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Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

¿Qué hace ahí esa musaraña?

Fotos: @EBD/CSIC

Jacinto Román, Javier Calzada, José A. Godoy y Luis Biedma

Estación Biológica de Doñana (EBD/CSIC) / Universidad de Huelva —

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Entre las musarañas se encuentran las especies de mamíferos más pequeñas del mundo.  Todas ellas son carnívoras y se alimentan de los invertebrados que cazan. A su escala son unos depredadores temibles que viven escondidas dentro de la vegetación más densa, normalmente herbácea o matorral, de la que salen muy raramente. Presentan colores crípticos, que van del pardo al gris pizarra, con patas cortas, cuerpo alargado, orejas y ojos pequeños y hocico terminado en una especie de pequeña trompa rodeada de largos pelos sensoriales.

Las musarañas pertenecen a un orden de mamíferos conocidos como Eulipotyphla, en el que se incluyen las musarañas de dientes blancos (género Crocidura). Este género constituye uno de los ejemplos de diversificación biológica más importante dentro de los mamíferos, pues es el grupo con mayor número de especies descritas, más de 200, todas ellas pequeñas (menos de 10 g) y con morfologías muy parecidas. En la península Ibérica tenemos dos especies de este género. Por un lado, la musaraña gris (Crocidura russula), ampliamente distribuida por todo el territorio nacional y abundante y, por otro, la musaraña de campo (Crocidura suaveolens), escasa y con una distribución más reducida y fragmentada. Esta última ha sido objeto de nuestro estudio en los últimos años.

La musaraña de campo es, seguramente, un complejo multiespecífico aún no descifrado, que ocupa ampliamente el paleártico, desde Asia hasta el extremo occidental de Europa. En la península Ibérica tiene una distribución extraña, pues principalmente se localiza en zonas bajas, próximas a las costas del norte, y en las montañas del Sistema Central, pero, además, existen unas pequeñas poblaciones aisladas ocupando los ambientes con influencia mareal de cuatro marismas del Golfo de Cádiz: marismas del Guadalquivir (en ambas orillas del río), marismas del Odiel-Tinto, marismas del río Piedras y marismas del Guadiana, pero en este caso sólo en la orilla española, entre Ayamonte e Isla Cristina. Cuando empezamos a trabajar con ellas, no resultaba fácil encontrar una explicación coherente a esta extraña distribución, así que acudimos al uso de herramientas genéticas que nos permitieran aclarar el embrollo.

La primera duda que nos surgió era si el origen de estas poblaciones era natural o había sido fruto de introducciones en tiempos históricos. Teníamos precedentes sobre el tema, pues otras especies de musarañas de dientes blancos habían sido introducidas accidentalmente por los primeros navegantes del Mediterráneo en, por ejemplo, Menorca o Ibiza. Como las marismas de nuestro estudio habían sido puertos naturales desde tiempos históricos, donde llegaban los navegantes fenicios, griegos o romanos, la hipótesis tenía sentido. Pero, los resultados genéticos nos hicieron rechazarla. Pudimos ver que nuestras musarañas marismeñas se encontraban emparentadas con el resto de las musarañas de campo peninsulares y no con poblaciones de otras orillas mediterráneas. Había que pensar en otra explicación lógica. En este punto es donde entra en escena la otra especie de musaraña presente actualmente en la península, la musaraña gris, que llegó procedente del norte de África hace algo más de 100000 años. Se trata de una especie un poco más grande, pero, sobre todo, más agresiva. Conocíamos también que en otros lugares a los que había llegado, desplazaba a las especies de musarañas de dientes blancos nativas. Nuestra nueva hipótesis apuntaba a que la llegada de esta nueva especie excluyó competitivamente a la especie presente, fragmentando y aislando la especie en las distintas y distantes poblaciones que observamos hoy. El hecho de que las cronologías del salto desde África de la musaraña gris coincidieran con el tiempo de aislamiento de las poblaciones de musaraña de campo da soporte empírico a esta idea. El que la competencia con la musaraña gris fuera la causa de esta fragmentación también explicaría otra observación curiosa: que las poblaciones actuales de la musaraña de campo se localizan en los sitios más húmedos, aquellos donde la musaraña gris, de origen africano, prosperaba peor. En el Golfo de Cádiz estos lugares eran las marismas.

Aun así, había una pieza que todavía no terminaba de encajar, pues entre el Cabo de San Vicente y Gibraltar hay más marismas donde la musaraña de campo no se encuentra, como las marismas de Cádiz, San Fernando o Barbate, en España, y Castro Marim, Faro, Portimão o Alvor en Portugal. ¿Por qué estaba solo presente en ciertas marismas y no en otras? Para entender esta distribución tan particular, debíamos incluir una nueva variable en nuestra hipótesis: la historia geomorfológica del Golfo de Cádiz. Para ello, debemos retroceder en el tiempo y ver cómo eran estas costas hace algo más de 100000 años, momento en el que la musaraña gris entra en la Península. Al parecer, en aquel tiempo, sólo existían dos grandes ríos que desembocaban en el Golfo de Cádiz: el Guadalquivir y un río conocido como Paleotinto, en el que confluían el Tinto, el Odiel y el Piedras antes de su llegada al mar. La subida del nivel del mar después de las glaciaciones separó la desembocadura del Piedras, aislando esta población de la del Tinto y el Odiel, que aún siguen unidos en su desembocadura. Las marismas del Guadiana, que se formaron más recientemente, se colonizarían posteriormente desde el Piedras en tiempos en los que estas dos marismas estuvieron conectadas. Ello explicaría también su ausencia en la orilla portuguesa. Los estudios de genética poblacional avalaron nuestra hipótesis.

Con la ayuda de la genética, e integrando la competencia interespecífica con la historia geomorfológica, hemos sido capaces de construir una hipótesis que explica la extraña distribución de la musaraña de campo en el Golfo de Cádiz. Estas poblaciones se encuentran completamente aisladas hace ya muchos años. Con el tiempo, este tipo de aislamientos geográficos en ambientes extremos promueven la aparición de adaptaciones locales y, eventualmente, de nuevas especies. Creemos que este proceso puede estar desarrollándose ahora en estas marismas, aunque necesitamos nuevos estudios que nos permitan establecer en qué punto se encuentra actualmente. De momento, parece claro que dadas sus peculiaridades y su aislamiento prolongado de otras poblaciones deben ser consideradas como unidades evolutivas diferentes, y asignársele una alta prioridad a su conservación.

Jacinto Román es Doctor en Ecología y Medio Ambiente, naturalista de vocación y técnico en la Estación Biológica de Doñana (CSIC). Sus estudios se centran en la ecología de vertebrados, principalmente pequeños mamíferos, con algunas incursiones en el mundo de los invertebrados. También es miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos (SECEM).

José A. Godoy es investigador científico del CSIC en la EBD y lidera un grupo de investigación centrado en la aplicación de la genética y la genómica de poblaciones para entender la evolución y para contribuir a la conservación de especies. Ha trabajado con varias especies emblemáticas de la fauna ibérica como el lince ibérico, el águila imperial, el quebrantahuesos … y con la musaraña campesina.

Javier Calzada es Doctor en Ciencias Biológicas y profesor de zoología en la Universidad de Huelva. Sus estudios se centran en la mastozoología, la ecología de poblaciones y la biología de la conservación. Ha trabajado durante muchos años con especies amenazadas como el lince ibérico o la nutria y con especies tan interesantes como la musaraña campesina. Además, es miembro de la junta directiva de la Sociedad Española para la Conservación y el Estudio de los Mamíferos (SECEM).

Luis Eduardo Biedma es Doctor por la Universidad de Huelva en la especialidad de Biología de la Conservación. Su tesis doctoral versó sobre las musarañas de campo del Golfo de Cádiz.

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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

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