“Déjate de postalicas y haz fotos con sello personal”: El lema de Ángel J. Torres, autor del mayor legado fotográfico del último siglo en Teruel
“Déjate de postalicas y haz fotos con sello personal, que vayan más allá, que transgredan y llévate algo diferente. Primero conoce las reglas y luego rómpelas”, es la idea y la frase que el profesional de la imagen, Ángel J. Torres, transmitía a aquellos a quienes les enseñaba fotografía, tal y como relata su hija, Sara Torres, también apasionada por este arte. Ella misma, junto al fotógrafo y diseñador profesional Patxi Díaz, ha trabajado para sacar a la luz hace escasas semanas el libro ‘Ángel J. Torres. Maestro Fotógrafo’ editado por el Instituto de Estudios Turolenses (IET). Una obra que llega tras casi un año de trabajo para “conmemorar el décimo aniversario” del fallecimiento del artista y que recoge cerca de 200 fotografías. En todas ellas, como explica Sara Torres, se refleja el amor de su padre por “el arte de fotografiar” y esa “gran destreza” para captar el momento exacto y mostrar el mensaje que él quería.
Desde bien pequeño el artista gráfico ya mostraba devoción por la fotografía, como describe Sara Torres, nació en 1944 y a principios de los 50 pasaba ratos en los escaparates de los establecimientos turolenses viendo las cámaras. “En aquel momento ayudaba a mis abuelos para poder comprarse lo que quería y se empeñó en comprar una cámara y no cesó hasta que lo consiguió”, añade. A partir de ahí no hay un recuerdo de Ángel J. Torres que no sea “con una cámara debajo del brazo” y eso es lo que hizo que creara uno de los mayores archivos de imágenes del Teruel de las pasadas décadas.
Todo lo que aprendió de fotografía fue “de manera autodidacta” gracias a visualizar incontables obras o imágenes. Para Sara Torres, la constancia, pasión y disciplina eran los pilares de vida del fotógrafo y junto a esa idea que tenía de que “podía aprender de cualquiera” es lo que le hizo “llegar a ser referente”. El título del libro no es casualidad porque ha sido “maestro de profesión” y ha recorrido numerosas escuelas en pueblos y en la ciudad de Teruel, pero siempre sacaba un hueco para disparar instantáneas. “Todo aquello que se proponía aprender lo conseguía. Así que de igual manera lo hizo con la fotografía porque se empapó las reglas y llegó a dominarlas tanto que las rompía como quería”, reconoce la creadora del libro.
En los últimos años se dedicó de lleno a este arte gráfico y “destinaba todas sus horas” a hacer fotos para pegarse al ordenador a editar y publicar en su perfil de Flickr, entre otras plataformas. Dentro de su rutina también estaban marcados, según detalla Sara Torres, “dos largos paseos” en los que aprovechaba para captar momentos que para muchos pasan desapercibidos.
Un estilo propio
Si algo caracteriza a esas instantáneas de Ángel J. Torres, que se encuentran en digital o papel, es que “de pequeños y cotidianos momentos saca grandes obras”, expresa Sara de manera contundente. Escenas cotidianas como el reencuentro de dos personas en la plaza del Torico o un señor vendiendo periódicos se convertían en una composición “única” gracias al juego de las luces, sombras o líneas que percibía a través de su mirada. Algo similar ocurría con esos retratos “frontales y duros” en los que lograba una complicidad “que pocos sabían”.
Muchas de esas imágenes se pueden ver en el libro que han confeccionado porque con el paso de las páginas “se ve una marca más costumbrista”. “Su obra es muy variada porque abarca todos los tipos de fotografía. Siempre está muy presente el elemento humano que le da ese punto de vida a las imágenes y se puede ver esto en el libro”, señala Sara Torres.
Un “90% de las imágenes” que aparecen reflejadas en `Ángel J. Torres. Maestro Fotógrafo´ las realizó en los últimos años, según cuenta la creadora. Muchas de ellas son en color, otras con tonos sepia, teñidas con colores fríos o en blanco y negro. Este último efecto iba mucho “más allá de la época” y para Sara Torres, su padre recurría al blanco y negro como inspiración de todos aquellos “grandes fotógrafos clásicos” que tanto había estudiado. Eso no es todo y apunta una segunda razón porque el uso de esos dos únicos colores hace que “la mirada no se despiste” y sea más fácil lanzar “el mensaje”.
Con todo ello, el artista ha hecho que al mirar una imagen de una zona de Teruel se pueda pensar que “es un lugar completamente diferente”. Gracias a esa manera característica de mirar y editar ha sido capaz de “sacar un Teruel que pareciese la auténtica Venecia”. “Cuando se ven fotos de las calles del centro histórico dices dónde se ha ido este hombre. Le da una perspectiva y lo combina con las luces para iluminar algo de una manera determinada que engrandece las paredes y eso solo se hace jugando y controlando todas las técnicas”, reconoce Sara Torres. Gran parte de las piezas recogidas en el libro se basan en Teruel, ciudad que le vio crecer, “llevó por bandera” y que siempre ha tratado de fotografiar “con mimo” para representar todas sus costumbres.
De miles a pocas más de 200
Patxi Díaz se ha encargado de la maquetación y Sara Torres de la selección del material para construir el libro conmemorativo, un ejemplo de trabajo en equipo. En un principio Sara se ha encontrado con “miles y miles” de fotos, pero tras un primer descarte y empezar a darle forma al libro ha descubierto que su padre en el perfil de Flickr “les había facilitado el trabajo”. “Vimos que en su día ya hizo capítulos dentro de esta plataforma y decidimos respetar al máximo posible aquello que él quiso mostrar ya en su día. Lo tedioso ha sido la selección porque todas son dignas de estar en la obra y ha sido costoso de horas y decisiones”, aclara Sara Torres.
Así, en el libro se diferencian 11 capítulos: Año de Nieves, Calles de Teruel, Luz de Interior, Miradas, Paisaje, Paisaje Humano, Pueblos, Reportaje, Retrato, Teruel en Blanco y Negro y Vaquilla del Ángel. Ese espacio dedicado al reportaje social es el más extenso porque al final es lo que “define, diferencia y remarca” la firma de Ángel J. Torres.
El proceso de selección no ha sido fácil para Sara por el componente emocional, ya que reconoce que cada mañana antes de ir al trabajo se sentaba en la silla del despacho y sentía que su padre estaba con ella para comentar como siempre antes habían hecho. Durante ese tiempo miraba las imágenes y recordaba distintas historias que le hacían llorar, reír o reflexionar y que se mezclaban con aquellos momentos de su niñez en los que, por ejemplo, ayudaba a su padre a revelar de manera química en el baño con la luz roja.
La primera semana de publicación del libro alcanzó el número uno en ventas en Aragón de obras de no ficción, algo que ni Sara Torres ni el resto del equipo involucrado se esperaba. Ahora, se plantean hacer una “exposición itinerante” que combine los dos mundos de Ángel J. Torres como son la educación y la fotografía. Esto podría hacerse posible a través de una guía didáctica que “acercarse” la fotografía a los escolares.
Aquello que ha cambiado en el sector de la imagen desde que el maestro fotógrafo comenzó es que “ahora todo el mundo tiene acceso a la fotografía”, mientras que antes “era inaccesible” para muchos. Él mismo se chocó con el cambio de lo analógico a lo digital y como explica Sara Torres al principio le costó dar el salto, pero cuando vio que las cámaras digitales ofrecían ya una buena calidad se cambió sin dudarlo. “Logró muy fácilmente controlar la edición en ordenador y se abrió perfil en Flickr y Facebook, nos pegaba vuelta y media a los más jóvenes”, menciona Sara Torres.
Esta es la historia de Ángel J. Torres o el hombre que marcó un antes y después en la fotografía turolense tras crear con seis amigos la Sociedad Fotográfica Turolense y el reconocido Festival Internacional de Teruel Punto Photo. Ahora parte de su archivo se encuentra en ese libro y como concluye Sara Torres es un legado para cualquier ciudadano de Teruel porque se ven cosas que ya no están en la ciudad, pero tampoco olvida que es una obra dedicada a cualquier amante de la fotografía.
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