El 15,5 % de las aragonesas ha padecido violencia sexual y el 40 % de los hombres cree que la violencia contra la mujer no existe
El 15,5% de las aragonesas ha sufrido violencia sexual en algún momento de su vida, lo que supone alrededor de 103.000 mujeres, y las que más la padecen son las menores de 30 años. Son dos de las conclusiones que se extraen del estudio sobre “Violencia sexual contra las mujeres en Aragón”, impulsado por el Instituto Aragonés de la Mujer (IAM), en cumplimiento del Pacto de Estado en materia de Violencia de Género, y llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad de Zaragoza. El estudio se ha basado en estos tres tipos de violencia: malos tratos sexuales a las mujeres, abuso sexual a niñas y adolescentes, y acoso sexual.
La directora del IAM, Natalia Salvo, y el director del Máster Universitario de Relaciones de Género, profesor e investigador de la Universidad de Zaragoza, Santiago Boira, han presentado este jueves los resultados de este estudio y de otro sobre la “Percepción de la violencia contra las mujeres en la población aragonesa”.
Tal y como ha expuesto Boira, la tipología de agresor más frecuente es el marido o pareja en el 38 % de los casos, seguido por el jefe o compañero de trabajo (17,7 %), conocidos o amigos (16,5 %), hombre desconocido (15,2 %) y padre, padrastro o alguien del círculo familiar cercano (10,2 %). El estudio también recoge que el 38 % de las mujeres sufrieron agresiones sexuales muchas veces y el 13 % indicaron haber padecido dos o más tipos de violencia sexual.
Revela que el 45 % de las agresiones se produjeron en el hogar, el 20,3 % en el trabajo y el 19 % en espacios públicos. También se extrae que la violencia sexual dentro del ámbito de la pareja sigue sin ser considerada como tal.
Como demuestran las investigaciones, la población aragonesa considera que los motivos por los cuales los hombres agreden sexualmente a las mujeres son el no aceptar el rechazo (89,1 %), tratar de controlar o someter a las mujeres (87,7 %), el consumo de alcohol y drogas (82 %), problemas mentales (64,7 %), no poder controlar impulsos sexuales (54,2 %) o haber padecido abusos sexuales en la infancia (45,6 %). El alcohol, han explicado, es percibido como un eximente de la conducta del agresor, “contrariamente a lo que sucede cuando es la mujer la que lo ha ingerido, lo que implica culpabilidad por parte de la misma”.
Boira ha expuesto que, como consecuencias de una agresión sexual, el 53,2 % de las mujeres dijeron haber padecido ansiedad o estado de shock, el 26,6 % lesiones físicas externas y el 7,6 % internas; 6,3 % fracturas o esguince, un 5,1 % pérdida de conciencia y el 3,8 % tuvieron que ser hospitalizadas. A nivel emocional, el 84,8 % sufrieron rabia y el 81 % impotencia, además, los investigadores encuentran preocupante que las jóvenes sean las que más experimentan miedo, vergüenza y culpa porque ello conlleva una mayor probabilidad de inacción ante una agresión.
El estudio muestra que el 77,2 % de las mujeres víctimas no pidió ayuda tras la agresión sexual y que no se suele denunciar, de hecho, el agresor no ha sido juzgado en el 88,6 % de los casos. Según apunta el estudio, solo el 51,95 % de las mujeres agredidas sexualmente recibió ayuda de sus amigos o familiares, un 29,1 % acudió a los servicios psicológicos especializados, un 24,1 % recibió ayuda sanitaria, un 6,3 % fueron a los servicios sociales y únicamente un 5,1 % recibió ayudas económicas.
El miedo es el principal motivo por el que la población aragonesa cree que las mujeres no denuncian, lo que podría estar relacionado con el temor a ser cuestionadas, señaladas o puestas en evidencia, y con la falta de confianza en el proceso judicial y la dureza del mismo. Las profesionales inciden en que se percibe que los procesos penales son largos, frustrantes y generan victimización secundaria.
El estudio muestra que un 50,6 % de los hombres y un 32,4 % de las mujeres consideran que el 41 % de las denuncias son falsas, cuando las profesionales señalan que estas son prácticamente inexistentes.
Otro dato que arroja el estudio es que el 5,7 % de las mujeres aragonesas ha sufrido acoso sexual en el trabajo o en el lugar de estudio. Se trata de una de las formas más frecuentes de violencia contra la mujer que, sin embargo, es la que en menor medida se ha percibido como frecuente en los estudios.
Otro dato al que se refieren los profesionales es un exceso de desinformación entre la juventud, así como un alto consumo de pornografía como fuente de aprendizaje. Por todo ello, demandan mayores esfuerzos institucionales para promover la educación en igualdad de género y, particularmente, educación afectivo-sexual para prevenir la violencia sexual.
El equipo de investigadores que han llevado a cabo el estudio señalan que el hecho de que los estudios muestren que hay una mayor incidencia de casos de violencia sexual entre las mujeres jóvenes puede responder a que ellas tienen un mayor conocimiento que las más mayores sobre lo que es la violencia sexual y por lo tanto la pueden identificar más fácilmente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define violencia sexual como “todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo”.
La percepción que los aragoneses tienen de la violencia contra las mujeres
Según el estudio “Percepción de la violencia contra las mujeres en la población aragonesa”, el 71 % de los aragoneses considera que existen grandes desigualdades entre hombres y mujeres (82 % de mujeres, 61,5 % de hombres). También se reconoce mayoritariamente la existencia de discriminación laboral por el hecho de ser mujer, especialmente en la empresa privada.
Boira ha expuesto que, de las 510 mujeres entrevistadas, 146 afirman haber sufrido uno o varios tipos de violencia, lo que supone un 28,6 % de las mujeres aragonesas. Los tipos de violencia estudiados han sido malos tratos físicos, psicológicos, maltrato económico, abusos o agresiones sexuales a mujeres, acoso sexual en el trabajo o lugar de estudio, abuso sexual de niña o adolescente y otros tipos como mutilación o tráfico de mujeres, aunque ninguna de las encuestadas sufrió esta situación.
Aunque no existe un perfil diferenciado de la mujer que sufre violencia, sí existe una mayor probabilidad de sufrir maltrato físico o psicológico en las mujeres de origen extranjero y económico si se tiene una discapacidad superior al 33 %.
De acuerdo con los resultados de este estudio, el maltrato psicológico es la violencia más frecuente ya que una quinta parte de la población femenina lo ha padecido.
Se considera que la violencia sexual es muy frecuente en Aragón y si bien las actitudes hacia ella son más adecuadas que a nivel nacional, Boira ha destacado algunos datos preocupantes como que un 20 % de los hombres considera que presionar a la pareja para mantener relaciones sexuales no es una violación o que el 22 % de los mayores cree que si una mujer sale sola o viste de manera provocativa tiene parte de culpa si es agredida sexualmente.
A pesar de que los aragoneses muestran su rotundo rechazo en lo relativo a violencia de género, existe una confusión extendida de que la violencia de género es también la violencia de la mujer dirigida hacia el hombre, así como entre este término y los de violencia contra la mujer doméstica y familiar. Aunque se reconocen distintos tipos de violencia, los actos que más se identifican siguen siendo los más directos e intensos como maltrato físico, agresión, abuso y violencia.
Casi el 40 % de los hombres piensa que la violencia ejercida contra la mujer no existe o es poco frecuente, en contraste con las mujeres, que perciben que es un problema destacado y extendido en nuestra sociedad.
La población aragonesa considera que hay sexismo en los medios de comunicación y piensan que la publicidad es sexista, violenta y estereotipada. Asimismo, critican negativamente los informativos, especialmente por la forma en la que transmiten las noticias sobre violencia contra las mujeres.
Aunque la mayoría de la ciudadanía identifica los movimientos feministas como una herramienta fundamental para los cambios sociales a favor de la igualdad, los profesionales muestran su preocupación por que un tercio de los varones y un 20 % de las mujeres consideran que las feministas pretenden que las mujeres tengan más poder que los hombres.
Ambos estudios se han realizado con una estrategia mixta de análisis cualitativo y cuantitativo. En lo que a la metodología cuantitativa se refiere, se realizaron entrevistas a 1.000 individuos de la comunidad a través de encuestas telefónicas realizadas desde la Fundación DFA. Para la parte cualitativa, se llevaron a cabo entrevistas a informantes claves (9 en cada estudio) y también cuatro grupos focales (estudio de percepción).
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