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El alcalde de Gante tuvo que ponerse chaleco antibalas por restringir el tráfico, ahora Birmingham copia su exitoso modelo

Vista aérea de la autopista Gravelly Hill Interchange, en Birmingham

Laura Rodríguez

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Birmingham, la segunda ciudad más grande del Reino Unido, conocida como la antigua capital del motor y llena de autopistas, ha presentado un plan para restringir, por primera vez, el acceso a los coches. Esto implica prohibir la entrada de vehículos que crucen el centro como zona de paso y se basa en el exitoso modelo que se impuso hace unos años en Gante (Bélgica), en el que los coches tienen que usar vías de circunvalación para atravesar la ciudad de un punto a otro.

La idea detrás de este sistema es desincentivar los trayectos cortos, que en este momento representan hasta un 25% de los viajes diarios que se realizan. También revitalizar el centro con mayor espacio para las personas, hacer las calles más seguras y mejorar la calidad del aire metropolitano.

“Como ciudad hemos dependido demasiado tiempo del coche privado, y con la llegada de más personas para vivir y trabajar necesitamos encontrar nuevas maneras de moverse de una forma más eficiente y sostenible”, comentó en la presentación el concejal de transporte y medio ambiente Waseem Zaffar.

La propuesta de Birmingham se suma a las que han anunciado en los últimos meses para mejorar la calidad del aire varias ciudades del Reino Unido y diversos lugares en Europa. Pero el ejemplo de Gante, una ciudad medieval, resulta prometedor.

A pesar de las dificultades iniciales –el alcalde que instauró las primeras restricciones tuvo que llevar durante varias semanas un chaleco antibalas por las amenazas que había recibido y que resultaron ser del dueño de una tienda de zapatos del centro–, Gante ha conseguido reducir más de la mitad los trayectos en vehículos de motor y ha visto un aumento espectacular de la bici, que hoy supone el 35% de los trayectos. Además, a pesar de las preocupaciones de los comerciantes, las tiendas no han cerrado y ha habido un incremento del 17% de restaurantes y bares. 

En el plan de Birmingham, revitalizar el centro de la ciudad aparece también como uno de los objetivos principales de la restricción de coches. Igual que ocurrió en Gante, la ciudad británica espera favorecer el comercio y las zonas recreativas, e incrementar el turismo al crear más espacio para las personas y reducir los atascos y el ruido. Sin embargo, ante el temor de los comerciantes, el ayuntamiento ha prometido abrir el debate.

“Para evitar una respuesta negativa, las autoridades necesitan mostrar los beneficios que generará el proyecto en la calidad de vida, la salud y la vitalidad de la economía”, explica el urbanista especializado en temas de salud de la Universidad de Oxford, Andy Hong. “Necesita centrarse en los mensajes positivos como los provechos ambientales y en la salud, más que en los negativos como las penas y las multas. A nadie le gusta pagar más impuestos a menos que perciba que el aumento de sus tasas supondrá mayores beneficios sociales y públicos”.

Birmingham no prohibirá la entrada de coches al centro sino su circulación de paso (es decir, la de los vehículos que solo lo utilizan para cruzarlo). Incluso los coches más contaminantes podrán acceder a esta zona siempre y cuando este sea su destino y paguen un peaje de ocho libras (unos nueve euros) en el caso de coches particulares y 50 libras (unos 60 euros) en el de autobuses y camiones. Aún así, se espera que las medidas afectarán hasta a un 60% de los vehículos.

La otra gran propuesta del plan acomete lo que considera la mayor motivación para usar el coche: la facilidad de los aparcamientos. En su propuesta, la ciudad se propone liberar gran parte del área que ocupan los coches aparcados –según los datos, entre un 15% y un 30% en la mayoría de las ciudades inglesas–, y crear más espacios recreativos, zonas verdes o incluso construir nuevas viviendas. También incluye un límite de velocidad de 30 kilómetros por hora y calles sin tráfico frente a los colegios para reducir la contaminación y favorecer la seguridad de los niños.

“No hay una solución mágica para acabar con la contaminación y dar más espacio a los peatones, sino que deben usarse distintas estrategias juntas, como restricciones a coches, peajes, días sin coches, inversión de transporte público y carriles bicis y estrategias de comunicación”, explica Hong.

Para el concejal Zaffar se trata cambiar nuestra manera de movernos. “Si realizamos más viajes andando o en bici, mejoraremos la calidad del aire, nuestra salud y reduciremos los atascos”. Ahora solo queda ver si su plan tendrá consecuencias tan positivas como en la ciudad belga en la que se ha inspirado.

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