Del huerto al laboratorio: la investigación de tres estudiantes de Bachillerato que explora una alternativa limpia a los residuos
Lola Rivera Lastra, Nora González Fernández y Estela González García van a tener a lo largo de esta semana una oportunidad única que ya recogerán en sus tempranos curriculum: entre el 6 y el 9 de mayo participarán en The Challenge de Educaixa con un proyecto de investigación que ha resultado seleccionado de entre 2.034 en esta edición. Cien proyectos liderados por estudiantes de 3º y 4º de la ESO, 1º y 2º de Bachillerato, FP Básica y FP Grado Medio de España y Portugal se darán cita en Barcelona en un campus donde recibirán diferentes formaciones y el viernes deberán presentar sus proyectos.
Toda una experiencia que estas alumnas de 2º de Bachillerato del IES Bernaldo de Quirós de Mieres, acompañadas de su profesora Ana García Menéndez, esperan con mucha ilusión. Dicen que el premio ya es el viaje a la ciudad condal, pero podrían estar entre los siete proyectos elegidos que irían a Nueva York y Boston, o entre los tres que participarán en octubre en el concurso europeo Youth Start en Albania.
No todos los que participan cuentan con el desarrollo de un proyecto, pero en el caso de las mierenses sí han podido investigar la producción del ácido levulínico a partir de los restos de biomasa del huerto escolar de su instituto. Todos los proyectos están relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y en su caso es el 12: Producción y consumo responsable.
Fue Ana, profesora lenense, la que se puso sobre la pista del concurso. El año pasado participaron con buenos resultados un grupo del Colegio El Pilar de Pola de Lena. Y con Lola, Nora y Estela se puso a trabajar sobre este proyecto de investigación que parte del Trabajo de Fin de Carrera de su tutora. Ya existen investigaciones sobre la producción de este ácido, pero en su caso lo que querían demostrar es que podían conseguirlo a partir de los restos del huerto. No fue tarea fácil, pero no cejaron en su empeño.
La primera reclutada fue Lola, estudiante del Bachillerato de Biología, quien a su vez animó a Estela, que proviene del de Tecnología, al igual que Nora. “Lola me mete en todos los embrollos”, bromea Estela, pero las tres coinciden en que ésta es una oportunidad que no pueden dejar pasar. Nora y Lola ya habían coincidido en un proyecto Erasmus, con el que viajaron a Bulgaria, aunque ya se conocían del Conservatorio. Por su parte Nora y Estela son amigas desde los 3 años y de aquí surgió un match a tres bandas que da juego fuera de las clases.
Un proyecto de economía circular
Si para las tres estudiantes ésta es una oportunidad única, no lo es menos para la profesora, que ha podido volver a un laboratorio y disfrutar todo este proceso. Tanto que ya está preparando uno nuevo. Además para ellas la experiencia ha contado con un plus, y es que ante la imposibilidad de desarrollarlo en el laboratorio del instituto, que no recoge las medidas de seguridad necesarias para manejar un ácido, como puede ser una campana extractora, la propia directora del centro escolar, Ana Esther Velázquez Fernández, se puso en contacto con el campus de Mieres para ver si se podía desarrollar allí. “Es que ni me dio tiempo a explicarle en qué consistía el proyecto. Antes de saber ya había llamado a la Universidad”, rememora Ana García.
Y así es como trabajaron en el laboratorio de la Unidad de Geoquímica Ambiental del Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (INDUROT), donde conocieron las tripas reales de lo que se cuece allí: “mucho mejor que lo que nos explica la Universidad de Oviedo en las jornadas”, apuntilla Lola.
“Espectaculares”. Así es como califica el equipo al personal que se encontró allí, con Lorena Salgado y Rubén Forján a la cabeza, que les enseñaron todo el aparataje, “pero el trabajo real lo realizaron ellas tres. Yo no tuve prácticas en mi Bachiller, así que ellas me hicieron un favor a mí porque volví a un laboratorio de verdad”, comenta Ana. También contaron con el apoyo de Salvador Ordóñez, director del trabajo de fin de carrera de la lenense, quien analizó las muestras en el Departamento de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente de la Universidad de Oviedo.
Fueron muchas, tantas como una veintena, las primeras muestras analizadas donde no se obtuvo ningún resultado. Y echando muchas horas fuera del horario escolar porque “no se puede meter en el curriculum”. Eso es algo que Estela comenta que no le prestaba tanto, pero aún así se implicó en el proyecto. Explican que convivieron con una serie de limitaciones en la investigación para llevar a cabo la reacción y que en la propia Universidad asturiana se está investigando para desarrollar catalizadores con este fin.
¿Qué es y para qué sirve el ácido levulínico (AL)? Hablamos de una molécula plataforma con dos grupos funcionales (un grupo cetona y un grupo ácido) que le confieren una gran reactividad, de forma que puede transformarse en otros compuestos que actualmente se obtienen del petróleo, como por ejemplo la GVL, un aditivo para la gasolina. El AL es una molécula que también se utiliza en la industria farmacéutica, en la cosmética o para realizar bioplásticos. En el caso de las estudiantes del Bernaldo de Quirós querían ofrecer una alternativa más limpia partiendo de la biomasa residual del huerto escolar. De ahí su relación con ese ODS 12, aprovechando los residuos, generando economía circular.
“Hay biorrefinerías que se encargan de este proceso. Pero nosotras queríamos saber si desde nuestros propios residuos y condiciones se podía. Es algo que tiene mucho futuro para evitar el uso de residuos fósiles, pero el rendimiento es muy bajo, por esos los estudios están ahora enfocados en mejorar esos rendimientos”, abunda la profesora de Química.
Esfuerzo con una gran recompensa
“Me gustó mucho todo en general”, destaca Estela, quien explica que tanto ella como Nora, por la especialidad que estudian, tienen en la actualizad menos relación con la Química, pero sí con la Física. Aún así esto no fue un impedimento para embarcarse en el proyecto. Y ahora pueden decir con orgullo que, gracias a la colaboración con el INDUROT, a sus 17 y 18 años ya cuentan con un póster científico y un certificado de publicación científica al presentar los doctorandos esta colaboración con un centro educativo no universitario en el marco de un congreso. “Fíjate, y yo a mis 49”, bromea Ana.
De esta investigación también han sacado algo más en limpio, y es el trabajo colaborativo, el ser equipo fuera del laboratorio o del aula. “Yo creo que eso se valora mucho dentro del challenge de La Caixa, así como que trabajen y colaboren allí con otros equipos. Y eso es algo que en la nueva ley educativa también se insiste mucho”, explica la profesora, que se muestra muy orgullosa de sus alumnas, a las que cariñosamente llama les nenes.
Ahora que echan la vista atrás y con las maletas hechas rumbo a Barcelona, comentan que provienen de grupos heterogéneos, donde tienen amigas y amigos que no echarían un minuto de más “porque no se plantean hacer otras cosas, pero otras sí que harían lo mismo si tuvieran la oportunidad”. “Evidentemente hay que echar tiempo para preparar todo esto. Hay que buscar los recursos, pedir voluntarias… está el hándicap de ser fuera del horario escolar, pero la recompensa compensa con creces el trabajo y el esfuerzo”, abunda la profesora del instituto mierense. Y también habla del cariño trabado, o de cuando Lorena le pregunta “qué tal nuestras bebés. Que nunca nos pusieron un problema de nada. Es que algo así no se desperdicia”.
Y del futuro, ¿qué hay?
“Lo que vimos allí me abrió los ojos. Y ahora que tenemos que decidir lo que queremos estudiar, ésta es una oportunidad única que la gente debería aprovechar”, comenta Lola. Quiere dedicarse a la rama sanitaria: dice que Medicina lo que más, pero depende de la EBAU, y si no la Enfermería es otra opción, con lo que seguiría los pasos de su madre. Aunque ninguna de las tres se vaya a dedicar, en principio, a nada relacionado con su investigación, explica que “ahora relaciono todo lo que aprendo mucho mejor”.
Nora se siente más tentada por una FP relacionada con la química industrial, donde se combine química y tecnología. Destaca la parte práctica porque “me veo mejor ahí”. “Mi padre tiene una empresa y tiene a alumnado de FP y está encantado con ellos. De hecho les quiere contratar para el verano”, añade Lola, a lo que Nora replica que “es más práctico, en lugar de estar sentada escuchando”. “Sí, es verdad, entras en el mundo laboral sabiendo ya”, apostilla la compañera.
Por su parte Estela confiesa que no tiene “ni idea; seguro que una ingeniería tecnológica, que me gusta mucho, pero tengo que mirar bien”. Al hilo de este comentario comenta Ana que le sorprende que hay un alto porcentaje de alumnado de 2º de Bachillerato que no sabe qué hacer después. “Este tipo de iniciativas como la de Educaixa busca promover, incentivar la cultura científica y la investigación en general entre el alumnado de Bachillerato, que muchas veces escoge una carrera sin valorar dedicarse a la investigación”, añade.
Sus alumnas replican, en tono irónico, ese porcentaje de profesorado “a los que no les gusta su profesión, o los críos, y lo que hacen es animarnos, porque el Bachillerato no es obligatorio”. Animarles a abandonar estos estudios, se refieren; “que parece que si no tienes una media de 7 u 8 por lo menos te colocan al fondo de la clase o te invitan a pasarte al nocturno. Eso me pasó a mí en la primera semana”, comenta Nora.
“La labor del profesorado no es solo transmitir conocimiento, sino el acompañamiento, que el alumnado que va peor saque la asignatura. Es muy fácil ser buen profesor con los de las buenas notas. Hay que tener muy claro que hay que tener una disciplina, pero yo vengo a trabajar y que ellas aprendan”. “A veces disocias en clase”, comenta Lola, “pero por ejemplo con Ana tenemos atención constante en clase. Combina la comedia con la disciplina, igual que Charlie, nuestro profesor de Historia, que es un crack, aunque dice que no era buen estudiante con nuestra edad”.
Un proyecto que se puede seguir a través de la página web y del perfil de Instagram @delhuertoallaboratorio.
Sus expectativas ahora son disfrutar y aprender mucho de esta intensa experiencia y del resto de personas con las que van a coincidir, así como de las visitas que van a realizar, es el caso del Instituto de Ciencias Marinas del CSIC en Barcelona. Allí coincidirán también con más centros educativos asturianos: el IES Cangas del Narcea, el IES Doña Jimena de Gijón, y el Santo Ángel y el Paula Frasinetti de Avilés. El martes 6 de mayo sus ilusiones vuelan en un avión desde las 9.20 de la mañana hacia la capital condal.
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