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Unas elecciones municipales que acabaron con la monarquía en España

El 12 de abril se produjeron elecciones municipales.

Fernando G. Mongay

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El día 18 de abril de 1931, Josep Pla publicaba una crónica desde Madrid en ‘La Veu de Catalunya’: “A las tres de la tarde del día 14 se izó en Madrid la primera bandera republicana que tremoló sobre el Palacio de Comunicaciones”. Dos días antes se habían celebrado unas elecciones municipales que se convirtieron en un plebiscito para elegir entre monarquía y república. El día 13 de abril el Consejo de Ministros, con la presencia de Alfonso XIII, decidió facilitar la transición de un régimen a otro sin que se produjera ningún incidente.. ¿Cómo unas elecciones municipales pudieron hacer que Alfonso XIII saliera de España de un día para otro? El historiador Carmelo Romero lo explica en “Las elecciones que acabaron con la monarquía”, un libro que ha publicado recientemente la editorial Catarata.

Carmelo Romero Salvador (Pozalmuro, Soria, 1950), profesor de Historia jubilado de la Universidad de Zaragoza, escribe claro y ameno, sobre unas elecciones municipales que se convirtieron en un acontecimiento histórico de primer orden. Como explica el politólogo Pablo Simón en el prólogo del libro, “el autor desgrana el contexto de aquella elección con una precisión cartesiana, incluyendo su progresivo carácter de plebiscito por parte de la opinión publicada y desmontando, de paso, muchos de los bulos que ahondan en la ilegitimidad del resultado”.

¿Qué le llevó a interesarse por las elecciones de 1931?

Fue como una vuelta a mis orígenes intelectuales porque en 1973 hice la tesina sobre las elecciones en la provincia de Soria en 1931. Me interesó que, a las 48 horas de celebrarse las elecciones, un rey que llevaba 29 años en el trono, de una dinastía de casi tres siglos, tuvo que marcharse de España. Por otra parte, tanto en el mundo de la enseñanza como en la opinión pública predominaba la impresión de que fueron unas elecciones sin especial contenido político que habían ganado los monárquicos. Pero es un contrasentido porque a raíz de los resultados, Alfonso XIII renunció al trono y salió precipitadamente de España, como si los reeyes estuvieran deseosos de dejar los tronos. Además, se daba el hecho de que era una excepción en el mundo que se produjera un cambio de régimen sin recurrir a las armas. Mi pretensión, por último, era contribuir a acabar con un absurdo historiográfico que se generó con el informe que encargó el primer gobierno de Franco para deslegitimar el origen de la República. El informe argüía que no fueron unas elecciones plebiscitarias y que las habían ganado los monárquicos, no los republicanos.

¿Cómo se convierten unas elecciones municipales en un plebiscito?

Tras años sin que se celebraran elecciones hicieron que unas elecciones municipales adquirieran gran contenido político. El carácter plebiscitario lo impulsan los monárquicos porque pensaron que era mucho más fácil que se mantuviera la monarquía y que las elecciones no serían decisivas. El 5 de abril, en la presentación de candidatos, ganaron por mucho los monárquicos, en una proporción de 1 a 8. Pero comparativamente con lo que habían sido las elecciones anteriores de 1923, el resultado es mucho menor. Se dan cuenta de la necesidad de movilizar a los votantes diciendo que lo que se juegan no es el ayuntamiento sino elegir entre monarquía o república. De esa forma, impulsan más el reto plebiscitario pensando que sus resultados serían mejores. Lo que no esperaban era la catástrofe. 

Tras un consejo de ministros donde participa Alfonso XIII, el rey firma un manifiesto “Al País” donde reconoce que “Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo”. También decía que quería evitar una guerra civil.

El Rey intenta varias alternativas, incluida la de la fuerza, pero no cuenta con el apoyo del Ejército ni de la Guardia Civil por la larga crisis de la monarquía que corroboran los resultados de las elecciones. No tenía ninguna posibilidad para iniciar una guerra civil. El conde de Romanones preguntó al general Sanjurjo, que era director general de la Guardia Civil, por el estado de ánimo de la Benemérita: “Hasta ayer, sábado, por la tarde respondía de ella absolutamente; después de estas elecciones...”. El general no terminó la frase y se encogió de hombros. Estaba tan deteriorada la monarquía que algunos partidarios acabaron apoyando a los republicanos. 

Para deslegitimar a la República, hay quien esgrime que las elecciones del 12 de abril de 1931 las ganaron los partidos monárquicos porque obtuvieron un mayor número de concejales.

En el último gobierno de Alfonso XIII hay cuatro expresidentes de Gobierno como ministros y nombres de auténticos expertos en caciquismo como Romanones, de la Cierva, el marqués de Alhucemas, etcétera. No son unos mindundis. Cuando les llegan los resultados ven que no es que ganara la conjunción republicano-socialista, es que barrieron en 42 capitales de provincia. Hasta un periódico como ‘La Correspondencia Militar’, que había apoyado la dictadura militar, dijo que no se trataba de hacer cubileteos de cifras, que es lo que ha hecho el revisionismo y algunos historiadores. Lo que explica la proclamación de la Segunda República no es que ganen las elecciones sino la contundencia de los resultados. La opinión pública se había decantado por la República.

En el libro explica que ha consultado más de cien periódicos de distintas provincias españolas. ¿Qué papel jugó la prensa en la llegada de la República?

Los periódicos fueron fundamentales. En cada capital de provincia, por pequeña que fuera, había cuatro o cinco diarios. Informaron mucho en los días previos. Y todavía más cuando se producen los resultados. Los medios monárquicos, que son mayoría, pretendieron animar a los votantes porque pensaban que estaban desmovilizados. En general fueron muy honestos los días siguientes a la jornada electoral. Primero fue como un mazazo, pero lo reconocieron enseguida. No lo deseaban, pero acataron la opinión nacional. 

Se atribuye a Mark Twain la frase de que  “la historia nunca se repite, pero muchas veces rima”. ¿Podría darse el cambio de una monarquía a una república ahora en España?

Es un tema que siempre se puede plantear. No ayuda que haya republicanos que se declaren juancarlistas o ahora felipistas… Pero se puede dar un cambio en la opinión pública y en los políticos, como le sucedió a Alcalá Zamora, que fue ministro con Alfonso XIII y luego presidente de la República. La república no solo llegará por la izquierda. Y llegará cuando sea. Nadie imaginaba en 1931 que España dejara de ser una monarquía y pasara a ser una república por unas elecciones municipales. 

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