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La Cofradía de Mena pide a Casado, Rivera y Abascal que no acudan al traslado del Cristo de la Buena Muerte en campaña

María Dolores de Cospedal, en el traslado del Cristo de la Buena Muerte, en 2018

Néstor Cenizo

La Cofradía de la Buena Muerte, que cada Jueves Santo organiza el traslado legionario del Cristo de la Buena Muerte, ha pedido a Albert Rivera, Pablo Casado y Santiago Abascal que no asistan al acto, tal y como tenían previsto y anunciado los tres líderes de la derecha. La petición se ha formulado en una carta dirigida a cada uno de ellos en las que se les pide que cancelen su presencia porque la cercanía de las elecciones podría convertir la procesión en un acto preelectoral.

“Es un acto de la cofradía para sus congregantes, no para nadie. Los políticos que quieran pueden venir, y están en su casa, pero no en elecciones”, señala Ramón Gómez, teniente del Hermano Mayor, que pide que se “respete el acto religioso, y el protagonismo del Cristo y los legionarios”.

La decisión, adelantada por Sur, de pedir a los tres líderes de la derecha que cancelen su presencia en el traslado del Cristo de la Buena Muerte la adoptaron el miércoles por la tarde la Junta de Gobierno de la Congregación de Mena y el consejo extraordinario, un órgano asesor que integran cofrades representativos y exhermanos mayores. Ramón Gómez explica a eldiario.es/Andalucía que la presencia de Rivera, Casado y Abascal en campaña electoral cuestionaba el sentido religioso del acto: “Esto iba a perder el sentido religioso, que es el que tenemos que darle al Traslado del Santísimo Cristo de la Buena Muerte. El protagonismo es del Cristo y los Legionarios, una dualidad que no se puede separar: Legión y Cristo”.

“Una foto que le quite protagonismo al Cristo”

“No podemos permitir que esto sea un escaparate de la política”, añade el segundo del Hermano Mayor. El riesgo era, dice, que el acto pareciese “una rueda de prensa delante de nuestros Titulares”, o se resumiese en “una foto que le quite protagonismo al Cristo”. La probable politización del acto religioso puso en guardia a los responsables de la cofradía. “Aquí no se le pide el carné a nadie, solo que estén bautizados. No tenemos que hablar de política, venimos con una fe y unas creencias”, señala Gómez.

La decisión se adoptó por unanimidad, y la reunión terminó con un aplauso. El jueves Antonio de la Morena, el Hermano Mayor, comunicó por teléfono a los gabinetes de Rivera, Casado y Abascal la petición de que no vinieran al acto, antes de enviarles la carta. Margarita Robles, ministra de Defensa, ya les había comunicado que no iría porque el acto tiene lugar en plena campaña electoral, según el teniente del Hermano Mayor.

“Hay quien lo ha entendido mejor y quien lo ha entendido peor”, señala Gómez, que no revela qué partido político fue más reticente, e insiste: “Lo difícil es tomar una decisión de este orden, sin querer dañar a nadie y sin que existan malinterpretaciones”.

Cuatro ministros el año pasado

La congregación de Mena tiene 3.300 congregantes, y el traslado por parte de la Legión del Cristo de la Buena Muerte, una talla de Francisco Palma Burgos, se ha convertido en los últimos años en uno de los actos más populares de la Semana Santa, que reúne sistemáticamente a políticos y altos cargos. El año pasado, cuatro ministros (María Dolores de Cospedal, Iñigo Méndez de Vigo, Rafael Catalá y Juan Ignacio Zoido) estuvieron a las puertas de la Iglesia de Santo Domingo, donde los legionarios entonan El Novio de la Muerte.

Este año, en primera fila estarán únicamente las autoridades: el alcalde de Málaga, el presidente de la Junta de Andalucía, el presidente de la Diputación de Málaga y la subdelegada del gobierno. El resto de plazas en primera fila las ocuparán miembros de la congregación, y el resto de políticos estarán en segunda o tercera fila.

La anunciada presencia de los tres líderes de la derecha había provocado también una multiplicación de las solicitudes de acreditación, que terminó por alarmar a los responsables de la cofradía. “Esto es un globo con una cuerda y hemos ido soltando cuerda y nos quedaba un trocito muy pequeñito, que o pegábamos un puñetazo en la mesa o el globo se nos iba”, señala Ramón Gómez, que zanja: “Se nos podía estar yendo de las manos. Si algún año había que ponerse un poco serio era este”.

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