

Carmen Reina

Millones de aves están muriendo como consecuencias de cosechar de noche en el olivar superintensivo andaluz. Esa es la voz de alarma que da un informe de la Dirección General de Gestión del Medio Natural y Espacios Protegidos de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía, que señala que se trata de “un problema real, actual y de graves repercusiones ambientales, que trascienden los límites geográficos andaluces y nacionales, afectando a valores ambientales de diversos países del ámbito de la Unión Europea”.

El informe, al que ha tenido acceso eldiario.es/andalucia y ha sido avanzado por el periódico digital Cordópolis, aborda el impacto generado por la explotación del olivar superintensivo sobre las especies protegidas en Andalucía, después de recibir distintas alertas de grupos ecologistas, del Seprona de la Guardia Civil y de las propias delegaciones territoriales de la Junta en varias provincias, constatando la existencia e identificación de la muerte de las aves.

Las aves que llegan desde Europa a Andalucía a pasar los meses más fríos, “todas ellas especies migratorias protegidas por el ordenamiento jurídico vigente e incluso algunas incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas”, se refugian durante la noche en los olivares y ahí es cuando se produce la muerte de las aves con las labores nocturnas de cosecha del olivar superintensivo. “Estos importantes contingentes de aves se encuentran dormidas y vulnerables en los setos de olivar que son cosechados, sin margen alguno para poder escapar. Tal es así al estar además ayudados de focos y faros de luz, lo que ciega a las aves impidiendo su escape”.

“Las aves que llegan de la migración se refugian a dormir en los setos de olivar superintensivo y es entonces cuando las cosechadoras, equipadas con potentes focos de luz, se colocan por encima de los setos para cosecharlos, depositando los materiales colectados sobre el remolque que llevan adosado. Es ahí donde se pueden encontrar los cadáveres de aves amontonados entre la aceituna y hojarasca engullidos por la maquinaria”, describe el informe.

Magnitud del problema: 2,6 millones de aves muertas

La magnitud de estas consecuencias medioambientales de la cosecha nocturna del olivar superintensivo se cuenta por millones de aves muertas. “Las cosechadoras de superintensivo que operan desde noviembre en horas nocturnas llegan a producir unas tasas de mortalidad insostenible en términos ambientales, que alcanzan las 100 aves por remolque cosechado, lo que ofrece unas tasas de mortalidad de media aproximada de 100 aves por hectárea cosechada durante la noche”.

“Teniendo en consideración la extensión en hectáreas que Andalucía dedica a este tipo de olivar y considerando la distribución de rutas de aves migratorias, todo apunta a que cada campaña olivarera de superintensivo, en la que se cosecha durante la noche, las estimas más conservadoras apuntan a que esta práctica está afectando a 2.600.000 de aves cada año en Andalucía, especialmente en las provincias de Sevilla, Córdoba y Jaén”.

Las especies afectadas que se ha constatado que componen la mayor parte de las bajas producidas por esta causa de mortalidad son currucas cabecinegra (Sylvia melanocephala), mosquitera (Sylvia borin) y capirotada (Sylvia atricapilla), zorzal charlo (Turdus viscivorus), común (Turdus philomelos) y alirrojo (Turdus iliacus), petirrojo (Erithacus rubecula), verderón (Carduelis chloris), mosquiteros ibérico (Phylloscopus ibericus), común (Phylloscopus collybita), musical (Phylloscopus trochillus) y papialbo (Phylloscopus bonelli), jilguero (Carduelis carduelis), pardillo (Carduelis cannabina), lavandera blanca (Motacilla alba), cascadeña (Motacilla cinerea) y boyera (Motacilla flava).

Los datos aportados por los programas nacionales de la Unión Europea de anillamiento científico de aves, indican que la mayor parte de estas aves proceden de Francia, Holanda, Bélgica, Alemania y Escandinavia y, en menor medida, del Reino Unido y de los países del Báltico.

Prácticas ilegales

Además del daño evidente producido por la muerte directa de un número de aves protegidas tan abrumador, debe destacarse que la extensión del problema trasciende la vertiente ambiental. Y es que la Consejería señala que la muerte de las aves en la cosecha nocturna del olivar supondría “infracciones administrativas claramente tipificadas –como graves- en el ordenamiento jurídico estatal y autonómico que da protección legal a la fauna silvestre (…) donde se prohíbe la captura de aves, explícitamente las migratorias, así como las molestias durante la migración y en sus lugares de reposo o descanso. Igualmente prohíben de manera explícita el uso de faros y luces para la captura de aves”.

No obstante, la norma legal de mayor peso vulnerada mediante la autorización administrativa de esta práctica agrícola es “sin duda la Directiva de Aves 2009/147/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 30 de noviembre de 2009 relativa a la conservación de las aves silvestres. Los incumplimientos a esta norma, ya traspuesta a nuestro ordenamiento jurídico, no solo conllevan infracciones de índole administrativo, sino que pueden tienen peso específico en la afección a pagos de la PAC”, advierte el propio informe.

Asimismo, queda constatado por la Guardia Civil y la propia Consejería de Medio Ambiente, que “una buena parte de estas aves son vendidas por los operarios de las cosechadoras y cooperativas al mundo de la hostelería rural, para consumo como ‘pajarito frito’. Esta práctica es ilícita y altamente perseguida por la Consejería competente en materia de Salud por carecer de las suficientes garantías sanitarias para la salud pública”.

“En opinión de la Guardia Civil, existen fuertes presunciones de que la práctica nocturna de cosecha superintensiva puede incurrir en ilícitos penales, especialmente con concurso de delitos de varios tipos penales, contra la fauna y contra la salud pública”.

Por todo ello, el informe de la propia Junta señala como solución a este importante asunto que “la mejor opción para poner fin al problema es que desde esa Consejería se prohíba la cosecha de olivar en superintensivo durante horas nocturnas, lo cual impediría que las aves migratorias sean capturadas bajo la acción de los focos”.

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