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Juan Espadas: “¿Una oposición más dura? Yo quiero llegar a 2026 siendo un líder del PSOE que no caiga mal a la gente”

Juan Espadas, en la sede del PSOE de Andalucía.

Daniel Cela

Sevilla —

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Juan Espadas (Sevilla, 1966) siempre ha hablado rápido, pero desde que lidera el PSOE de Andalucía y es portavoz socialista en el Senado su ritmo se ha acelerado aún más. En esta entrevista ha dado un frenazo brusco para explicar por qué y para qué acaba de cambiar la cúpula de su partido y lanza un vaticino: “El ciclo de Juanma Moreno termina en 2026”.

¿Qué ha fallado en su anterior ejecutiva para que haya cambiado a los números 2 y 3? ¿La estrategia o las personas?

No ha fallado nada, sencillamente han cambiado las circunstancias y entramos en una etapa que requiere perfiles con una dedicación completa. No he prescindido de los que eran mis números 2 y 3, sólo les he asignado otras tareas en la ejecutiva. Si hubiera prescindido de ellos, podríamos decir que es que no lo han hecho bien. Pero no ha sido así. He cambiado al secretario de Organización por un perfil de secretario de Organización. No es ningún tipo de crisis, sino una organización del trabajo diferente. 

¿Cuál es el objetivo?

Primero, había que reforzar la conexión con la sociedad y construir un proyecto de gobierno alternativo para Andalucía. Y en lo orgánico, necesito una dedicación mayor de una persona a la tarea que nos queda de renovación y objetivos en cada provincia, fundamentalmente para renovar equipos en agrupaciones locales y ayuntamientos donde estamos en la oposición.

Una ejecutiva de 68 miembros más un “gobierno alternativo” con otros 30, ¿es operativo para funcionar?

El objetivo del congreso regional del PSOE-A, hace dos años, después de unas primarias en las que el partido tuvo que decidir entre proyectos políticos diferenciados, fue volver a unir no solo a los ocho territorios de Andalucía, sino también a visiones y a compañeros para que se sintieran integrados en esta nueva dirección. Por tanto, necesariamente tenía que ser más amplia.

¿Y ahora?

Pues es que esto no está reñido con que un número más reducido de personas integre la ejecutiva permanente, que en estos dos años ha estado prácticamente radicada en la dirección del grupo parlamentario: 12 personas que tienen más responsabilidad y confianza por mi parte y las que han llevado la iniciativa de la política regional. Los cambios más significativos en la ejecutiva tienen carácter organizativo y de cualificación de la marca PSOE. Es importante que la dirección lleve a todos y cada uno de los rincones del partido el trabajo que se desarrolla a nivel regional. Porque el PSOE es un partido muy grande y corremos el riesgo de que en esos rincones no se conozca realmente el trabajo que se está haciendo en el Parlamento, y viceversa.

Moreno cae bien a la gente, me va a costar caer mejor que él, pero en capacidad de gestión yo puedo aportar muchísimo más

Aun así, es la ejecutiva más abultada que ha tenido nunca el PSOE andaluz...

Mire, yo tengo una visión de organización del partido que no es la de la mesa camilla de hace años que tenía el PSOE. El PSOE, cuando gobernaba, tomaba las decisiones importantes desde el Gobierno andaluz. Podía convertir la acción política del partido en acción de gobierno sin rechistar. Entonces, el partido tenía una labor mucho más secundaria de la que ahora tiene y, por tanto, ahora necesitamos una estructura más compleja y participativa.

¿La dirección federal del PSOE ha participado de alguna manera en estos cambios?

No, en absoluto. Ferraz me ha dado confianza para organizar el PSOE-A y yo he notado el respaldo del secretario general.

¿Habla mucho con Pedro Sánchez?

Bueno, hablamos normalmente por mensajes, fundamentalmente porque es una persona a la que no puedes estar llamando todos los días, no con el nivel y la carga de trabajo que tiene. Hablamos el pasado fin de semana.

¿Y le preocupa a Pedro Sánchez la situación política del PSOE andaluz?

No, al contrario. Pedro Sánchez está absolutamente cómodo con el PSOE-A, porque percibe que es una federación que está trabajando por que el Gobierno que él preside sea visto en la sociedad y ponga en valor su trabajo como merece. Con un debate durísimo con la derecha y con la extrema derecha, encuentra un PSOE en Andalucía que lo respalda, lo comprende y le da el aliento suficiente. Esto no ha ocurrido en otros momentos de la historia reciente y creo que justo ahora es muy de agradecer.

¿Al presidente no le preocupa la fortaleza del PP en Andalucía?

El PSOE federal gobierna ahora mismo en España porque aquí creció en un millón de votos respecto a las elecciones anteriores y eso le permitió mantenerse. En Andalucía hubo una pérdida de escaños mínima respecto a lo que el PP pensaba que iba a ocurrir. Hombre, yo puedo decir alto y claro que los resultados de Cataluña y los de Andalucía, fundamentalmente por volumen, son los que sustentan nuestras posibilidades para ser gobierno en España.

¿Quiere decir que el PSOE andaluz es el que ha sustentado a Sánchez en el Gobierno?

No. Lo que le estoy diciendo es que por volumen Cataluña o Andalucía son resultados electorales determinantes para poder tener opciones de gobierno. Si nosotros hubiéramos caído en este caso al vacío, como nos destinaban las encuestas, efectivamente no hubiera habido opciones de gobierno. Es evidente que nuestra situación, la del PSOE en Andalucía, sigue siendo aún de debilidad respecto a la fuerza que tiene la derecha en Andalucía y yo no lo he negado en ningún momento.

¿Y a qué lo atribuye?

Nuestras circunstancias son completamente distintas a las de otras federaciones. Nosotros hemos gobernado 37 años aquí, por tanto acumulamos un desgaste y una opinión por parte de la sociedad. El reto es recuperar la confianza de esa sociedad, sobre todo por una razón, porque quien gobierna lo está haciendo mal.

¿Usted siente que hay una oposición social al Gobierno de Moreno?

Yo no voy a entrar en lo que los ciudadanos piensen o no del Gobierno andaluz, porque su opinión generalmente se produce cuando hay elecciones. Y algo sé de esto que llevo algunos años y también he estado en la oposición en el Ayuntamiento de Sevilla y he visto que los ciudadanos, a veces, no manifiestan un rechazo o un descontento hasta que son consultados para ver si se renueva o no la confianza en un proyecto político.

También se manifiestan en la calle. Ustedes por ejemplo son muy críticos con la gestión sanitaria de la Junta, ¿por qué cree que hubo movilizaciones sanitarias masivas contra el último Gobierno del PSOE y no las hay ahora?

Bueno, eso depende de las circunstancias sociales y de otro tipo. Mire usted, ahora mismo hay unas circunstancias socioeconómicas que son buenas con carácter general en España. Es decir, crece el empleo aunque en Andalucía crezca un poco menos, pero crece. Tenemos una situación social en donde hay un Gobierno de España que se está preocupando de la gente más vulnerable, que generalmente es la que sale a la calle a reivindicar: que los jóvenes tengan más opciones laborales, que las mujeres hayan tenido mayor capacidad de inserción laboral, que el salario mínimo crezca...

¿Los andaluces no se manifiestan contra el Gobierno de Moreno gracias a las políticas de Pedro Sánchez?

Es así. Mire, la gran suerte que tiene Moreno Bonilla es tener a Pedro Sánchez de presidente del Gobierno, aunque sea la persona a la que más critica y toda la labor del PP sea desgastar al Gobierno socialista. La enorme suerte que tiene es no tener ahora un gobierno como el de Rajoy. Es decir, si Moreno Bonilla tuviera de presidente a Rajoy, ya le digo yo que le iría de otra manera a Andalucía y, por supuesto, a él como presidente.

El PSOE ya ha acreditado que tiene límites en la negociación. Junts tiene que entender que esto es o todo o nada

¿En qué sentido?

Usted me está hablando de escenarios en los que Andalucía sufría por los recortes de Rajoy, que en términos de servicios públicos lastraron la opinión del Gobierno andaluz entre la ciudadanía. Las movilizaciones sanitarias de 2017 y 2018 venían claramente generadas por la gestión de la crisis financiera, que dañó muchísimo la credibilidad en las instituciones y a la gente que menos recursos tenía: reducciones salariales y rebaja en las transferencias del Estado a Andalucía que originaron inmediatamente incapacidad presupuestaria en la sanidad, en la educación, en la dependencia... Todo eso no se da en la actualidad. Quien le salva la cara al final [a Moreno] y quien genera un termómetro social en la calle de mucha menor o nula conflictividad social en Andalucía es Pedro Sánchez y las medidas del Gobierno de España. Es una gran paradoja real de la vida. Esa falta todavía de rechazo a Moreno Bonilla es porque tiene las espaldas cubiertas por el señor Sánchez. Pero esto es temporal. El agujero que la sanidad pública está haciendo en la credibilidad de la Junta acabará costando el puesto a Moreno.

¿Cuándo?

El ciclo político de Moreno termina en 2026, con las elecciones. Lo mismo antes, porque tiene que tomar una decisión e irse a sustituir a Feijóo a Madrid.

¿Usted no cree que la mayoría absoluta del PP está consolidada en Andalucía, como sostiene su compañero Javier Fernández, líder del PSOE en Sevilla y presidente de la Diputación?

Yo no tengo datos demoscópicos ni hago encuestas como para saberlo.

Se han publicado encuestas...

Para mí no tienen credibilidad. Lo que yo pienso es que el señor Moreno disfruta de una opinión pública construida por su relato, que tiene muy poca erosión por parte de quien podría criticarla. Esto lo digo y lo firmo. ¿Cómo se desgasta a un líder político o a un gobierno? Fundamentalmente a través de los medios de comunicación. Yo creo que la labor de escrutinio de los medios con el Gobierno de Pedro Sánchez es incomparable con la que tiene el Gobierno de Moreno. A mí me sorprende no leer ningún nivel de crítica fuerte a la sanidad pública andaluza. Ahora, y después de meses y meses clamando en el desierto, se escribe sobre el tema de la adjudicaciones de contratos post Covid a dedo, sin control, beneficiando a la sanidad privada sin ningún tipo de explicación pública. ¿Y a nadie le llama la atención que al señor Moreno no le hagan preguntas, preguntas de las difíciles?

Entonces, ¿la responsabilidad principal de que en cinco años apenas se haya erosionado al Gobierno andaluz es de los medios? ¿El principal partido de la oposición no es responsable?

No, no, claro. Pero yo tengo mi opinión. No me estoy justificando, pero estoy diciendo que el señor Moreno, primero, se ha beneficiado de la pandemia de una manera desleal con otras instituciones. Moreno Bonilla ha sacado partido político de la gestión de esa pandemia en términos de opinión pública y de construcción de un liderazgo. En la pandemia le tratamos todos muy bien, incluidos los medios. Y segundo, se ha creado un relato de que Moreno es un líder que hace que Andalucía sea un milagro económico, y eso es falso. Lo positivo que está ocurriendo en Andalucía es consecuencia del contexto económico por las medidas que ha tomado el Gobierno para toda España.

¿Usted se siente maltratado o minusvalorado por el tratamiento informativo que hacemos los medios?

Forma parte del manual invisibilizar la labor de oposición. Lo he vivido y sé lo sacrificado que es intentar alzar la voz ante la opinión pública, y ver cómo se calla por parte de quien gobierna. Nuestro trabajo en el Parlamento tiene unas reseñas mínimas y Moreno coloca todas sus fotos y sus titulares. Pero esto no es una guerra de Espadas contra los medios. La cuestión es que se están invisibilizando muchos problemas de Andalucía, que no se leen ni escuchan en los medios. Y no es un lamento, soy oposición, soy humilde. Pero creo que lo de quejarme de que a Moreno no le tose nadie es constatar una realidad.

Cuando alguien vota a alguien, al día siguiente no cambia de opinión por mucho que yo chille. Zoido cayó por su gestión y yo estaba ahí

En su partido hay quien piensa que a su estilo de oposición le falta mordiente, que tiene una especie de prurito institucional que le hace desechar oportunidades para menoscabar a Moreno. ¿Le han pedido que tenga menos escrúpulos con el PP?

Yo siempre me he caracterizado por tener un perfil de persona respetuosa, con un estilo de hacer política que no es de trazo grueso, sino de rigor y respeto al adversario. Esto no está exento de contundencia o de dureza cuando hay que hacerlo. Conmigo no van determinado tipo de aspavientos o críticas gruesas. Yo prefiero pensar que los que me escuchan o los que me leen van a valorar que no digo tonterías ni mentiras, que yo cuando hago una argumentación se puede estar de acuerdo o no, pero intento construirla sobre bases sólidas. Cuando alguien ha votado a alguien, al día siguiente no va a cambiar de opinión por mucho que yo chille y por muchas barbaridades que diga. Yo ya demostré en Sevilla que a Juan Ignacio Zoido sólo se le podía ganar de dos formas: uno, viendo su incapacidad de gestión y su falta de proyecto para esta ciudad, y dos, siendo una alternativa creíble y real que no generara ni más crispación ni miedo. También me decían entonces que yo mordía poco, que si no decía barbaridades todos los días no ganaría nunca. Zoido cayó por su gestión y yo estaba ahí como alternativa.

El contexto político actual no es el mismo, ahora vivimos una polarización absoluta. ¿Cree que ese estilo sigue funcionando?

A mí nadie puede darme lecciones de cómo hacer oposición porque el PSOE nunca ha hecho oposición a nivel regional. Por tanto, lecciones las justas. Yo sí puedo, porque fui oposición en el Ayuntamiento de Sevilla, que es la administración más grande de Andalucía después de la Junta. Nadie pensaba que la mayoría absoluta de Zoido se podría caer en cuatro años. Alguna licencia me puedo permitir, ¿vale? Pues segundo: yo he venido a esto porque tengo un proyecto diferente para Andalucía, tengo más conocimiento de gestión y currículum que Moreno y quiero llegar a 2026 planteando un PSOE y un líder del PSOE que la gente quiera votar, y no que le caiga mal a la gente. La gente que es ácida o crítica, o que simplemente denigra permanentemente con barbaridades al adversario, jamás serán las que vote un ciudadano. Para que te voten tienes que caer bien.

Tiene que caer mejor que Juan Manuel Moreno...

Sí, pero es que hay dos factores básicos: uno caer mejor y otro que la gente te vea como más capaz para hacer lo que hay que hacer en Andalucía para que salgamos del furgón de cola. Y es ahí donde yo quiero combatir. Seguramente en caer mejor me va a costar, porque el señor Moreno hasta ahora cae bien. Hasta ahora. Pero en el segundo plano, puedo aportar muchísimo más que Moreno. Voy a intentar abrirme espacio. Justamente en eso. En el rigor, la profesionalidad y los proyectos para Andalucía.

El PSOE ha perdido prácticamente todo su poder institucional en Andalucía: alcaldías, diputaciones… ¿es consciente de que su partido está bullendo por dentro, sobre todo en las provincias que más poder perdieron en las municipales?

Sí, por eso es el momento de profundizar en el proceso de renovación. Cuando analizamos qué está ocurriendo en la costa, por ejemplo, o en las grandes capitales lo que nos tenemos que preguntar es por qué la gente está votando más al bloque de la derecha que al bloque de la izquierda. ¿Cuál es el problema? ¿El desgaste de errores del pasado exclusivamente? ¿O es que no nos ven con las propuestas que esperan escuchar de un partido de izquierdas para el futuro? Esta es la cuestión. No es solo mejorar el proyecto, sino también un cambio de caras y de personas. Esto es así. Tenemos que renovar muchas candidaturas a lo largo y ancho de Andalucía. Hay sitios donde el PSOE gobernó muy bien y PP y Vox se han impuesto, la Comunidad Valenciana de Ximo Puig es un ejemplo palmario. O la Extremadura de Fernández Vara.

¿Cómo interpreta la mayoría absoluta en Castilla-La Mancha de García Page, el barón más beligerante con Sánchez?

Sin duda es un mérito en la gestión del Gobierno del PSOE y de su presidente Emiliano. Y en segundo lugar, una realidad sociológica diferente en cuanto a la dinámica de bloques a derecha o a izquierda.

¿Y la realidad sociológica andaluza se parece a la de Castilla-La Mancha?

Claro, pero está acentuada por un efecto desgaste de 37 años del Gobierno de Andalucía, que no tienen otras comunidades.

La ley de amnistía, los lances diarios de Junts con el Gobierno y el agravio respecto a Catalunya, ¿pasan más factura al PSOE en Andalucía que en otros territorios?

Es una decisión polémica, compleja, pero cuando se analiza la encuesta del CIS tampoco parece ser un tema tan determinante. El agravio es un discurso fácil, grueso, que exige un nivel de pedagogía más a fondo. En Andalucía siempre ha funcionado bien el agravio, siempre. Incluido cuando gobernaba el PSOE, y ahora lo está utilizando el PP. La cuestión es que cuando esa confrontación mayoritariamente oculta la falta de gestión, ya es cuando no es igual que lo que ocurría entonces. Porque antes había gestión y se confrontaba cuando había que confrontar con el Gobierno, incluso siendo del PSOE. Yo voy a confrontar con el Gobierno de España cuando vea que hay una medida que pueda perjudicar a Andalucía.

Probablemente tenga que llevar al Senado la reforma del modelo de financiación autonómica que aprobamos con el PP en el Parlamento andaluz

¿Ahora mismo no la hay?

Ahora mismo me tendría que preguntar por una concreta.

La infrafinanciación de Andalucía.

El Gobierno de España claro que quiere que haya una financiación autonómica más justa para Andalucía. Solo faltaría. Y sobre todo, porque la lidera la persona que lo lideró en Andalucía, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

Montero diseñó una propuesta de reforma del modelo de financiación que fue aprobada por el Parlamento andaluz con el voto del PP: 4.000 millones más para Andalucía ¿Por qué no llevan ese documento al Senado, ahora que usted es además el portavoz del PSOE?

Pero si es justamente lo que le estoy proponiendo al señor Moreno Bonilla.

El PSOE lo puede hacer, ¿no?

El PSOE lo puede hacer como fuerza federal. Pero yo lo que le planteaba al señor Moreno Bonilla era todavía mucho más interesante y me votó en contra en el Parlamento de Andalucía. Recuerde que yo le llevé una propuesta para que él, como presidente de la Junta, con el apoyo parlamentario explícito del PSOE, lleváramos una iniciativa para defender el modelo de financiación autonómica justo para Andalucía al Senado. Y me votó que no.

Insisto, ¿por qué no lo lleva usted al Senado?

Es que probablemente lo tenga que llevar claro.

¿Ha hablado con la ministra de Hacienda de que quiere llevar esa propuesta de financiación al Senado?

Claro que lo he hablado con la ministra de Hacienda y con el presidente del Gobierno. El presidente planteó una oferta de diálogo a Feijóo justamente para esto, es decir, busquemos una comisión de diálogo para ponernos de acuerdo, al menos entre las dos grandes fuerzas políticas, sobre todo porque ustedes gobiernan nueve comunidades. Y se han negado. ¿No le parece que lo que realmente hay detrás es que les interesa un desacuerdo o que no haya un acuerdo con el modelo de financiación que se lo apunte un Gobierno de Sánchez? Esta es mi teoría y la voy a poder comprobar. La única pieza que falta es justo la que podemos movilizar desde el grupo parlamentario en el Senado, en la comisión general de comunidades autónomas, y es la que llevo yo.

¿Cree que el PSOE debería plantarse en la redacción actual de la ley de amnistía rechazada hace unos días por Junts?

Lo que ocurrió el otro día en el Congreso acredita que el PSOE tiene límites a la hora de negociar. El PSOE ha dicho alto y claro que solo pondrá un texto que sea nítidamente constitucional y que dé toda la seguridad jurídica para que esté blindado. En el momento que vemos que aceptar cualquier cuestión en la negociación significa debilitar o fragilizar el texto, sencillamente nos hemos plantado. Yo no sé si en este mes va a haber algún tipo de reanálisis por alguna búsqueda de un punto de encuentro. Pero no vamos a superar ese límite que nos lleve a la inseguridad jurídica. Junts tiene que entender que esto es o todo o nada.

¿Suele hablar con los expresidentes de la Junta para comentar, pedirles consejo o análisis?

Con Chaves y Griñán, por las circunstancias personales que hemos vivido, cuando les he necesitado he hablado con ellos o ellos me han trasladado algún comentario con naturalidad. No con asiduidad ni con frecuencia, pero sí. Con Pepe Rodríguez de la Borbolla lo que tengo es una buena relación personal, pero nunca hemos hablado de cuestiones de trabajo. Y con Susana Díaz, pues lo que hablo es lo que hablo en el Senado cuando coincidimos, pero no de otras cuestiones, porque ahora mismo ella está muy alejada del día a día o no me transmite tampoco lo que quiere. Evidentemente, ella y yo estamos condicionados porque soy yo el secretario general y ella no lo es, ¿no? Pero bueno, tampoco hay una mala relación personal.

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