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Oviedo 'devuelve' a Nebot la calle que le concedió hace 12 años y que nunca se inauguró por el olvido de los políticos

José María Laso, Rafael Alberti, José Manuel Nebot y Juan Benito Argüelles, en El Fontán de Oviedo.

Pilar Campo

Oviedo —

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José Manuel Nebot tenía 83 años cuando la corporación del Ayuntamiento de Oviedo en pleno acordó por unanimidad dedicarle una calle. Corría el año 2012. Cinco años después de su aprobación, fallecía. No llegó a ver su calle en vida porque sólo había quedado reflejado en el acta de la sesión plenaria. Nadie se había acordado de ejecutar el acuerdo.

El consistorio ha querido reparar ese olvido doce años después con la inauguración de una calle en el barrio de La Florida con la que se perpetuará su memoria y con la que se ha resarcido a su familia de la deuda pendiente.

La vida de Nebot no se redujo a ser el fotógrafo de la burguesía en Oviedo, el retratista de eventos familiares y personajes o el activista del Partido Comunista de Asturias, del que llegó a ser concejal durante la transición democrática. También fue un dinamizador de la vida social y cultural de la capital asturiana, impulsor del asociacionismo, pionero del ecologismo como cofundador de la Asociación de Amigos de la Naturaleza (ANA) y gran defensor de la justicia y la igualdad.

Además había otra faceta más desconocida: la personal y familiar con su mujer Rosa y sus tres hijos José Carlos, Juan y Ana. Eldiario.es Asturias ha podido repasar los momentos duros y dulces de toda su trayectoria vital a través de una conversación con su hija Ana, soprano y profesora de canto, que lleva con orgullo el apelativo cariñoso de “la Nebotina”.

Ana no es rencorosa y eso se nota en los primeros minutos de charla. Lo ha heredado de su padre. No tiene malas palabras hacia los políticos que se olvidaron de inaugurar la calle hace doce años cuando él aún estaba vivo. Ni para los partidos de derechas, cuando se acordó el nombramiento durante la etapa del PP, bajo el mandato en 2012 del entonces alcalde Agustín Iglesias Caunedo, ni tampoco durante la época del gobierno tripartito, que conformaban PSOE, IU y Somos (la marca local de Podemos) siendo alcalde el socialista Wenceslao López.

El gran poder de convocatoria

Al contrario, agradece el esfuerzo que hizo el propio Caunedo por lograr que se aprobara durante su mandato, el que ha hecho ahora el concejal de IU Gaspar Llamazares para recordar que aún era una asignatura pendiente y el del alcalde actual, Alfredo Canteli -independiente en la lista del PP- para lograr que la inauguración de la placa en La Florida sea una realidad.

El acto se llevó a cabo el pasado 2 de febrero con la asistencia de más de un centenar de personas, un gesto que, a juicio de su hija, demuestra que Nebot tenía una gran capacidad de convocatoria.

Su padre es su referente. Se niega a que sea conocido únicamente como “el fotógrafo comunista”, como muchos le han encasillado, porque explica que su compromiso social no se reducía a su profesión, ni a sus ideas políticas. Su admiración hacia él es palpable porque pregonaba con el ejemplo: “A mis hermanos Juan y Carlos y a mí nos educó en los valores de generosidad, solidaridad, lealtad, amistad, honestidad y valentía. Nos inculcó principios, valores y creencias para ser buenas personas. Mi infancia fue maravillosa y precisamente la infancia es la base de todo”, asegura.

La vida de Nebot no fue fácil, pero logró disfrutar con todo lo que hacía. Fue un trabajador incansable que luchó por mejorar el mundo defendiendo los derechos colectivos. “Era tremendamente empático y para él era muy importante la palabra solidaridad, sabía escuchar al otro y siempre nos decía que lo que se promete se cumple y que los problemas se afrontan, nunca se esconden. Sólo era intolerante con la mentira”, le define.

En su calidad de presidente de la asociación nacional de fotógrafos una de sus principales luchas iba encaminada a eliminar las exclusivas en los eventos sociales. “Antes, sobre todo en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Bilbao, había fotógrafos que pactaban con los párrocos y tenían la exclusiva de esa iglesia para las fotografías de las bodas. Mi padre luchó contra eso y llegó a tener una entrevista con el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, que era presidente de la Conferencia Episcopal Española y figura clave en la transición del franquismo a la democracia para pedir su mediación y terminar con esa práctica”, expone.

El rechazo a la exclusividad de las fotos de bodas

Una de las anécdotas que llenan su biografía ocurrió en la gala final de un congreso de fotografía donde la organización entregaba un Premio Limón o ácido acético y un Premio Naranja o color magenta. A él le concedieron el limón por esa 'batalla' contra las exclusivas que había emprendido en defensa de todo el colectivo. Lejos de enfadarse, cuando llegó su turno de intervención felicitó a su compañero por el premio naranja y agradeció el suyo.

Según cuenta su hija, este fue su argumento: “Les dijo que muchos de los que asistían a la gala eran muy jóvenes y por ello no conocieron que el ácido acético se utilizaba en fotografía para limpiar porque es la solución que pones entre el revelador y el fijador. Y terminó su intervención con estas palabras: 'voy a utilizarlo también para limpiar de mierda esta profesión'. Eso demostraba que también era un valiente”, reitera con orgullo.

Aunque a Nebot le daba “cierta vergüenza” hablar de sí mismo, se decidió a contar muchos fragmentos de su vida para que las nuevas generaciones supieran “de lo que fue capaz el franquismo y para dar testimonio de la lucha de otros”. Lo hizo en un relato en primera persona que fue desgranando al historiador Francisco Erice y que forma parte del libro “Recuerdos de una vida militante: las miradas de José M. Nebot”, publicado en 2012 por KRK Ediciones.

Su biografía arranca el 23 de noviembre de 1928, el día de su nacimiento en el hospicio de Oviedo, situado en el edificio que actualmente ocupa el hotel de la Reconquista. Hasta ahí se tuvo que trasladar su madre Consuelo, obligada por las circunstancias de aquella época. Era madre soltera, “una cosa entonces muy mal vista, por lo cual su propia madre, la echó de casa”, comenta Ana.

A los pocos días de nacer, su madre se trasladó con él a vivir a la calle Langreo, en Gijón, donde abrió un puesto de venta de alimentos. Encima del comercio estaba ubicada la sede del Partido Comunista.

Uno de los clientes era Antonio Nebot, que se convertiría en el marido de su madre y en su padre adoptivo. Antonio era trabajador de un taller y estaba afiliado a UGT. Su madre también era de izquierdas, aunque él pensaba que había una razón detrás: “aunque no fuera más que por el contagio de mi padre -relataba Nebot- y sobre todo viendo luego lo que pasó en la guerra y las injusticias cometidas con nuestra familia”.

Pasó la guerra en Gijón y recordaba que a pesar de que sólo tenía ocho años, “la sangre y las imágenes de los muertos y los heridos le quedaron grabados para toda la vida”. Por temor a los bombardeos, sus padres les enviaron a él y a su hermana a la aldea de Sotiello, cerca de Gijón. Después de la guerra, la represión contra los vencidos era muy fuerte y se acordaba que una vez ejecutaron a garrote vil “por rojos” a dos personas en el cerro de Santa Catalina.

Pese a que su padre no había desempeñado cargos durante la guerra, con la derrota republicana fue denunciado y aunque estuvo unos días escondido finalmente fue encarcelado. Esa podría ser una de las razones que le vinieron a la mente cuando el golpe de estado de Antonio Tejero, el 23-F. Nebot recomendó lo mismo a un amigo: “tienes que esconderte los primeros días, que es cuando pueden 'pasear' a mucha gente, como hicieron en la guerra civil, por odios y rencores personales más que por ideología”, le aconsejó.

Un fotógrafo 'de rebote'

A los 12 años, él tuvo que dejar la escuela. Sus recuerdos no eran muy buenos. Se hacían dictados y en el encabezamiento estaba escrito: “primer año triunfal, ”segundo año triunfal“, y no llegó a cursar el tercero. En uno de los dictados, había que hacer un retrato de Francisco Franco y otro de José Antonio Primo de Rivera y como él no era buen dibujante, al verlos, el profesor le preguntó si su padre estaba en la cárcel. Al responder afirmativamente, el maestro le contestó: ”es que si no lo estuviera era para meterlo, porque ¿Cómo pintaste a Franco y José Antonio tan mal?“. Una frase que no olvidó jamás.

Nebot se dedicó a la fotografía “de rebote”. Primero intentó trabajar en una sastrería pero fue descartado en la prueba de acceso. Le pidieron que se subiera a una escalera para limpiar los cristales del escaparate, pero como era “de pequeña estatura” no alcanzaba. Yendo por la calle Jovellanos en Oviedo encontró un anuncio donde pedían un chico para hacer recados. Era la tienda de Foto Ceñal. En este segundo caso, el escaparate era más pequeño y pudo alcanzar con la escalera. Eso le dio vía libre para el puesto. Corría el año 1942 y cobraba dos pesetas diarias.

De ahí dio el salto a Foto Leuman, donde entró cobrando cinco pesetas diarias, lo que le hacía sentirse “un reyezuelo”, señala. Pero en su casa se necesitaba más dinero y no le querían subir el sueldo, por lo que empezó a trabajar como peón de la construcción. De las siete pesetas que ya empezaba a ganar pasó a once en su nuevo trabajo.

En 1953 se casó con su novia Maribel con la que tuvo a sus dos primeros hijos: José Carlos y Juan, que falleció a los 35 años tras una enfermedad. Consiguió su traje de novio de un día para otro gracias a que el sastre era de izquierdas. Le dijo que “los asturianos eran lo más revolucionarios que había” y su respuesta, por aquel entonces, era que él también “lo era, algo”, según recuerda en su libro.

Las salidas clandestinas a Francia

En 1957 fundó un coro y aunque no tenía ningún tipo de atisbo ideológico, “las fuerzas vivas no querían ninguna actividad asociativa y corrió la voz de que éramos rojos, aunque en el coro no se hablaba de política e incluso teníamos entre nosotros a un falangista”, explicó el propio Nebot al historiador Francisco Erice.

Esas “fuerzas vivas” eran el alcalde, el párroco y el marqués de la Vega de Anzo, que se pusieron en su contra y comenzó la represión contra él. Entre otros episodios, empezó a recibir las citaciones de la Brigada Político-Social en la Comisaría de Policía de Oviedo.

En 1965, el abogado Ramón Herrero Merediz y el farmacéutico Daniel Palacio que fue concejal en Gijón le propusieron entrar en el PCE y un mes después ingresó en el partido, en una época en la que “era muy expuesto ser militante comunista”, aseveraba.

Sufrió amenazas de muerte. En una de esas ocasiones, replicó a su interlocutor: “Por su voz cascada, está usted más cerca de la tumba que yo; deje de llamarme”. Así era Nebot.

En ocasiones, según su propio relato, tuvo que salir clandestinamente a Francia, por supuesto con nombre y pasaporte falsos, para asistir a algunas reuniones. Al pasar la frontera, lo recogían en un coche y junto a otros compañeros los llevaban cerca de París a casas y locales que les prestaba el Partido Comunista Francés. Él se dedicaba al contacto con los profesionales e intelectuales, de lo que entonces llamaron “fuerzas de la cultura”, especialmente con los de la universidad.

Una foto de Franco, en portada

Entre tanto, continuaba con su trabajo como fotógrafo, ya trasladado a Oviedo. Su condición de comunista no le impidió retratar a Francisco Franco el 17 de junio de 1968 cuando asistió a la inauguración de las nuevas instalaciones de laminación en frío en Ensidesa, en Avilés. Aunque no era precisamente una foto de estudio.

“Cuando llegó Franco me acerqué a la tribuna. Los guardias me cogieron en volandas para impedirme hacer las fotos. Entonces -continúa- yo reaccioné protestando y el ministro del Aire, Lacalle, que estaba a mi lado, les llamó la atención y dijo: ”Excelencia, este señor quiere hacerle una foto“.

Franco sonrió y la foto fue en portada de la revista Ensidesa. No obstante, al día siguiente le reclamaron los negativos y diapositivas que había realizado y dejó de trabajar ese mismo día para la revista porque la Brigada Político-Social había informado ya de quién era Nebot a la dirección de la fábrica.

En los últimos años del franquismo, Nebot intensificó su actividad política y se produjeron los primeros cambios en su vida personal y familiar ya que en 1970 moría con sólo 37 años su primera mujer Maribel, madre de José Carlos y Juan.

Cuatro años más tarde se casaba con Rosa María Fernández, que había entrado a trabajar con él en el estudio fotográfico con sólo 19 años, a la que le contó “lo de su militancia” y le dijo a lo que se exponía por contraer matrimonio con él. A ella no le importó. En 1975 nacía su hija Ana, que se decantó por la música como cantante de ópera, aunque su padre no ocultaba su deseo de que fuera médico. Hoy en día es una soprano muy reconocida.

El año 1977 registró una gran actividad del Partido Comunista con motivo de su legalización y la celebración de las primeras elecciones democráticas. Por su casa, que algunos llamaban “el hotel de Nebot”, pasaron entonces dirigentes del partido como Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri 'La Pasionaria', Gregorio López-Raimundo, Sartorius o Tamames.

Un hogar de puertas abiertas

Su casa era un “hogar de puertas abiertas”, como recuerda su hija Ana. “Era una casa a la que iban no sólo los miembros del Partido Comunista, sino todo el mundo. Recuerdo que yo apenas tenía dos años y medio y hablaba con lengua de trapo y le quitaba las horquillas al moño de Dolores Ibárruri y la despeinaba”, comenta entre risas.

Su estudio fotográfico se convirtió en una especie de cuartel general, donde grababan las cintas para distribuir en los coches y los mítines, con las ayudas de Tini Areces -que posteriormente se convertiría en presidente del Principado en democracia- y de una locutora de radio llamada Aurorina. También escribían las octavillas que luego se llevaban a imprimir.

El 23-F estaba retocando unas fotos cuando se enteró del asalto al Congreso de los Diputados. Un abogado le llamó para ofrecerle una pistola "por si iban a detenerle". Él se negó. Su nombre estaba en la lista de arrestos por si el golpe de estado triunfaba

La crisis del Partido Comunista de Asturias en 1978 supondrá la salida de gran parte del sector “intelectual” que Nebot, José María Laso y otros dirigentes habían contribuido a ganar para la organización en el antifranquismo. No obstante, Nebot se mantuvo en el partido y fue concejal del primer ayuntamiento democrático de Oviedo desde la Segunda República durante unos dos años, después de las primeras elecciones de 1979.

Del asalto al Congreso de los Diputados, el 23 de febrero de 1981, recordaba especialmente la forma en que se enteró de la noticia. Estaba en el estudio retocando unas fotografías y lo escuchó por la radio. Varias personas le llamaron. Entre ellas, estaba la llamada de un abogado amigo suyo que pertenecía al PC para ofrecerle una pistola “por si iban a detenerle”. Él rehusó el ofrecimiento y respondió que, si el golpe de estado de Antonio Tejero triunfaba, lo que tenían que hacer era buscar una casa de confianza para esperar los primeros días, que solían ser los más peligrosos.

Días después se enteró de que había una lista con los nombres de las personas a las que iban a detener si triunfaba el golpe. El suyo figuraba en la lista.

Nebot nunca dejó la fotografía pero, a sus 83 años, admitía que había sacrificado una parte importante de su trabajo y de sus relaciones familiares por la política entendida como una forma de hacer algo por los demás. Como militante, manifestaba que había actuado “con mucha libertad” y que nunca se había sentido especialmente presionado o manipulado.

A esa edad, plenamente lúcido, supo que el ayuntamiento le concedía una calle. Era “muy disfrutón”, amante de la naturaleza, de la pesca y de la buena conversación con la familia y en las tertulias con los amigos, según lo recuerda Ana.

Doce años después, este mismo mes de febrero, la placa con su nombre y su profesión le recuerda en el barrio de La Florida. Ha sido la forma de reconocer toda una trayectoria vital de un hombre comprometido que “era mucho más que el fotógrafo comunista”.

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