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“Proponemos un sistema donde uno se suscribe para disponer de luz, no para tener una bombilla”

Rich Gilbert, diseñador industrial en The Agency of Design

Laura Rodríguez

¿Qué ocurre con los productos que reciclamos? ¿Y con los que tiramos en la basura? Con la tecnología tan avanzada que tenemos, ¿no hay algún imán gigante que los separe para recuperar sus partes reutilizables y capturar algunos de los minerales raros que se encuentran en algunos de ellos? Rich Gilbert, un diseñador industrial londinense que participó hace unos días en el Laboratorio de Economía Circular organizado por Ballena Blanca y Signus, se ha hecho muchas veces estas preguntas.

Tras investigar durante varios años, decidió formar con otros dos amigos el estudio Agency of Design. Ha visitado muchos vertederos y plantas de reciclaje y está convencido de que hay que salirse de nuestras costumbres de todos los días para perseguir una idea más ambiciosa de cómo podemos aprovechar los recursos limitados del planeta.

Su último producto, una bombilla led que puede durar hasta 70 años, está pensada para que pueda repararse y transformarse en función de la lámpara o del tipo de luz que queremos, pero en vez de comprarla en una tienda, nos llegaría a casa como parte de una suscripción.

“Proponemos un sistema donde uno se suscribe para disponer de luz, no para tener una bombilla. Si algo va mal o si se quiere, por ejemplo, cambiar el tipo de iluminación de una habitación, el producto se devuelve para que pueda arreglarse y enviarse de nuevo”.

¿Y no sería más fácil reciclarla si no funciona o guardarla para otra lámpara que tengamos?

En un estudio de consumidores que hicimos descubrimos que todo el mundo tiene un cajón o un armario donde guarda todas las bombillas que ha ido comprando del color equivocado o con un casquillo diferente y que ahora ya no sabe ni si funcionan. Estaría bien tener un sistema en el que fuera fácil devolverlas y cambiarlas según lo que necesites.

En cuanto al reciclaje, se trata de una palabra que engloba demasiadas cosas. Además, al ser un producto pequeño, muchas veces las bombillas acaban en la basura normal.

Pero, ¿cuánto se recicla una bombilla?

Si desechas una bombilla led en la sección de aparatos eléctricos de un punto limpio, es decir, donde se tiran los televisores o las lavadoras, lo que harán será triturarla y separar las piezas de acero o de aluminio con un imán. A veces, se reciclará el disipador de calor y, en ocasiones se intentará separar el plástico, aunque esto es complicado. En cuanto a los circuitos led, a través de este tipo de procesos no se pueden reciclar.

¿Y qué ocurre con los materiales críticos? Usted nos ha explicado que los led, como otros productos electrónicos, utilizan metales muy escasos.

Hay nuevos procesos químicos muy complejos que pueden recuperar ciertos metales, pero de momento solo se realizan en laboratorios de universidades y no son económicamente viables. Además para ello habría que desmontar las bombillas primero y separar los circuitos led, lo cual no va a ocurrir en un modelo de reciclaje colectivo, donde el proceso debe ser sencillo.

¿Quizá habría que cambiar las plantas de reciclaje entonces?

No se puede culpar a los sistemas de reciclaje. Ellos necesitan un método sencillo en el que puedan meter todo junto: televisores, radios, ordenadores; y obtengan algo que puedan vender al final. Desmontar estos aparatos requeriría una sección especializada para cada uno de ellos. El modelo de la industria del reciclaje no es más que una versión actualizada del chatarrero, en el que se intenta obtener un valor por lo que se recupera. Por eso nosotros buscamos modelos en los que los productos vuelvan al fabricante para que se puedan reparar.

Lamentablemente, parece que la opción de la reparación ha ido desapareciendo, ¿no le parece?

El reciclaje en realidad debería ser la última opción. Para reducir la huella del carbono lo mejor es utilizar el producto el mayor tiempo posible y, en segundo lugar, repararlo. El reciclaje siempre implica el uso de energía y cierta degradación de los materiales.

¿Y cómo repararíamos sus bombillas? ¿Habría ciertos lugares donde llevarlas?

La opción de los talleres de reparación es interesante porque existe una infraestructura de tiendas donde se reparan móviles que podría utilizarse. Sin embargo, nosotros pensamos que lo mejor sería que la realizara el fabricante. Nuestro propósito es que, aun cuando se utilicen materiales procedentes de otros países, el proceso de ensamblaje de la bombilla se realice en el Reino Unido o el lugar donde se vende para que la reparación sea rentable. Uno de los problemas actuales para reparar muchos productos es que se realizan en Asia o zonas con mano de obra barata por lo que cualquier reparación requeriría mandarlos allí de nuevo y resulta demasiado costoso.

En realidad, lo que usted propone es todo un cambio de modelo.

Es cierto, y por eso a veces es difícil conseguir apoyo pero creo que es algo que cambiará en los próximos años. Hemos vivido más de 100 años en un modelo de economía lineal por lo que habrá cierta resistencia. Pero hay que encontrar nuevos modelos para recuperar materiales y cada vez hay más interés por los sistemas de ingresos recurrentes.

¿Cómo les afectaría a los fabricantes?

Si ofrecieran un servicio en vez de vender el producto, lo que les interesaría es que el aparato durara lo máximo posible.

¿Por eso ustedes han diseñado una bombilla que podrá durarnos toda la vida?

En realidad, nosotros estábamos investigando cómo crear un diseño que fuera efectivo para un modelo de servicio de luz y, por casualidad, hemos acabado con un producto que ha resuelto uno de los problemas de las bombillas led. Aunque la mayoría de nosotros no lo conocíamos. Nunca me hubiera imaginado que de las 20.000 horas de duración que anuncia el paquete, las bombillas en muchos casos no llegaran a durar ni siquiera 5.000 horas.

Los circuitos led generan un calor que estropea los condensadores de la bombilla. Nosotros simplemente hemos conseguido un mejor sistema de refrigeración y de ese modo alargar la vida útil de un led hasta 100.00 horas es decir, unos 70 años si la usamos cuatro horas al día. Pero lo más importante es que hemos creado un diseño en el que el producto se puede desmontar de forma muy fácil y barata, por lo que se puede adaptar a nuevos usos o incluso mejorar cuando la tecnología consiga nuevos avances.

Con sus tostadoras ya habían demostrado su capacidad de innovación. Pero, ¿por qué ese interés en las bombillas?

Teníamos la sospecha de que los productos pequeños muchas veces se perdían en el sistema de residuos. Pero cuando nos pusimos a investigar nos sorprendió ver la huella que tenía la iluminación y las bombillas led. Son mucho más complicadas de lo que parece a primera vista y utilizan chips construidos con metales raros. Si se tiene en cuenta que se fabrican alrededor de mil millones cada año, podemos hacernos una idea de su impacto.

Esta sección en eldiario.es está realizada por Ballena Blanca. Puedes ver más sobre este proyecto periodístico aquí. aquí

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