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Ciudadanos entra en modo incógnita en Zaragoza a la espera de la nueva línea estatal

Reunión entre Jorge Azcón (PP) y Sara Fernández (Ciudadanos)

Eduardo Bayona

Zaragoza —

“A día de hoy no hay nadie que pueda tomar una decisión estratégica” en Ciudadanos, insisten en el partido naranja, que ha entrado en un compás de espera en las instituciones en las que gobierna, en todos los casos como socio minoritario del PP y en unos pactos supervisados por la ultraderecha de Vox, a la espera de que la nueva dirección nacional marque las nuevas líneas o ratifique las aplicadas en los últimos meses.

En cualquier caso, el periodo de interinidad de Ciudadanos se espera largo, con la previsión de formar en esta segunda quincena de noviembre una junta gestora que conduzca al partido hasta el congreso del que, previsiblemente en marzo, salga la nueva dirección.

Esa interinidad, no obstante, no cuestiona el mantenimiento de los pactos cerrados la pasada primavera, como el que dio lugar al trifachito (por analogía con la fórmula andaluza) de Zaragoza. “Tenemos un acuerdo de gobierno que ahora mismo no cuestiona nadie”, señalan las fuentes consultadas en Ciudadanos.

Otra cosa es lo que pueda pasar a partir de la próxima primavera con una formación que ha quedado al borde del achicharramiento como consecuencia de la errática política de acuerdos y desacuerdos hacia la izquierda desplegada por su ya expresidente Albert Rivera en los últimos meses, y, hacia la derecha, con los contradictorios mensajes de ‘sorpasso’ y rendición en el caso del PP y de centrismo nominal y sintonía práctica con Vox, unas combinaciones que han acabado por despistar, o hartar, a lo que parecía ser su electorado natural.

De tocar techo a perder tres de cada cinco votos

En seis meses y medio, del 28 de abril al 10 de noviembre, C’s pasó en Zaragoza de alcanzar su mejor resultado a perder más de la mitad de los votos: 84.272 papeletas para el Congreso en la primera cita electoral del año para caer apenas un mes después a 59.677 en las municipales y desplomare a 34.949 en la repetición (https://elecciones.eldiario.es/congreso/noviembre-2019/aragon/zaragoza/zaragoza ) de las generales. Tres de cada cinco votantes habían dejado de escoger la opción naranja, un balance demoledor para cualquier formación política.

Ese desplome del voto llegó después de que Madrid impusiera a sus candidaturas los acuerdos con el PP en las tres capitales aragonesas, tutelados por Vox en todos los casos y que únicamente zozobraron en Huesca tras el polémico voto en blanco que frustró la investidura de Ana Alós (PP) y revalidó a Luis Felipe (PSOE) en la alcaldía, con la fracasada moción de censura de finales de junio como epílogo y, también, como prueba del nueve de la falta de sintonía entre naranjas y azules.

Ciudadanos sumaba en Zaragoza una mayoría absoluta de 16 concejales con los diez del PSOE que encabeza Pilar Alegría, a cuya investidura en principio no habrían mostrado oposición ni ZeC (Zaragoza en Común) ni Podemos-Equo. 

Era, junto con una improbable ‘grosse koalition’ PSOE-PP, la única suma de dos partidos que alumbraba un gobierno estable, pero la dirección estatal optó por un ejecutivo en minoría con el PP con catorce ediles dependientes de los dos de la ultraderecha para superar a los quince de la izquierda. Y no coincidía, precisamente, con el afán de estabilidad que venía predicando Rivera.

Esperando a Madrid

El eurodiputado de C’s Javier Nart confirmaba esta semana, en una entrevista en RNE recogida por Diario del Altoaragón, la generosidad de la oferta socialista a Fernández en Zaragoza: incluía cosas “extraordinarias”, dijo, como “la mitad de la alcaldía”, pero “lo pasé al partido y prefirieron la alcaldía de Huesca que tampoco consiguieron. Glorioso”.

La interinidad de Ciudadanos mantiene, al menos por ahora, la estabilidad del trifachito zaragozano, tal y como sugería esta semana el propio Azcón. “Tampoco van a cambiar las cosas en Huesca ni en Teruel”, anotaban fuentes de Ciudadanos, partidarias de observar el proceso orgánico de renovación “con calma y esperar” a que este finalice.

“Cualquier cambio deberá venir marcado por la nueva dirección y por el nuevo presidente” del partido, señalaron fuentes de la formación, a expensas de que la junta gestora pueda “marcar otra línea política” pese a su interinidad.

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