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‘Cómo bailan los caballos andaluces’ por dentro: los entresijos de un espectáculo meticuloso

Parte del espectáculo de 'Cómo bailan los caballos andaluces'

Javier Domínguez Reguero

Jerez de la Frontera —
9 de agosto de 2020 21:30 h

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La conservación y la difusión del arte ecuestre goza desde 1973 de una portavocía en Jerez de la Frontera (Cádiz). La Fundación Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre (FREAAE), creada por Álvaro Domecq, tiene como carta de presentación el espectáculo ‘Cómo bailan los caballos andaluces’, pero 90 minutos no son suficientes para exponer toda su historia, su idiosincrasia y sus actividades. 

El fundador ideó este ballet ecuestre con música española y un vestuario a la usanza del siglo XVIII. El evento, que cuenta con diversas coreografías de doma clásica y vaquera, es un engranaje que “funciona a la perfección” y en el que se orquestan las distintas secciones de la fundación: la escuela de equitación, la clínica equina, los caballerizos, los enganches, la guarnicionería, la comunicación, etc. “Supone la guinda al trabajo de todos los días”, recalca el director gerente Jorge Ramos. “Se habla mucho del espectáculo, pero se conoce poco de los entresijos de cómo se prepara”, dice Pepa Rodríguez, jefa del departamento de Comunicación, Relaciones Públicas y Protocolo.

La orden

“Déjame esto pare (sic)”. “A ver qué pone”. “¿Hay o no hay descanso?” En la jornada del espectáculo se imprime un papel necesario para el funcionamiento eficaz del mismo. Es la orden, una especie de guión que recoge los caballos y los jinetes participantes así como los números incluidos.

El jinete Rafael Soto es el encargado de hacer la orden en base a unos criterios técnicos y estéticos. Se coordina con los responsables de sección, toma nota y da forma a “la Biblia del espectáculo”. Tanta es la solemnidad dada al documento que viene firmado por el director del área de Exhibiciones, el del Departamento de Hípica, el propio Soto, y por el Mayoral Encargado.

“La orden debe ser equilibrada y atractiva. Que no se repita”, dice el medalla de plata en la modalidad de doma clásica en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Para ello Soto alterna caballos y jinetes y da la oportunidad a los alumnos para que vayan acostumbrando a “los nervios del directo”. Pero su trabajo no queda ahí. También evalúa las funciones para mejorarlas y está al tanto de lo que ocurre en la escuela. Su responsabilidad casa con su experiencia. “(Es) La Espasa del caballo”, dice Rodríguez.

El “maqueado”

El caballerizo Antonio González, más conocido como Chiqui, llega bien temprano a la sede de la fundación en la avenida Duque de Abrantes del municipio jerezano. Y se va directo a limpiar los caballos y sus camas. Tras un par de horas comienza con todos los preparativos: “Monturas, bocados, mosqueros, trenzados de las crines cuando es necesario… Se maquea todo para el espectáculo”, dice Chiqui.

Este mozo de cuadra reconoce que el trajín puede ser “estresante”, pero sus 25 años de experiencia le ayudan a lidiar con la presión. Sin embargo, no puede confiarse. “Todo está milimetrado”.

“Espérate un momentito”, le suelta Federico Rodríguez a un jinete que lleva la chaqueta mal ajustada. Hoy toca el traje de trabajo: chaqueta larga con rayas, chaleco, calzonas con machos, polainas y sombrero calañé. Los jinetes tienen que estar bien uniformados y Rodríguez lleva desde 1992 encargándose de esta labor. Una vez recibida la orden, el responsable de vestuario tiene unas 4 horas para tener todo listo: trajes, botas, espuelas, zahones, sombreros… Con la función en marcha tampoco para. “Hay cambios de vestuario, hay que limpiar las botas o alguna mancha, coser un botón que se ha soltado…” dice.

Entre los jardines de la FREAAE Florencio Ruiz tiene su rinconcito de trabajo. Este maestro realiza y repara a mano diferentes artículos de guarnicionería para equitación y enganches. En los días de espectáculo siempre está pendiente por si hubiera que solucionar cualquier arreglo de última hora. Mientras tanto, intenta mantener la concentración en un oficio preciso y que requiere de mucha paciencia. José Antonio Guillén, uno de sus aprendices, está liado con una montura. Desde chico lleva arreglando “chismes” y su intención es conservar el legado de esta actividad. “Siempre es bueno que las tradiciones no se pierdan porque es el trabajo de muchos”, dice Ruiz por cuyo taller han pasado guarnicioneros como Regina Campos o Abraham Zambrana.

Condición física

El caballo de pura raza español es esencialmente rústico, sobrio y resistente. De apreciadas elevaciones y extensiones acepta cualquier tipo de doma. Sus cuidados son “24/7” y ni el confinamiento ha parado la rutina del equipo de veterinarios liderado por Luis Feijoo.

El jefe de la clínica veterinaria de la FREAAE está en constante comunicación con el equipo técnico para, utilizando el símil futbolístico, “poner a los que mejor están”. Las reglas del bienestar animal son prioritarias por lo que la orden puede sufrir modificaciones. “Esta misma mañana hemos tenido que retirar a un caballo”, apunta Feijoo. La cojera suele ser el motivo principal para la sustitución, pero a una media de 35 revisiones médicas diarias es difícil que a los servicios clínicos se les escape algún problema. Aunque “son seres vivos y están expuestos a cualquier incidencia”. De producirse, los caballerizos pueden preparar un nuevo ejemplar en apenas 10 minutos.

Los caballos siguen un proceso de formación y entreno estricto para llegar a las funciones. Para velar por su seguridad y sacar un mayor rendimiento, el picadero cubierto que acoge el evento debe mantenerse impecable: “húmedo y blando para que no levante polvo y para que el caballo amortigüe sin hacerse daño”, dice Ángel Sánchez, encargado de este trabajo. Hasta 3 veces se repasa una superficie de arena de sílice con fibra geotextil con una profundidad de 2cms que absorbe el impacto de las pisadas de los caballos.

Toda una vida

“El tiempo de preparación de un jinete es toda la vida y a veces te falta vida”, resume Rafael Soto. A sus 62 años y tras 3 participaciones olímpicas sigue aprendiendo a diario y en cada pase siente el compromiso por el buen hacer. “Me juego el prestigio”. Y no sólo el suyo sino el de toda escuela.

Soto ha formado a jinetes “de todo el mundo” y siempre parte del mismo consejo: “Hay que querer al caballo”. Después “hay que ser trabajador, tener paciencia y talento”, aunque esto, reconoce, se puede compensar con disciplina. Mucha disciplina. Álvaro Domecq resalta la responsabilidad que supone participar en el espectáculo: “Esto no es venir y montar al caballo. Hay que hacerlo con alegría, fuerza y una buena dirección hípica”.

El colofón

Una vez Soto termina la orden comienza la cuenta atrás. Toda la FREAAE se conjuga para exhibir “el reflejo de la cultura ecuestre española”, según Jorge Ramos. “Es una vinculación a nuestra tierra a través del flamenco, la artesanía, los enganches, las festividades…”.

El director gerente de la fundación apunta a que “para disfrutar del evento no hay que ser un entendido en el mundo del caballo. Cualquiera con una mínima sensibilidad se emociona ante la belleza de los ejemplares, la estampa formada por el jinete y el caballo y su combinación con la música y la iluminación”.

En estos casi 50 años, ‘Cómo Bailan los Caballos Andaluces’ se ha consolidado como una cita mundial. “Hemos dado a conocer el caballo español, una raza con fuerza, inteligencia y arte. Es único. Como para un rey en los días de triunfo”, dice Domecq parafraseando al maestro de la equitación Francois Robinchon de la Gueriniere.

Desde la reapertura al público a principios de julio la FREAAE ha impuesto un protocolo covid-19 de seguridad. Las visitas a las instalaciones se realizan de lunes a jueves de 10 a 14 horas. Como novedad se ha incluido un número de la función. “Es una pincelada para los que no pueden asistir los jueves”, dice una de las guías, Mercedes Sambruno. En estos tiempos de coronavirus el espectáculo únicamente se realiza estos días a las 12 horas y sólo hay 416 entradas disponibles.

Pepa Rodríguez recibe una llamada desde la taquilla. “Hemos vuelto ha vender todo”. Quedan apenas minutos para que se apaguen las luces. Sonará entonces por los altavoces: “Señoras y señores, sean bienvenidos. La Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre le place presentar el espectáculo ‘Cómo bailan los caballos andaluces’”.

 

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