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ENTREVISTA
Patica1999, el influencer granadino más rural: “De TikTok no se puede vivir”

José Ángel Peregria (Patica1999) se ha convertido en una estrella de TikTok

Álvaro López

14 de febrero de 2023 20:39 h

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El camino que lleva a casa de José Ángel Peregrina (Cacín, Granada, 1996) es tan sinuoso como el que lleva a la popularidad o el que han de recorrer quienes pretenden entender cómo funciona TikTok. Por su nombre de pila pocos le conocen, pero basta pronunciar dos expresiones que forman parte ya del acervo popular como “una Freeway siempre operativa” o “aceitunas del Pacífico” para saber que estamos ante Patica1999. Una suerte de icono rural cuya influencia no hace más que crecer siendo sencillamente natural.

Lo primero que conviene saber de Patica para los no iniciados es que se trata de un joven de Cacín, un pueblo de Granada situado en la comarca de Alhama, al que pocos turistas van a parar. No porque le falte belleza, ya que está enclavado en un valle semiabierto, sino porque el acceso por carretera oculta su existencia injustamente. Irónicamente, pese a estar en un paraje semiaislado, desde hace casi dos años es el centro de operaciones de Patica, una de las personas más conocidas en redes sociales de nuestro país. Desde la vivienda que comparte con sus padres, cada día publica un vídeo en TikTok de su vida en el que normalmente muestra qué come y cuánto come.

Empeñado en hacer gala de su naturalidad, Patica, Joselito o José Ángel, como indica en su DNI, nos recibe sin haber tenido apenas tiempo para comer porque es un hombre de palabra. Se había comprometido a que el encuentro con elDiario.es Andalucía se produjera y ni siquiera el hecho de tener que llevar a su madre al médico le iba a restar credibilidad a su compromiso. Así, con amabilidad y cercanía, este joven cacinero nos invita a charlar en el merendero del pueblo -cómo no-.

“Me llaman Patica no por mí, sino por mi padre, y tampoco soy de 1999, sino del 96”, asegura. La primera en la frente. Habrá que salir de esta con un chaval al que se le aprecia rápidamente resuelto, lo que evidencia que la imagen ruda y cariñosamente torpona que muestra en TikTok no es más que una pose. Más relajado, confiesa: “Mi padre tuvo un problema con la pierna y por eso me llaman el hijo del Patica. Lo de 1999 es porque ese año tuve un episodio personal que no me apetece contar, pero que fue importante”.

Mientras charlamos, su teléfono no para de sonar. “Recibo muchísimas notificaciones al día. Esta mañana he ido a trabajar y cuando he acabado tenía como unas 5.000”. No lo lleva mal, aunque en sus ojos se percibe cierto estrés. “Hago lo que me gusta y si me llegan a decir hace unos años que me iba a pasar esto, no me lo creería”. Cuando dice “esto”, se refiere a tener más de 1,2 millones de seguidores en TikTok y rozar los 100.000 en Instagram. Una cantidad enorme de público que se ha acercado a él por ser una persona normal y corriente.

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Su cercanía como secreto del éxito

Patica1999 cautiva a sus seguidores comiendo platos inverosímiles para cualquier mortal y él sabe que ahí reside gran parte de su éxito. Sus vídeos son hipnóticos. “Evidentemente no me lo como todo. Estaría loco si me comiese las tres pizzas que salen en algún vídeo. Hay días que dejo parte de la comida”. Lo que sí hace es sacar pecho de la gastronomía de su tierra y de los platos “de cuchara” -como él los define-. “En mi casa se come muy bien y mi padre no es de los que pida una carne con papas, sino que prefiere sus buenos pucheros”. Otra confesión: es tan amante de la mayonesa “al corte”, como él dice, que habitualmente la usa de condimento de patatas fritas de bolsa.

Su vida comenzó a cambiar el 15 de abril del 2021 cuando subió su primer vídeo a TikTok, cinco días antes del aniversario de la canción de los Celtas Cortos y un año después de pensar que sus videollamadas con una prima y una de sus amigas merecía la pena que se publicasen: “A veces nos acordamos de aquello y pensamos que en el confinamiento estuvimos a punto de subir alguno de esos vídeos”. No puede evitar sonreír con cierta nostalgia al caer en la cuenta de cuando no era una persona conocida. Ahora le paran en la calle. “El otro día iba paseando por Granada y varios coches me pitaron para saludarme”.

Aquella primera publicación fue comiendo un kebab, un manjar que no casa demasiado con la cocina tradicional de la que disfruta y comparte ante sus seguidores habitualmente. Pero lo que comenzó como un simple juego para entretenerse, ahora le ha granjeado una fama de la que se siente feliz. “Yo sigo siendo el mismo, aunque es verdad que hay mucha gente que se acerca que antes no lo haría. Al principio había quien se reía de mí, pero ahora soy yo el que sonríe viendo lo que he conseguido”.

El hombre tras Patica

Sonríe en gran medida porque José Ángel Peregrina no es Patica1999. Es un chico mucho más locuaz y despierto de lo que pudiese parecer en sus vídeos. Graduado en automoción, a sus 27 años ha trabajado de casi todo, y ahora está en paro. “Sello mi cartilla agrícola todos los meses y me cuesta todos los meses mis cien euros”. Una cantidad alta si se tiene en cuenta que Patica no factura demasiado por TikTok. De hecho, confiesa que de esa plataforma “no se puede vivir”. Con 1,2 millones de seguidores, apenas ingresa 200 euros al mes.

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Pero no es el dinero lo que le llena, sino mensajes como los que recibe a diario: “Siempre hay alguien que me dice que se siente solo o que su vida va mal y que gracias a mis vídeos se siente mejor. Solo por eso ya merece la pena seguir subiéndolos”. Sabe que tiene influencia y no quiere utilizarla para nada que no sea positivo. “Aunque estoy en paro, sigo buscándome trabajos de lo que me sale porque tampoco quiero que la gente piense que vivo del cuento porque no es así”.

Si echa la vista atrás, se siente muy afortunado por la vida que ha tenido hasta la fecha. “Fui un niño muy feliz. Aquí, en mi pueblo, acababa del colegio y hasta que llegaba la noche estábamos en la calle jugando”. Sus padres, ambos pensionistas por problemas de salud, son sus mejores consejeros y su ancla para evitar que la fama le confunda. “Ellos me piden que siga siendo yo y que tenga cuidado”. Su hermano mayor, que tiene cuatro años más, también está en el mismo barco, aunque no acaba de creerse todo lo que le está pasando a su Joselito.

Aunque muchas marcas están empezando a acercarse a él para hacerle propuestas, las que todo el mundo conoce nunca le han contactado. Ni Freeway ni las famosas “aceitunas del Pacífico”. “Están en cualquier supermercado. A veces voy a uno y las cajeras me piden fotos porque ya me conocen”. Se lo toma con humor y reconoce que vivir algo así no estaba en sus planes porque antes era una persona muy vergonzosa. Ahora, por el contrario, hasta liga mucho más y lo reconoce sonriendo.

¿Un futuro en televisión?

Si piensa en su futuro, tiene claro que todo pasa por cuidar de sus padres y que no les falte nada. “Yo no tengo problema en irme de aquí, pero siempre estaré pendiente de lo que ellos necesiten”. No en vano, dejó sus estudios pronto porque quiso ayudar económicamente en casa y no tiene problema en trabajar de sol a sol si su familia lo necesita. Una familia, por cierto, que aspira a tener en unos años. “Me encantaría tener mi mujer, un piso propio y una vida estable”.

De sueños modestos, asegura que youtubers de la talla de AuronPlay son seguidores suyos y suele hablar con ellos. Pero nada de eso le nubla. “Si puedo seguir haciendo esto, seguiré. Mi sueño es hacer televisión algún día, pero si no ocurre o yo me canso antes, lo dejaré sin mayor problema”. Si el siguiente paso tiene lugar, lo decidirá el destino. De momento, es feliz con lo que hace, sobre todo porque la mayor parte de sus seguidores le tratan bien y le respetan. No tiene 'haters' -gente que le odia-. “Ha llegado a venir gente desde Málaga a verme expresamente y eso es bonito”.

Con prisa para evitar que la madre de Patica tenga que seguir esperando para que su hijo le pueda llevar al médico, cerramos la conversación con un José Ángel que tiene los pies la tierra y un entorno que se mantiene a su lado. “Somos pobres. Venimos de lo chico. Nunca me voy a volver una persona creída porque no soy así y no tendría sentido serlo”. Sonriente, hace un par de confesiones más que no se pueden recoger en esta entrevista pero dan cuenta de que su talla humana es tan grande como la envergadura de su cuerpo. Un tiarrón, como dirían en el norte, que se ha ganado el cariño comiéndose la vida y la fama a mordiscos.

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