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Lorenzo Soria, de Califato ¾: “En Sevilla otra cosa no, pero frikis de la música hay un montón”

Lorenzo Soria y Sebastián Orellana.

Alejandro Luque

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Dios los cría y ellos se juntan: un músico acude a la piscina de una amiga, allí se encuentra con otros músicos, empiezan a tocar como quien juega, hasta que surge la magia y empiezan a sonar cosas interesantes. Unos meses después, graban uno de los más sorprendentes discos de la temporada. Parece un cuento, pero es lo que sucedió entre Lorenzo Soria, componente del grupo Califato ¾, y el chileno Sebastián Orellana, los mismos que acaban de sacar a la luz Caleuche, un álbum que bebe de los sonidos latinoamericanos como de la electrónica.

“En Califato somos cinco, todos colegas y productores, tenemos nuestros propios sellos y cada uno ha tenido sus proyectos en solitario”, comenta Soria. “Aunque Califato ha sido lo que más ha triunfado, seguimos haciendo cosillas aparte. Cuando conocí a Sebastián, estaba tocando con Pedro el de Guadalupe Plata y a uno de los componentes de Pelomono, nos caímos bien y empezó a surgir todo de la nada”.

El primer tema de esta inesperada alianza fue Tus ojitos moros con la voz de Pilar Angulo, compañera de Orellana. Se fueron sumando otros y “la cosa empezó a coger una pinta de disco increíble”, apunta Soria. Solo faltaba ponerle un título: Caleuche. “Yo no conocía la palabra, se refiere a una leyenda chilena de un barco fantasma, misterioso, que atrapa a la gente y la deja ahí eternamente, sin que estén del todo muertos ni vivos, como en la Maldición de la Perla Negra de Piratas del Caribe. Además es selectivo, nunca sabes a quién se va a llevar”.

Setas alucinógenas

Mientras que Orellana viene del mundo de los boleros y la música latina tradicional, Soria está fuertemente influenciado por la electrónica french touch y el techno, de modo que Caleuche solo puede ser un combinado de ritmos y gustos muy diversos, donde caben la psicodelia, electrónica y folklore junto a mucha cultura urbana, dub, techno, reggaeton, cumbia, flamenco… Cuando se le pregunta si posee algún aire de familia con Califato ¾, responde que “algo hay, pero en ningún momento nos planteamos que se pareciera o no. Podemos encontrar pinceladas, pero creo que sobre todo está la energía. Caleuche es un disco bastante ameno a pesar de ser psicodélico, se lo puedes poner a tu abuela y seguro que lo baila”.

Para este músico fogueado desde muy joven en raves clandestinas sevillanas, lo andaluz es un elemento tan mediterráneo como atlántico. “Yo creo que todo, lo latino y lo andaluz, viene de África. Lo que hacemos ahora es una mezcla de folk de allí con los sonidos electrónicos a los que estoy acostumbrado, pero no hemos buscado que sonara particularmente andaluz, más allá de haber metido unas palmas flamencas. Si sale lo andaluz, dijimos, que salga de manera natural. Que lo pida la canción. Bromeábamos mucho, por ejemplo, con la cumbia. Hemos metido muchos sonidos distintos, pero todo desde el cachondeo”.   

“Es un poco válvula de escape”, prosigue Lorenzo Soria. “No hay un mensaje profundo ni una intención. Es más bien un viaje de setas alucinógenas, una inmersión psicodélica. En cuanto a las letras, fueron saliendo desde el mismo momento de hacer las bases, la mayoría a cargo de Sebastián. Son más bien sensaciones, las moralejas van intrínsecas en mensajes claros, concisos, cortos, nada demasiado pensado”.

Entre las colaboraciones de Caleuche destacan, además de la citada Pilar Angulo, Martín Benavides, “otro chileno que es un prodigio de la música”, el trompetista Carlos Rodríguez, encargado de las secciones de vientos del álbum, o la rapera sevillana Tinatha, entre otros.

Ideas inagotables

Ahora, el propósito de los músicos es salir a defender en directo el repertorio de Caleuche, aunque por el momento no será fácil. Sebastián Orellana se encuentra en Chile visitando a su familia y no volverá hasta primavera, Lorenzo Soria no para de girar con Califato ¾. “Tenemos un par de conciertos por concretar, aún no sabemos cuándo podremos montarlo pero tenemos claro que, cuantos más bolos salgan, mejor. Hay ganas y estamos convencidos de que es una música que puede pegar muy fuerte en salas y festivales. Puede ser muy divertido”, dice el segundo.

Por su parte, Califato se dará una tregua de música en directo el año próximo para centrarse en la composición y grabación de su próximo trabajo discográfico, lo que puede servir para que Caleuche amplíe su horizonte. “Además, tengo con Sebastián dos o tres temas nuevos que me tienen loco”, adelanta Soria, quien no descarta que algún día puedan cruzar el océano con este material. “Sería increíble llevarlo a Chile, estamos deseando salir. Con Califato hace un par de años estuvimos a punto de ir a Colombia y al final no salió. Sería estupendo poder hacerlo en 2024, al menos por Europa”.

Lo que parece seguro es que la creatividad no tiene visos de agotarse, “incluso uno tiene a veces ganas de que las ideas se agoten para que vengan otras nuevas”, apunta Soria. “Yo creo que tiene mucho que ver con la ciudad en la que estamos. Sevilla otra cosa no, pero frikis de la música tiene un montón. Siempre nos alimentamos unos de otros, nos gustan cosas muy diferentes y las noches sevillanas dan para muchas horas de escuchar música. Además, hay mucha conexión entre colectivos locales, de modo que si la inspiración no viene de un sitio, viene de otro”.

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