“La pobreza lleva a algunos occidentales a convertirse en yihadistas”
Dicen que las revelaciones de Alá a Mahoma que recoge el Corán se empezaron a transcribir en hojas de palmera, pieles de animales y trozos de hueso. Hoy, la propaganda de los grupos terroristas que hacen las interpretaciones más radicales de ese texto sagrado circulan a través de Internet y en inglés. Raquel Tobajas (Zaragoza, 1990) se ha especializado en estudiar ese tipo de textos. Y después de charlar con nosotros, tiene clase de árabe.
¿Cómo consigue la propaganda yihadista ganar adeptos en Occidente?
Todos los procesos de radicalización suelen comenzar por una crisis existencial. ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es mi papel en esta vida? Todos nos hemos hecho esas preguntas alguna vez en nuestra vida. El peligro de radicalización comienza cuando, para responder a esas preguntas, se busca en Internet una ayuda y una información que son inadecuadas. Aunque yo no soy experta en estudiar los procesos de radicalización, está claro que Internet, con una audiencia mundial, es un arma perfecta para distribuir cualquier tipo de propaganda. Todos los grupos terroristas tienen revistas digitales pensadas para ganar adeptos. El año pasado Twitter cerró 125.000 cuentas relacionadas con DAESH. Internet ha contribuido a la aparición de un buen número de neo-conversos, de personas que se han convertido recientemente y que no comprenden realmente la religión musulmana. Ahora, las radicalizaciones se llevan a cabo en solo tres o cuatro meses, con lo que no hay tiempo para profundizar en el verdadero significado del islam. Después de la crisis existencial y de recibir información errónea, llega la búsqueda del sentimiento de pertenencia a un grupo y así, poco a poco, la persona que capta adeptos va introduciendo la propaganda yihadista. Empiezan a producirse cambios en los hábitos: por ejemplo, los hombres se pueden dejar barba, las mujeres empiezan a cubrirse… en una comida familiar, si en la mesa hay cerdo, vino o comida que no es halal, se levantan y se van. Pero claro, evidentemente, no todo el mundo que se deja barba se está radicalizando.
¿Solo en unos meses alguien sin ningún contacto con el islam puede llegar a convertirse en un islamista radical?
Sí, recuerdo el caso de una chica de 22 años, de Ayamonte, Huelva, que se hacía llamar Marian Al Andalus: en solo tres o cuatro meses, pasó de ser rockera a ser una musulmana ferviente de pies a cabeza. Yo insisto en que la explicación está en las crisis existenciales. El perfil de la gente que se radicaliza es muy diverso. Físicamente, ahora los yihadistas son rubios, pelirrojos, calvos, morenos, jóvenes, mayores... Incluso puede haber personas que se radicalizan por factores económicos, por la pobreza, porque no consiguen encontrar un trabajo en España y se dan cuenta de que, si se van a combatir a Siria o a Irak, como foreign fighters, extranjeros que luchan en la yihad, pueden llegar a cobrar alrededor de 1.000 euros al mes. Claro, una vez que viajan a Siria o Irak se dan cuenta de que, debido a que DAESH ha perdido hasta el 20 % de su territorio en Irak y en Siria, el sueldo se ha recortado. Ese aliciente para unirse a la yihad desaparece.
¿Y entonces abandonan ese tipo de vida?
Pueden abandonarla o puede que lo intenten y no lo consigan. Normalmente, quienes se van a esos países no suelen volver, a no ser que sea para atentar en Europa. Es lo que ha pasado con los terroristas de los atentados de noviembre en Francia.
¿Qué otros motivos pueden llevar a personas que no tenían ningún contacto con el islam a convertirse en terroristas del Estado Islámico?
A veces, aparece el factor aventura: en gente que se siente desarraigada, que piensa que no es de aquí ni de allí, que necesitan “ser alguien en la vida”, que quieren demostrar en un acto de rebeldía que somos los occidentales los que nos estamos equivocando a la hora de interpretar el islam radical... Al llegar allí, la cruda realidad es que nada de lo que han visto en los vídeos existe. Solo habían visto la parte que los terroristas habían querido mostrar y se topan con vulneraciones de los derechos humanos: mujeres y niños vendidos como esclavos sexuales, niños enviados a campos de entrenamiento… Otro método que se utiliza para captar a mujeres es hacerles creer que un muyahidín, un guerrero, se ha enamorado de ellas y que, si se trasladan a vivir con él, tendrán una vida plena. La Policía Nacional detuvo en agosto a una chica de 14 años que estaba a punto de irse a Siria con DAESH con este tipo de engaño. También hay otras personas que han sido sometidas a un lavado de cerebro impresionante y que acaban aceptando como propios unos valores que antes no eran suyos. Frente a esto, un grupo de mujeres europeas ha creado el movimiento que se llama Mothers for life. Son madres que han sufrido el terrorismo en sus carnes, porque sus hijos han ido a luchar como terroristas a Siria o a Irak, y que se han unido para hablar abiertamente: se han organizado para hacer ruido mediático, presión política, campañas de sensibilización, contar su experiencia para que otras familias no sufran lo mismo que ellas. Hay que perder el miedo a hablar de terrorismo.
¿La propaganda yihadista está diseñada para los occidentales?
Exactamente, lo vemos en el uso de las redes sociales, en la espectacularidad, en la violencia... Todos los vídeos de propaganda yihadista tienen una estética propia de Hollywood, de película de acción, incluso del videojuego Call of Duty. Recordemos que dentro de la estructura de Al Qaeda y de DAESH no solo hay terroristas sirios e iraquíes; también hay occidentales. Aunque es verdad que la Guardia Civil y la Policía Nacional hacen una labor magnífica desmantelando células de captación aquí en España, estos terroristas han conseguido crear un órgano de propaganda muy bien pensado y, al tener el pasaporte europeo, viajan por el continente sin ningún tipo de restricción. Ahora, con los atentados de Bruselas y París del año pasado, hemos visto que ha habido muchísimos fallos de inteligencia que no nos podemos permitir bajo ningún concepto.
¿Qué tipo de fallos?
Por ejemplo, el caso del Amedy Coulibaly, el terrorista que atacó el mercado kosher de París en enero de 2015. Era musulmán no practicante, se radicalizó en la cárcel, al encontrarse a alguien que se dio cuenta de su debilidad, y viajó a Yemen. Uno de los hermanos Kouachi que atentaron en Charlie Hebdo también había tenido contacto directo con DAESH, entrenando en Irak o Siria. Habría que reforzar los servicios de inteligencia para controlar más esos viajes.
¿Cualquier viaje a Irak o Siria debería estar bajo sospecha?
(Duda antes de responder). A Irak y a Siria, por lo menos, sí. El Ministerio de Asuntos Exteriores de España recomienda abstenerse de viajar a Siria “bajo cualquier circunstancia” y pide limitar los viajes a Irak a “razones de extrema necesidad”. ¿Quién quiere viajar ahora a Siria? ¿Quién quiere morir bombardeado o bajo el régimen de Bashar al Asad? No es un destino de vacaciones. Las únicas personas que viajan allí son periodistas o cooperantes, que, además, se arriesgan al peligro de caer secuestrados.
¿No le preocupa que podamos acabar cayendo un exceso de celo?
Sí, lo que busca el terrorismo es precisamente que la sociedad tenga miedo y que la gente no pueda hacer una vida normal, como ocurrió tras los atentados de Bruselas y París. En España, existe una campaña del Ministerio del Interior, Stop Radicalismos, que en pocos meses ha recibido casi 1.000 alertas. Muchas de ellas están siendo investigadas por el Ministerio, pero tenemos que evitar caer en una caza de brujas. La islamofobia es un gran problema. Hay que encontrar un término medio en el que los derechos humanos de los europeos, de los ciudadanos civiles, no se vean vulnerados. Ese es el reto.
¿Deberían detectarse más los posibles atentados?
En España llevamos sin un ataque terrorista desde los atentados del 11 de marzo de 2004. Son 12 años; eso es un tiempo récord. Sobre todo, es porque la Guardia Civil y la Policía Nacional, desde sus servicios de información, hacen un trabajo magnífico. Aun sí, hemos seguido sufriendo atentados en el resto de Europa y del mundo. El 87 % de los ataques terroristas entre 2000 y 2014 han sido en países de mayoría musulmana; solo el 0,1 % de los atentados han sido en la Europa occidental. Yo quiero creer que siempre se puede hacer más, aunque el riesgo cero no existirá jamás. Por ejemplo, no nos esperábamos los atentados de Bruselas ni los ataques de París, a pesar de que había indicios ya de que iba a haber un ataque.
Ahora, ¿hay indicios de que puede volver a haber atentados en Europa?
Europa está bajo constante amenaza. Puede haber atentados en cualquier lugar y en cualquier momento. Ese es uno de los principios de propaganda de DAESH, no existe ningún lugar seguro. Ellos quieren decirnos que tienen la capacidad de atentar en cualquier lugar.
¿Y es verdad?
(Piensa antes de responder). Esa es una pregunta difícil, pueden tenerla.