El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
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Como ustedes parece que apoyan estas negociaciones y lo defienden allí (aunque en varios parlamentos autonómicos el PSOE ha hecho gestos teatrales en contra) me gustaría saber que tiene tan maravilloso y, a la vez, que precise de tal secreto. Como supongo que no se trata de un regalo sorpresa para los ciudadanos, no serán ustedes tan románticos, no veo el inconveniente a que hagan una buena campaña a su favor y nos enteremos de una vez de que estamos hablando.
Para que nos hagamos una idea, este sería el resumen de lo que sabemos hasta la fecha del misterio político más importante del panorama actual:
Desde hace más de tres años Estados Unidos y Europa se encuentran negociando el tratado de libre comercio más importante de la historia, el TTIP. Hasta aquí todo normal en un mundo donde la economía es global y las interrelaciones entre los países pueden ser fuente de colaboración, desarrollo económico y prosperidad. No seremos nosotros quienes defendamos un modelo de autarquía estilo posguerra, pero hay algo en este tratado que empieza a chirriar a cada vez más gente en toda Europa y, por irónico que resulte, no es algo que podamos discutir ya que lo que hace saltar las alarmas de los que aún creemos en la democracia es precisamente el desconocimiento general sobre este tratado porque el TTIP está siendo negociado en el más absoluto de los secretos. Si bien Europa ya se deshizo hace mucho tiempo de aranceles, el nuevo libre comercio que está por llegar con este tratado parece estar centrado en la liberalización y la normativa reguladora. Simplificar la normativa reguladora, en el sentido más burocrático de ésta, es algo positivo a todas luces para todos los implicados, sin embargo, hay otros aspectos de esta simplificación o unificación que nos cuesta entender como positivos, sobre todo tras conocerlos un poco mejor después de las filtraciones de la semana pasada. Filtraciones que, hay que subrayar, han supuesto un inmediato rechazo por parte del presidente francés, François Hollande, que no permitirá ese tratado en su país.
Pero volvamos al tema, que me voy por las ramas, quizás ustedes, representantes electos de los tres grandes grupos políticos españoles que no rechazan este acuerdo, quieran explicar los puntos más problemáticos del TTIP: la alimentación (transgénicos, tratamientos a la carne de consumo humano, sustancias prohibidas en la UE, la posible desaparición de las denominaciones de origen…), la imposición de tribunales privados que permitan a las multinacionales mayores derechos a costa de la soberanía de los estados, el recorte de derechos laborales y sueldos de los trabajadores para adaptarse a las economías del Pacífico, el recorte de derechos de los consumidores, peligros medioambientales y contra los servicios públicos...
O quizás puedan contarnos cómo se desgañitan a defender las diputaciones como sostenedores del medio rural y sin embargo apoyan un tratado que produce pesadillas entre las asociaciones de agricultores. Y es que, por lo que se va colando entre filtraciones, el TTIP dibuja un panorama desolador para el medio rural en el que me encuentro. Para los agricultores aragoneses, y europeos en general, la apertura del mercado a alimentos “estilo americano” (y no hablo de fast food, si no de los tratamientos a los que se someten) supone una competencia desleal y una invitación a tirar por tierra nuestros estándares de calidad. Afectando más concretamente a las denominaciones de origen, un mecanismo que se creó tanto para garantizar la calidad de los productos, evitando pirateos, como para llevar a cabo un marketing que favoreciera lo artesanal y local fomentando las economías regionales. Parece que con la entrada del TTIP se generalizaría esa práctica de los pirateos y los mercados se inundarían con imitaciones baratas y de peor calidad de vinos “Cariñena”, melocotones de “Calanda”, jamón de “Teruel” y un largo y tristísimo etc.
Por supuesto, como ya he dicho en el encabezado, es muy poco lo que he podido ir averiguando de este tratado, por lo que estaría encantada de que me saquen de mi error.
Espero con impaciencia su respuesta, un afectuoso saludo.